El presidente Biden ha aumentado recientemente los impuestos a los consumidores y las empresas americanas y puede haber acelerado el fin de la condición de moneda de reserva mundial del dólar. El presidente Biden lo hizo aumentando los aranceles sobre las importaciones chinas.
En concreto, el presidente Biden elevó los aranceles sobre productos como el acero y el aluminio producidos en China y muchos componentes importados de China para su uso en la fabricación de baterías de vehículos eléctricos. Los aranceles sobre los semiconductores fabricados en China aumentan del 25 al 50 por ciento, mientras que los aranceles sobre los vehículos electrónicos fabricados en China aumentan del 25 al asombroso 100 por ciento.
Por supuesto, los costes de estos aranceles los soportarán los americanos que deseen comprar coches eléctricos y los fabricantes americanos de coches eléctricos que utilicen material importado de China. Estos nuevos aranceles socavan así el objetivo de Biden de conseguir que más americanos conduzcan coches eléctricos.
Los aranceles sobre los productos chinos dan a China aún más inventiva para desafiar el estatus de moneda de reserva mundial del dólar. La misma semana en que Biden impuso estos aranceles, el presidente chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin anunciaron que estaban reforzando su alianza para desafiar mejor la hegemonía militar y económica de los EEUU. Se trata de una reacción a la política exterior de los EEUU de la posguerra fría, que ha invertido la estrategia de Richard Nixon y Henry Kissinger de mantener buenas relaciones con China.
Una parte del anuncio reconocía el uso del yuan chino y el rublo ruso para más del 90% del comercio entre ambos países. Este es sólo el último desafío al estatus de moneda de reserva mundial del dólar. La participación de China en la economía mundial se ha más que duplicado en los últimos veinte años, pasando del 8,9% al 18,5%, mientras que la de los EEUU ha caído del 20,1% al 15,5%. El ascenso de China es una de las razones por las que la divisa de los EEUU en manos de bancos centrales extranjeros ha caído de más del 70 por ciento a principios de la década de 2000 a menos del 60 por ciento en la actualidad.
El año pasado, China y Arabia Saudí acordaron ampliar el uso de sus propias monedas en el comercio entre ambos países. Es la primera vez que los saudíes acuerdan utilizar una moneda distinta del dólar para el comercio de petróleo desde que Henry Kissinger negociara un acuerdo por el que los saudíes comerciarían exclusivamente en dólares a cambio del apoyo de los EEUU al régimen saudí. El «petrodólar» es una de las principales razones por las que el dólar conservó el estatus de moneda de reserva mundial después de que el presidente Nixon cortara el último vínculo entre el dólar y el oro.
Si el dólar pierde su estatus de moneda de reserva mundial, el gobierno de los EEUU perdería la capacidad de «militarizar el dólar». Otros países tendrían entonces menos incentivos para acatar las exigencias de los EEUU, incluidas las relacionadas con los cambios de régimen. También se reduciría el interés de otros países por comprar instrumentos de deuda de los EEUU. Esto aumentaría la presión sobre la Reserva Federal para monetizar la deuda, creando más inflación de precios y conduciendo a una crisis económica mayor. Esto no sólo acabará con el imperio militar y financiero de los EEUU en el extranjero. También acabará con el Estado benefactor en casa.
Dado que los dos principales candidatos presidenciales y la mayoría de los miembros del Congreso no se toman en serio la realización de los cambios en política exterior, interior y monetaria necesarios para evitar la crisis, es probable que Estados Unidos se enfrente a tiempos difíciles en un futuro próximo. Sin embargo, el resultado final puede ser un retorno a un gobierno limitado y constitucional y una clase política que se dé cuenta de que Ronald Regan tenía razón cuando me dijo que ninguna nación ha abandonado jamás el oro y ha seguido siendo grande.