El 11 de mayo de 1998, en una ceremonia formal, el ministro de economía, Dominique Strauss-Kahn, activaba la máquina de acuñación y fabricaba su primera moneda de euro, haciendo de Francia la primera de las 11 naciones que participaban en el lanzamiento de la moneda única en acuñar dinero. Mordiendo la moneda, Strauss-Kahn declaraba que es “real, no una copia”.
En ese momento, la Monnaie de París tenía previsto acuñar 7.600 millones de monedas, cuatro veces el peso de la Torre Eiffel, con ocho denominaciones distintas, con valor entre los 0,01 euros y los dos euros. Las monedas mostraban un lado nacional y un lado europeo.
Los defensores se burlaban de los escépticos, declarando que la nueva divisa estimularía la economía y un crecimiento industrial que podría rivalizar con el de EEUU y Japón.
Han pasado 20 años desde que había un montón de esperanzas y promesas de que un billete y una moneda en euros llevaría a la prosperidad, el ahorro y la responsabilidad fiscal. Como un sueño infantil de ser astronauta cuando seas mayor, los objetivos de la élite europea no se han cumplido. Veinte años después, la economía de la Eurozona camina por una máquina andadora, los tipos de interés por debajo de cero son la norma y los déficits presupuestarios son ubicuos.
También ha pasado aproximadamente una década desde la crisis financiera global. ¿Se ha recuperado Europa? La deuda se está disparando, los déficits no desaparecen y las flexibilizaciones cuantitativas persisten.
Explicad de nuevo por qué una nación querría quedarse en un barco que se hunde… No sorprende que la mitad de los europeos tengan una visión desfavorable de la UE.
La reciente escalada del euro
A pesar de los grandes intentos de devaluación del Banco Central Europeo (BCE), el euro ha ido aumentando de valor con respecto al dólar de EEUU. Entre mayo de 2017 y mayo de 2018, el euro ha aumentado un 10% frente al billete verde.
Es una tendencia bienvenida para los ciudadanos europeos, especialmente ahorradores y jubilados. Por el contrario, no ha habido mucha adulación por la última escalada del euro por parte de los planificadores centralizados, la gente endeudada y los sectores en recesión. El fortalecimiento de la divisa ha sido sorprendente debido a la política monetaria del BCE, que consiste principalmente en tipos negativos y adquisiciones mensuales de valores por valor de 36.000 millones de dólares.
Y esto es probable que confunda a Mario Draghi y sus cohortes keynesianas.
Para los hombres más listos de Frankfurt, un cóctel de un euro debilitado, tasa por debajo de cero e iniciativas de compra de valores estimularía el gasto de consumo, el préstamo bancario y el crecimiento general. Pero esto no ha pasado después del colapso económico.
Los consumidores europeos son frugales en sus gastos y muchos incluso ahorran su dinero guardándolo bajo sus colchones. Las instituciones financieras europeas están prestando, pero resulta que poseen préstamos morosos que están causando un problema tóxico de deuda que puede convertir a los bancos en trajes de zombis. El Producto Interior Bruto (PIB) de la Eurozona, que no debería ser el indicador económico principal para gobiernos, analistas y bancos centrales, rebajó su crecimiento hasta el 0,1% en el primer trimestre de 2018.
A pesar de todas las intervenciones del BCE, Draghi está experimentando resultados adversos: un euro en auge y una economía deslucida.
El BCE se ha quedado sin balas
En los 20 años desde que Strauss-Kahn mordió esa moneda de euro, Francia y otros han mordido más de lo que pueden masticar. La Eurozona se ha transformado en un buen lío, no sorprende que la mayoría de los británicos votaran irse. La crisis de los inmigrantes ha impactado negativamente en muchas jurisdicciones europeas, los ahorradores están viendo cómo se erosionan sus ahorros, la soberanía nacional se ve amenazada y Draghi está realizando un trabajo espantoso: el mercado de bonos de bloques comerciales es el riesgo nº 1 para 2018.
En el mundo posterior a la recesión, el BCE ha disparado múltiples ráfagas de su arsenal de armas keynesianas. Draghi and Co. han recortado los tipos de interés, imprimido miles de millones de euros, rescatado estados miembros y permitido un gasto desbocado. Los resultados no han generado exactamente la confianza de naciones que sopesan una salida rápida del fracasado experimento continental.
Igual que la Reserva Federal, el BCE se quedará sin balas para contener la próxima contracción. ¿Cuánto más puede bajar los tipos? ¿Cuántos euros más pueden imprimirse? ¿Cuánto pueden crecer la deuda nacional y los déficits?
Igual que el Sistema de Bretton Woods, el modelo de la UE es un fracaso. Cuando se produzca la próxima crisis financiera, lo único que podrán hacer las cabezas del BCE es encogerse de hombros. Y tal vez eso sea lo mejor de todas maneras.