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El Congreso debería despedir a Jerome Powell

Hubo unos momentos aparentemente tensos en la rueda de prensa del FOMC del jueves, cuando dos periodistas preguntaron a Jerome Powell sobre la posibilidad de que Donald Trump le pidiera la dimisión. El primer reportero preguntó «¿dimitiría si se lo pidiera Donald Trump?». A esto, Powell respondió con un rotundo «no» seguido de silencio. Unos instantes después, otro reportero preguntó a Powell si era lícito que Trump destituyera o «degradara» —es decir, destituyera a Powell como presidente, pero lo dejara en la Junta de Gobernadores— a Powell. A esto, Powell respondió con un contundente «no lo permite la ley». 

Al parecer, Powell no quería dejar ambigüedad alguna sobre su postura de que no puede ser destituido ni degradado por un presidente en ejercicio.

Estaría de acuerdo en que el espíritu de la ley en este caso es que un presidente no pueda destituir a un presidente de la Fed, salvo por algún tipo de mala conducta. Pero la ambigüedad persiste. Incluso Alan Blinder, un defensor del mito de la «independencia de la Fed», admite que en el mundo de la realidad política, Trump podría potencialmente destituir a Powell:

Los expertos que hablaron con ABC News reconocieron que existe cierta ambigüedad legal sobre qué tipo de conducta justifica una causa suficiente para la destitución, pero dijeron que es poco probable que una disputa política cumpla con ese estándar. Aun así, Trump podría intentar expulsar a Powell y poner a prueba cómo interpretan la ley los tribunales, agregaron los expertos, señalando que el caso podría terminar en la Corte Suprema, de mayoría conservadora.

«Trump podría intentarlo y podría intentarlo», dijo Alan Blinder, profesor de economía en la Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la Reserva Federal. «Es muy poco probable que tenga esa autoridad, pero si lleva esto a la Corte Suprema, no sé qué pensar de la Corte Suprema».

En lugar de ello, Trump podría dejar a Powell en su puesto en la Junta de Gobernadores de siete miembros de la Fed, pero degradarlo de su papel de presidente, dijo Blinder.

«Es una pregunta sutil que nunca se ha puesto a prueba», dijo Blinder, reconociendo que no está claro si se permitirá o no. «No podemos responderla con tanta contundencia».

En cualquier caso, Trump probablemente tendría que gastar un importante capital político si quiere derrocar a Powell mediante el poder presidencial. 

Sin embargo, el desafío de Powell debería hacernos preguntar por qué tecnócratas ricos, mimados y desconectados de la realidad como Jerome Powell pueden actuar como si su destitución constituyera algún tipo de transgresión. Los banqueros centrales son simplemente burócratas, y su destitución no debería ser considerada con más temor que la destitución de un subsecretario de Agricultura. 

El Congreso debería despedir a Powell y no detenerse ahí

Independientemente de los poderes legales de Trump, está claro que el Congreso tiene el poder de destituir a Powell, así como el Congreso tiene el poder de abolir el banco central por completo. 

El Congreso debería abolir la Fed por completo, por supuesto, pero si los miembros no tienen el valor para ese acto heroico, el Congreso puede empezar por modificar la Ley de la Reserva Federal para dejar en claro que el presidente de la Fed no es una persona santa, intocable para los simples mortales que son elegidos para dirigir el gobierno federal. Hay muchas maneras en que el Congreso podría abordar esta cuestión. Por ejemplo, el Congreso podría reescribir la ley para permitirle destituir al presidente de la Fed con una mayoría de votos en cualquiera de las cámaras. En realidad no importa, siempre y cuando los banqueros centrales entiendan el mensaje de que no son especiales. 

Mientras tanto, el Congreso podría hacer algunos otros cambios cruciales. El Congreso debería prohibir a la Fed comprar activos de cualquier tipo. Esto pondría fin a la costumbre de la Fed de comprar títulos respaldados por hipotecas y títulos gubernamentales para apuntalar a la clase bancaria y a los amigos de Powell —es decir, Janet Yellen— en el Tesoro. También pondría fin a la capacidad de la Fed de manipular las tasas de interés, ya que su principal herramienta en este ámbito son sus «operaciones de mercado abierto».

Un segundo cambio clave que es muy necesario es la eliminación del llamado «doble mandato» de la Fed. Como a la Fed le gusta mencionar a menudo, la Fed tiene un doble mandato de «precios estables» y «máximo empleo». El Congreso debería abolir de inmediato el mandato de «máximo empleo» porque el único propósito que ha tenido siempre ha sido el de servir de excusa al banco central para inflar la oferta monetaria. Como se desprende de forma muy clara de las conferencias de prensa y publicaciones de la Fed, la Fed justifica rutinariamente su política expansiva en términos de cumplir con su mandato de maximizar la inflación. Es decir, la Fed suele decir algo como «estamos adoptando una política de dinero fácil porque nuestro doble mandato de maximizar el empleo nos lo exige». El Congreso debería simplemente eliminar el mandato. 

