Es fácil ver por qué, según una nueva encuesta de Harris, el 71% de los americanos dijo que no quiere que Joe Biden se presente a la reelección. Mientras los americanos se enfrentan a precios récord de la gasolina y a la inflación más alta de los últimos 40 años, el presidente Biden admite que no podría importarle menos. Su Administración se ha comprometido a librar una guerra por poderes con Rusia a través de Ucrania y los americanos sólo tienen que aguantarse.
La semana pasada, un periodista del New York Times preguntó a Biden cuánto tiempo espera que los americanos paguen precios récord de la gasolina por la política de su Administración en Ucrania. «El tiempo que haga falta», respondió el presidente sin dudarlo.
«Rusia no puede derrotar a Ucrania», añadió Biden como justificación de la política de su Administración a favor de los americanos. El presidente ha intentado repetidamente desviar la culpa de la creciente crisis económica afirmando que Rusia es la única responsable de la reciente inflación. «La razón por la que los precios de la gasolina han subido es por culpa de Rusia. Rusia, Rusia, Rusia», dijo en la misma rueda de prensa.
Pero Biden tiene un gran problema: los americanos no le creen. Según una encuesta de Rasmussen a principios de este mes, solo el once por ciento de los americanos cree la afirmación de Biden de que el presidente ruso Vladimir Putin es el culpable de los altos precios.
Cuando se trata de despreciar al americano medio perjudicado por el aumento de los precios, hay más que suficiente en la Administración Biden para ello.
A Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional del presidente Biden, le preguntaron en una reciente entrevista en la CNN: «¿Qué les dices a esas familias que dicen, escucha, no podemos permitirnos pagar 4,85 dólares por galón durante meses, si no años?»
¿Su respuesta? «Se trata del futuro del Orden Mundial Liberal y tenemos que mantenernos firmes».
¿Ha habido alguna vez una Administración más alejada del pueblo americano? Si se preguntara a los trabajadores americanos si estarían contentos de sufrir la pobreza por el «orden mundial liberal», ¿cuántos dirían «eso suena como una gran idea»?
Los intentos del presidente Biden de bajar los precios de la gasolina están destinados a fracasar porque no entiende el problema. Puede suplicar a los saudíes que bombeen más petróleo, incluso puede amenazar a las compañías petroleras americanas como hizo ayer en un tuit. Puede comprar y vender de la Reserva Estratégica de Petróleo para intentar dar la impresión de que los precios están bajando. Nada de eso funcionará.
Lo más extraño de esta idea de que los americanos deben sufrir para perjudicar a los rusos es que estas políticas ni siquiera están perjudicando a Rusia. Al contrario: Rusia ha obtenido beneficios récord de sus exportaciones de petróleo y gas desde el comienzo de la guerra de Ucrania.
Según un reciente artículo del New York Times, el aumento de los precios mundiales del petróleo y el gas ha permitido a Rusia financiar su guerra contra Ucrania. Las sanciones de EEUU no pusieron de rodillas a la economía rusa, como prometió Biden. En realidad, pusieron de rodillas a la economía americana mientras los beneficios rusos se disparaban.
Como señaló Newsweek la semana pasada, los expertos de la televisión rusa bromean diciendo que, con la ganancia financiera que ha tenido Rusia desde que se impusieron las sanciones, «Biden es, por supuesto, nuestro agente».
La política exterior bipartidista de Washington de malgastar billones en guerras interminables en el extranjero ha llegado finalmente a casa. Biden está claramente fuera de onda, pero hay mucha culpa para todos. La única pregunta es si veremos una recesión prolongada... o algo peor.
Publicado originalmente por el Instituto Ron Paul. Publicado de nuevo con permiso.
