En la mayor parte de nuestra historia, el intervalo entre unas elecciones presidenciales y la toma de posesión de una nueva administración ha sido un periodo sin incidentes en el que la administración saliente se retira y la entrante se prepara para la toma de posesión.
La 20ª Enmienda a nuestra Constitución se promulgó en 1933 para reducir el período de «pato cojo» entre las elecciones y la toma de posesión al 20 de enero en lugar del 4 de marzo. La creciente facilidad de los viajes y las comunicaciones hizo innecesario un intervalo tan largo. Por muy largo que fuera el periodo de transición, se entendía que con las nuevas elecciones llegaba un nuevo mandato del pueblo americano y que la administración saliente «pato cojo» debía pasar tranquilamente sus últimos días en el cargo sin incidentes.
Luego vino Biden. En el período transcurrido desde que el pueblo americano rechazó a los intervencionistas neoconservadores de Biden en favor de las promesas de Donald Trump de poner fin a las guerras, el «pato cojo» ha atropellado la voluntad del pueblo americano. Quienquiera que dirija a Biden —y la respuesta no está clara— ha decidido una política exterior «a prueba de Trump» para llevarnos literalmente al borde de la Tercera Guerra Mundial con Rusia. ¡Y para colmo, la gente de Biden esta semana pasada ha vuelto a desatar a los rebeldes vinculados a al-Qaeda para que causen estragos en Siria!
Después de oponerse firmemente a la exigencia neoconservadora de que se diera permiso a Ucrania para disparar armas de EEUU hacia el interior de Rusia, el presidente Biden, en los últimos días de su presidencia, dio repentinamente marcha atrás y concedió el permiso. Desde 2022, cuando Rusia entró por primera vez en Ucrania, Biden se había opuesto al envío de armamento ofensivo y tropas de EEUU para luchar en nombre de Ucrania. «No se equivoquen», dijo en marzo de ese año, «eso se llama Tercera Guerra Mundial».
Algo en la pérdida del voto popular y electoral ha llevado a la gente de Biden a despreciar la amenaza de la Tercera Guerra Mundial y dar luz verde a ataques con misiles de EEUU en lo más profundo del territorio ruso. ¿Por qué es esto tan diferente a proporcionar tanques o balas? Estos sistemas de misiles son altamente complejos y clasificados y sólo pueden ser operados por personal de EEUU o de la OTAN. Eso significa que oficiales militares americanos están disparando misiles americanos contra Rusia, ¡algo inimaginable incluso en las profundidades de la Guerra Fría!
Luego, hace apenas unos días, vimos el repentino resurgimiento de los antiguos apoderados de los EEUU en Siria —extremistas cuyos vínculos se remontan a Al Qaeda— arrasando medio país en lo que parece ser un retorno de la desastrosa política de Obama de «Assad debe irse». Durante cinco años el conflicto en Siria había estado más o menos «congelado», pero la gente de Biden lo ha puesto a hervir.
¿Por qué la administración Biden ha dado repentinamente luz verde a estos terroristas y hasta qué punto está implicada la CIA en la creación de nuevos problemas en Siria? No se equivoquen: estos «rebeldes» apoyados por EEUU nunca habrían hecho su movimiento sin la aprobación de la administración Biden.
El pueblo americano no votó a favor de una expansión de la guerra, ni en Europa del Este ni en Oriente Medio. Una reciente encuesta de CBS News/YouGov ha mostrado que la mayoría de los americanos está a favor de poner fin a toda la ayuda militar de EEUU a Ucrania.
Poner patas arriba la mesa de juego sólo porque se pierde la partida no sólo demuestra un flagrante desprecio por la «democracia» que su partido predicó constantemente durante la campaña electoral, sino que, al echar gasolina a estos dos conflictos tan peligrosos mientras se dirige a la puerta de salida, el presidente Biden nos pone a todos y cada uno de nosotros en grave peligro.