Leer más: «El mandato de ‘pleno empleo’ de la Fed es un mandato para la inflación» por Ryan McMaken

(Por cierto, la Fed en realidad tiene un tercer mandato: garantizar «tasas de interés moderadas a largo plazo». Eliminar el poder de la Fed para comprar activos probablemente anule este mandato en cualquier caso, pero el Congreso también podría eliminar cualquier duda y prohibir totalmente a la Fed manipular las tasas de interés de cualquier tipo).

La independencia de la Fed nunca se ha utilizado para fines benéficos

Por supuesto, si el Congreso intentara hacer algo así, los simplones de la Fed en los medios y en el Congreso tratarían de hablar de que tales cosas no tienen precedentes y que debemos respetar la «independencia de la Fed». Los artículos de los medios sobre la Fed a menudo afirman que los intentos de los funcionarios electos de controlar a los tecnócratas de la Fed violan «normas de larga data» que respetan la independencia de la Fed. 

Esta es una versión fantasiosa de la historia. Ahora no existe, y nunca ha existido, tal cosa como la independencia de la Fed, porque la Fed siempre ayuda voluntariamente al régimen a conseguir lo que quiere.

Al principio, la independencia de la Fed ni siquiera existía en teoría, y estaba explícitamente limitada por la ley. Antes de 1935, el Contralor de la Moneda y el secretario del Tesoro formaban parte del Consejo de la Fed, asegurando así una línea directa entre la Casa Blanca y la Reserva Federal.

En 1933, por supuesto, Franklin Roosevelt emitió una orden ejecutiva aboliendo el patrón oro y ordenando a la Fed que entregara todo su oro al Tesoro. Demasiado para la «independencia de la Fed» bajo el presidente favorito de la izquierda del siglo XX.

Incluso después de 1935, se entendía que la Fed siempre ayudaría al Tesoro con financiación cuando fuera necesario. Esto se hizo evidente de nuevo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Fed ayudó esencialmente a blanquear fondos para el esfuerzo bélico. En 1942, la Fed acordó fijar los tipos de interés de los valores públicos. La Fed también adoptó una serie de medidas de control de precios y regulaciones diseñadas para ayudar a la Casa Blanca.

Sólo desde el Acuerdo Monetario de 1951 ha habido un guiño de jure para dar a la Fed autonomía en materia de política. Sin embargo, la Fed nunca ha utilizado esta supuesta autonomía para hacer nada bueno. Lo hemos visto demostrado en innumerables ocasiones, ya que la Fed siempre ha puesto gustosamente de su parte para garantizar que el Tesoro obtenga lo que quiere. Desde los esfuerzos de la Fed para financiar los déficits federales en la década de 1970, pasando por el Acuerdo del Plaza en 1985, hasta la avalancha de dinero fácil desde 2008, la Fed nunca ha utilizado su supuesta independencia para frenar realmente el despilfarro federal.

Lo que le importa a la Fed es proteger a la clase bancaria

A los banqueros centrales nunca les ha importado la independencia de la Fed como forma de limitar el poder del Estado. Según su propia narrativa histórica, la Fed ha sido supuestamente «autónoma» durante sesenta años o más. ¿Se han contenido más la inflación y el gasto federal durante ese tiempo? Es evidente que no. La Fed siempre y en todas partes ha estado encantada de enriquecer al Estado, independientemente de los niveles de autogobierno que pudiera alcanzar.

La verdadera razón por la que la Fed quiere más independencia es para poder enriquecer también más fácilmente a la clase banquera y al mismo tiempo contentar al Tesoro. Es decir, al cártel bancario que trabaja codo con codo con la Fed le importa mucho tener el control sobre quién entra en la Junta de Gobernadores y quién llega a ser presidente. Los banqueros de élite están perfectamente dispuestos a servir eficazmente al Tesoro con tal de que el cártel consiga tener a su propia gente al mando. Así es como la clase banquera se asegura de que sus poderes monopolísticos estén protegidos, la competencia aplastada y los rescates garantizados.

Si la Fed se opone al gobierno electo, es sólo si las prioridades del gobierno electo entran en conflicto con la prioridad de la Fed, que es servir a los intereses de la clase bancaria. La experiencia demuestra con claridad que a los banqueros centrales les parece bien una inflación de precios sin fin, pero la Fed quiere inflar de la manera que más les convenga a la Fed y al cártel bancario. Por eso Powell y la Fed se oponen tanto a la idea de ser destituidos de su cargo. No hay ningún principio superior aquí. Sólo hay poder. 

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