La votación nocturna de este fin de semana en el Congreso parece otra de las interminables secuelas de una mala película de suspenso. Justo al borde del «desastre», justo antes de que suene la medianoche, el Congreso logra un milagro y aprueba un proyecto de ley ómnibus para salvarnos de un «¡cierre del gobierno!».
¡Los héroes han salvado el día!
Desgraciadamente, esta última secuela es tan mala como las anteriores, ya que el pueblo americano se queda con un paquete de gastos masivo de 1,2 billones de dólares para añadir a nuestra deuda, que ya asciende a 34 billones de dólares. El gasto militar, por supuesto, se incrementará una vez más, ya que el complejo militar-industrial exige más de nuestra riqueza para alimentar su apetito cada vez mayor. Y si este aumento del gasto militar no es suficiente, los líderes del Congreso prometen otro enorme proyecto de ley suplementario para seguir alimentando las guerras por poderes en Ucrania y Gaza, con algo de dinero para provocar también a China.
A los republicanos les gusta hablar bien de frenar el gasto, especialmente durante la temporada electoral, pero como hemos aprendido con este «compromiso» y todos los «compromisos» anteriores, es pura palabrería. Al final de todas las dramáticas advertencias sobre el cierre del gobierno, nos quedamos con un compromiso al estilo de Washington, lo que significa que los líderes de ambos partidos pueden incluir todo lo que quieran en el enorme proyecto de ley. Como sólo se presenta a las bases en el último momento antes del «desastre», ninguno de los diputados tiene siquiera la oportunidad de leerlo, y mucho menos de darle forma mediante enmiendas y debate.
Los dirigentes republicanos de la Cámara prometieron a los diputados 72 horas para leer cualquier nuevo proyecto de ley antes de su votación, pero rompieron su promesa sin dudarlo. Los diputados no tendrían la oportunidad de leer el proyecto de ley de más de 1.000 páginas, elaborado en secreto a puerta cerrada
Es probable que haya una razón por la que los líderes del Congreso no querían que los diputados tuvieran la oportunidad de leer el proyecto de ley. Como descubrió el congresista Thomas Massie, el proyecto de ley incluye financiación para que niños de 13 años reciban ayuda para la transición de género sin el consentimiento de sus padres. También señaló que, aunque no figuraba en ninguna parte del proyecto de ley de autorización, apenas unas horas después de la aprobación del ómnibus el Departamento de Justicia anuncia la creación de un centro federal de «Bandera Roja» para atacar nuestros derechos de la segunda enmienda.
Quién sabe cuántos artículos más como estos —y mucho peores— están profundamente enterrados en el proyecto de ley de gastos «de obligado cumplimiento». Ocultar estas cuestiones al pueblo americano incrustándolas en secreto en la legislación «de obligado cumplimiento» parece cada vez más una característica, no un error. No es de extrañar que el Congreso goce de un índice de aprobación tan bajo entre los americanos.
Al final, el proyecto de ley sólo fue aprobado por la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, con el apoyo de los demócratas, lo que alimentó una creciente rebelión contra el presidente Johnson entre los conservadores de la Cámara.
El «bipartidismo» celebrado por los medios de comunicación no es todo lo que parece. Significa que ambos partidos abrazan políticas que nos están llevando a la bancarrota financiera. Esto amenaza aún más al dólar como moneda de reserva mundial y provocará cambios catastróficos en todo el mundo que casi nadie en el Congreso parece capaz de imaginar. Los republicanos que capitulan ante las demandas demócratas para «salvarnos» de un cierre del gobierno pueden mantener temporalmente la apariencia de que «esto está bien», pero al final están empeorando aún más el colapso que se avecina.
