Si Facebook desapareciera para siempre esta tarde, a mí realmente no me preocuparía. Me sorprende cuando veo a la gente publicar montones de información personal en el sitio, incluyendo información sobre sus planes de viaje, hábitos de compra, rutinas diarias y miembros familiares. Es larga la lista de personas que han sido acosadas por fuerzas de orden público o instituciones de “bienestar infantil” en respuesta a algo que dijeron o hicieron en Facebook. Y, dado lo que sabemos acerca de la voluntad de las grandes tecnológicas de colaborar con las instituciones públicas, las personas que disfrutan publicando todos sus movimientos en Facebook daría igual que entregaran sus itinerarios diarios al FBI.
Hay también problemas similares con otras plataformas tecnológicas, de Twitter a Google.
Sin embargo, hay una manera bastante sencilla de minimizar la cantidad de información sobre el usuario que recogen Facebook y otras plataformas. El usuario puede dejar de usar la plataforma o al menos dejar de usarla tan a menudo. Al contrario que el estado, que tiene la capacidad de ordenar que la gente use sus “servicios”, los consumidores siguen siendo libres para no usar Facebook.
Asimismo, los productores siguen siendo libres para crear nuevas empresas que compitan con Facebook. Y muchos lo han hecho. Datos recientes sugieren que los usuarios de Facebook ahora gastan menos tiempo en esta red y los usuarios jóvenes prefieren gastar su tiempo en otros lugares. En realidad, se espera que Facebook pierda este año usuarios en la categoría de menores de 25 años. Algunos seguirán usando Instagram, propiedad de Facebook, pero muchos irán a servicios que no son de su propiedad, como Snapchat.
Sea cual sea la razón, ya sea un aumento de la competencia o una disminución en el uso general de las redes sociales, Facebook no es a prueba de balas y se está enfrentando a la competencia de otros. Es verdad que ninguno de los competidores de Facebook es igual que Facebook. Pero así funciona la competencia. Otras empresas ofrecen una alternativa a los consumidores y ofrecen productos distintos.
Después de todo, ya hemos visto empresas como Facebook derrotadas por la competencia en el pasado. ¿Os acordáis de MySpace? En su momento fue más grande que Facebook. Y ahora no lo es.
Si los consumidores quieren usar plataformas de redes sociales que no sean Facebook y que ofrezcan diferentes alternativas, la respuesta se encuentra en una mayor competencia. Pero si lo que queremos es mayor competencia, las barreras de entrada deben mantenerse bajas, las regulaciones públicas deben abolirse o minimizarse y los consumidores deben ser libres para usar o no usar las empresas como gusten. Mientras sea así, Facebook nunca tendrá un verdadero monopolio. Las preferencias del consumidor siempre pueden cambiar. Y a veces cambian drásticamente.
Preparaos para más regulación
Por desgracia, las audiencias del Congreso de esta semana con el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, sugieren que las cosas van a ir en una dirección que solo acabará aumentando el poder de monopolio que tiene actualmente esta red social. A los políticos de Washington les interesa regular el mundo de las redes sociales y al final esto solo reforzará a las grandes empresas que dominan ahora el sector, haciendo las cosas más duras para nuevas pequeñas empresas y competidores futuros.
Oh sí, los políticos están haciendo grandes aspavientos de cómo les preocupa la privacidad de todos, aunque resulte embarazosamente evidente que los miembros del Senado, viejos y alejados de la realidad, no tienen ni idea de cómo funcionan la redes sociales. Lo más que pueden hacer es leer preguntas escritas para ellos por su personal y tratar de entender las respuestas de Zuckerberg.
(Por cierto, estas personas serán las que votarán cualquier futura legislación que regule las redes sociales).
Pero aunque los miembros del Congreso tuvieran una comprensión maravillosa de Internet y las redes sociales, ¿se beneficiaría alguien con una nueva relación del sector?
Bueno, sí, por supuesto algunas personas se beneficiarían. Entre quienes se beneficiarían se incluyen los agentes públicos que obtengan trabajo como reguladores, los políticos que puedan apuntarse puntos por aprobar la legislación y las grandes empresas afectadas que ahora dominan el mercado de las redes sociales.
Las empresas dominantes quieren regulación
Así que no debería de sorprendernos que, incluso antes de testificar en el Congreso, Mark Zuckerberg estuviera reclamando que se regulara su propio sector:
El director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, dijo el miércoles que está dispuesto a que se regule su empresa.
“En realidad, no estoy seguro de que no debamos estar regulados”, dijo Zuckerberg en una entrevista (…) “En realidad pienso que la pregunta es más ‘¿cuál es la regulación correcta?’ que ‘¿Debería regularse, si o no?’”, dijo Zuckerberg a CNN.
¿Pero por qué está tan dispuesto a la regulación? Zuckerberg aclaraba esto en una de sus respuestas a preguntas de los miembros del Congreso:
“Pienso muchas veces que las regulaciones generan normas que una gran empresa como la nuestra puede cumplir fácilmente, pero las nuevas y pequeñas no”, dijo Zuckerberg al testificar por segundo día consecutivo en el Capitolio.
