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El Estado de Israel abandona la ley y la moral en su guerra contra Gaza

Más allá del asesinato masivo a escala industrial de personas individuales, —Israel está llevando a cabo la erradicación de los habitantes de Gaza como pueblo.

No cabe duda de que condenar la campaña de matanzas y hambruna a escala industrial de Israel en Gaza debería ser éticamente sencillo. Realmente básico.

Que Israel está cometiendo «el crimen de todos los crímenes» contra los palestinos de Gaza no es opinable.

Que el Norte Global se mantiene inmóvil ante este holocausto bien documentado no se discute.

Que los Estados Unidos es un participante activo en crímenes de guerra, financiando y armando a Israel en contravención del Derecho Internacional Humanitario, una plétora de leyes de los EEUU (habiendo, sin condiciones adjuntas, entregado más de 100 envíos de armas a Israel desde el 7 de octubre), y la justicia natural, articulada por Cicerón ya en 106-43 a.C.: todos estos son hechos.

Que América ha proporcionado al Estado judío cobertura diplomática —interfiriendo por él, para que pueda continuar con sus malvados fines— hasta vetar recientemente tres intentos internacionales (aunque simbólicos) de detener a Israel: esto también es inmutablemente cierto.

El bien y el mal son universales, no relativos. El Sexto Mandamiento no es una opinión, sino una especie de la inviolable ley natural. Tampoco es opcional. «No matarás» se llama mandamiento por una razón. No tiene cláusulas de privilegio tribal. Al igual que a los gentiles, a los judíos se les prohíbe el asesinato, por no hablar de los asesinatos en masa.

Sin embargo, los israelíes desprecian ahora el Sexto Mandamiento con fea audacia. Parecen creer que su supremacía sectaria trasciende el orden moral universal al que dan expresión el derecho internacional, la ley natural y el Decálogo.

Con sus acciones, tan «conspicuas y escandalosas», Israel ha «desestabilizado el cosmos» (una bonita frase de la novelista Kathryn Harrison). Tal es la bajeza moral de la multitud de Israel Über Alles —judíos y gentiles, en los Estados Unidos y en el extranjero— que parecen incapaces de distinguir las pruebas de las afirmaciones, y los hechos de la ficción de sentirse bien; no pueden distinguir el bien del mal. Por tanto, cualquier prefacio a un ensayo sobre la aniquilación manifiestamente intencionada de la Franja de Gaza por parte de Israel debe convertirse en un manual de ética.

Está claro que, si la sociedad israelí está enferma, también lo están sus cobeligerantes partidarios y promotores.

EL ENGAÑO AMERICANO DEL ALTO EL FUEGO

América ha condicionado el derecho inalienable a la vida de los palestinos a la devolución de los rehenes israelíes, anulando de hecho ese derecho inalienable.

Por arrojar nubes de sepia ofuscador sobre su voto de abstención en la resolución de alto el fuego del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el 25 de marzo, la Administración Biden y su representante en la ONU deben ser desenmascarados.

El «alto el fuego» en anteriores borradores de los EEUU equivalía a un discurso orwelliano. Sin haber pedido ni una sola vez un alto el fuego inmediato e incondicional, los EEUU había condicionado perfunctoriamente las resoluciones de alto el fuego temporal a la devolución de los rehenes israelíes. Mientras que estaba obligado moralmente a obligar a Israel a cesar y desistir de inmediato de su ataque sistemático y sostenido contra la población civil de Gaza, Estados Unidos había optado, hasta el 25 de marzo, por limitarse a condicionar el cese temporal del inmoral e ilegal asesinato en masa de palestinos inocentes a la liberación de los rehenes israelíes, vinculando de hecho un «alto el fuego» a la devolución de los rehenes israelíes.

En contra de los deseos de los ciudadanos de nuestro país y del mundo, América ha desplegado su poder de veto, repetida y fehacientemente, en anteriores votaciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para impedir un alto el fuego inmediato e incondicional en Gaza.

Al hacerlo, América había condicionado el derecho inalienable a la vida de los palestinos a la devolución de los rehenes israelíes, anulando de hecho ese derecho inalienable.

Reconociendo que el derecho a la vida de hombres, mujeres y niños inocentes es incondicional, los Estados miembros del Consejo de Seguridad, aparte de los Estados Unidos y su protegido Israel, se han negado a vincular el destino de Gaza a negociaciones sobre rehenes.

Con una lógica pelúcida, Amar Bendjama, embajador de Argelia ante la ONU y actual miembro del Consejo de Seguridad del bloque árabe, había declarado, el 20 de febrero de 2024, que «un voto a favor [de un alto el fuego incondicional] es un apoyo al derecho a la vida de los palestinos». Con sus vetos anteriores y su actual abstención, EEUU había anulado el derecho de los palestinos a la vida, independientemente de los derechos de los rehenes israelíes a la misma.

Se puede decir que los civiles inocentes de Gaza son rehenes de los facilitadores de Israel Blinken, Biden y la embajadora Linda Thomas-Greenfield.

Sin embargo, la mayoría de la gente de todo el mundo no quiere saber nada de esto. Hemos estado cantando «alto el fuego» con prontitud catequética. «Los listos» de Occidente están recibiendo tardíamente el mensaje de que sus electores, ciudadanos decentes, están indignados por los actos de Israel y se rebelan contra su apoyo.

En respuesta, y de forma tan cínica, todo lo que hizo el embajador Thomas-Greenfield el 25 de marzo fue abstenerse de utilizar el poder de veto americano para impedir que los buenos China, Rusia, Argelia y el resto de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU— exigieran un alto el fuego inmediato e incondicional en Gaza. Eso es todo.

Cabe esperar que la Administración de Biden y sus patrocinadores bipartidistas sigan engatusando suavemente con breves pausas —intervalos condicionales— en la sangría de las IDF contra una población civil indefensa y acorralada.

Cubriendo su desdicha con santurronería; los EEUU no había vetado la última resolución de alto el fuego; pero, sin embargo, había trabajado para diluirla. Con su voto de abstención, los EEUU ha «bloqueado la acción en la Asamblea General bajo la resolución de Unidos por la Paz, donde se podría haber visto alguna acción realmente significativa».

Para brújula moral revuelta; es difícil superar a la ex embajadora ante la ONU Nikki Haley. En este prolongado espejismo de política exterior, Blinken, Biden, Thomas-Greenfield y su séquito político hacen que Nikki Haley, Republicana, se sienta orgullosa, ya que la designada por Trump para la ONU no habría hecho nada diferente.

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