La clase política y financiera respiró aliviada cuando el Congreso aprobó la Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023. El proyecto de ley suspende el techo de la deuda durante dos años, evitando así la pesadilla del establishment de un impago de la deuda por parte del gobierno. Por el contrario, permite al gobierno seguir añadiendo billones de dólares de deuda que serán monetizados por la Reserva Federal.
Por supuesto, este impago repercutirá en los ciudadanos en forma de impuesto sobre la inflación. Este impuesto sobre la inflación puede ser el peor de todos los impuestos, porque es a la vez oculto y regresivo. A los políticos les encanta señalar con el dedo a las empresas codiciosas, a los sindicatos e incluso a los consumidores por el aumento de los precios, en lugar de asumir la responsabilidad de la legislación que aprueban y que incentiva a la Reserva Federal a crear más inflación.
Los partidarios Republicanos del proyecto de ley afirman que comienza a reducir el gasto excesivo de los años de Biden. Aunque el proyecto de ley rescinde 28.000 millones de dólares de fondos COVID no gastados, simplemente recicla ese dinero en el presupuesto del año fiscal 2024. Por tanto, no ahorra ni un céntimo a los contribuyentes. El proyecto de ley limita el gasto discrecional interno para el año fiscal 2024 a 704.000 millones de dólares y el gasto para el año fiscal 2025 a 711.000 millones de dólares. Sin embargo, estos límites proceden de un presupuesto cuya base incluye el aumento del gasto COVID. El proyecto de ley sólo recorta el gasto entre un 0,1% y un 0,2% del producto interior bruto en los próximos dos años, suponiendo que el Congreso no revierta los recortes. Por supuesto, no hace ningún intento de recortar realmente el gasto, y mucho menos de erradicar cualquier agencia, departamento o programa gubernamental ilegítimo e inconstitucional.
Aunque la «defensa» es la tercera partida más importante del presupuesto (por detrás de la seguridad social, Medicare y los intereses de la deuda nacional), nuestro presupuesto militar anual supera por sí solo los presupuestos combinados de los diez países que le siguen en gasto. La Ley de Responsabilidad Fiscal no resta un céntimo al presupuesto militar, sino que iguala la petición del Presidente Biden de un aumento del 3,2%. Este aumento se produce a pesar de que el Pentágono nunca ha cumplido la ley que le obliga a pasar una auditoría.
El presupuesto militar de Biden es el mayor de la historia de los Estados Unidos y probablemente del mundo. Los Republicanos del Estado Profundo, como el senador de Carolina del Sur Lindsay Graham, nunca conocieron una guerra que no le gustara. Graham y sus aliados amenazaron con bloquear la aprobación del proyecto de ley a menos que se aumentara el gasto militar y se malgastara más dinero de los contribuyentes —y vidas ucranianas y rusas— en el conflicto entre Ucrania y Rusia.
Los halcones alienan a aliados actuales y potenciales con sus políticas hiperintervencionistas. Esto, junto con el aumento de la deuda nacional, está provocando un aumento de los desafíos al estatus del dólar de EEUU como moneda de reserva mundial. El estatus del dólar es la única razón por la que el Congreso ha podido acumular un déficit tan enorme sin provocar una crisis económica grave.
La Ley de Responsabilidad Fiscal provocará un aumento del gasto gubernamental, de la deuda y del déficit. También erosionará aún más el valor del dólar de los Estados Unidos, lo que hará más probable que el dólar pierda su estatus de moneda de reserva mundial más pronto que tarde. La Ley de Responsabilidad Fiscal es a la responsabilidad fiscal lo que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible es a la asistencia sanitaria asequible y lo que la Ley Patriota es al verdadero patriotismo. Tal vez un futuro Congreso introduzca una legislación que realmente empiece a recortar el tamaño y el alcance del gobierno, ¡llamada Ley de Irresponsabilidad Fiscal!