Claro.
Regulaciones públicas como los salarios mínimos y los mandatos financieros son especialmente gravosos para las pequeñas empresas, porque estas tienen menos acceso al capital y disfrutan de menos beneficios en economías de escala.
Es mucho más fácil pagar salarios superiores a una empresa como Walmart, por ejemplo, que a una pequeña nueva empresa. Y si la economía trae malos tiempos, los costos superiores pueden capearse mejor por parte de las grandes empresas, que pueden tomar prestadas grandes cantidades para pasar una crisis. Las empresas pequeñas tienen mucho menos poder para tomar préstamos.
Un ejemplo de esto puede verse en el declive de los pequeños bancos tras las nuevas regulaciones bancarias de la legislación Dodd-Frank. Los costes de cumplimiento creados por la nueva legislación han llevado a menos empresas pequeñas, menos nuevas empresas y menos cajas de ahorro. Las instituciones financieras enormes se han beneficiado enormemente con la legislación adicional. Por el contrario, la porción del mercado para las empresas pequeñas se está destruyendo.
Estas barreras tanto de entrada como de supervivencia para las empresas pequeñas acaban destruyendo la competencia. Per Bylund señala:
Los mercados regulados son distintos de los mercados abiertos y libres, en el sentido de que tienen barreras artificiales de entrada: redistribuyen los costes de los negocios para proteger algunas empresas afectadas forzando costes sobre (algunas) entrantes. En otras palabras, hay menos nuevas empresas y por tanto menos competencia.
Además, este declive en la competencia significa luego que las grandes empresas supervivientes pueden permitirse responder menos a los deseos de los consumidores. Los intentos por reducir precios también quedan en la cuneta y la competencia se desvanece. Bylund continúa:
Bajo el intervencionismo, las empresas no necesitan siempre descubrir los precios adecuados de consumo, porque la amenaza de que nuevos emprendedores entren en el mercado es más pequeña de la que habría sido en otro caso.
En otras palabras, las regulaciones públicas disminuyen la soberanía del consumidor al reducir tanto la competencia como por tanto el incentivo para mantenerse a tono con lo que quieren los consumidores.
Las empresas dominantes controlan a los reguladores
El otro gran peligro de la regulación está en el hecho de que en los cuerpos regulatorios se da una tendencia a la apropiación por las propias grandes empresas dominantes.
Es algo concurre a menudo en planes regulatorios y se conoce como “captura regulatoria”. Cuando se crean nuevos cuerpos para regular empresas como Facebook y otras empresas dominantes, las instituciones que más se juegan en las decisiones de dicha agencia regulatoria acaban controlando la propia agencia. Hemos visto esto constantemente en las puertas giratorias entre legisladores, reguladores y cabilderos. Y también podéis estar seguros de que una vez ocurra esto, el sector se cerrará a nuevas empresas innovadoras que traten de entrar en el mercado. Las agencias reguladoras asegurarán la salud de todos los proveedores del status quo a costa de nuevos emprendedores y nuevos competidores.
Además, como señaló el economista Douglass North, los regímenes regulatorios no mejoran la eficiencia, sino que sirven a los intereses de aquellos que tienen poder político: “Las instituciones no se crean necesariamente, ni siquiera normalmente, para ser eficientes socialmente; más bien estas, o al menos las reglas formales, se crean para servir a los intereses de aquellos con poder de negociación para crear nuevas normas”.
Después de todo, ¿qué incentivo tiene la persona media para monitorizar nuevas regulaciones, mantenerse en contacto con los reguladores y tratar de influir en el proceso regulatorio? El incentivo es prácticamente cero. Por el contrario, el incentivo para las empresas reguladas es bastante grande.
Así que, una vez el Congreso empiece su proceso de regular las empresas de redes sociales, podéis estar seguros de que Facebook y otras grandes empresas implicadas estarán en la mesa y serán claves a la hora de escribir la legislación y dirigirla a través del proceso legislativo. ¿Y por qué no se les debería permitir estar muy implicadas? Como ya ha demostrado The Verge, Facebook firma libremente cheques a miembros del Congreso como “donaciones políticas”. Y una vez se hayan creado los nuevos cuerpos regulatorios, Facebook estará implicado en cada paso del camino, desde la selección de los reguladores a la redacción de las nuevas normas regulatorias.
No hace falta decir que no será exactamente una prioridad para Facebook asegurar que las nuevas empresas y otras pequeñas empresas consigan una parte justa al dividir una parte de la porción del mercado de Facebook.
Mark Zuckerberg no está siendo indulgente cuando dice que da la bienvenida a nuevas regulaciones desde el Congreso. No quiere que Facebook acabe como MySpace y las nuevas regulaciones están entre las maneras más sencillas de aplastar la competencia.