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Los déficits descontrolados de la Fed han llegado para quedarse

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El último informe mensual sobre impuestos y gastos del Departamento del Tesoro muestra que en julio el déficit federal fue de 244.000 millones de dólares, es decir, casi un cuarto de billón de dólares.

A pesar de que el gobierno de los EEUU consiguió recaudar 330.000 millones de dólares en impuestos en julio, también consiguió gastar 574.000 millones.

Hasta finales de julio de este año fiscal, los federales acumulaban un déficit de algo más de 1,5 billones de dólares. El año pasado, en el mismo periodo, el déficit total fue de algo más de 1,6 billones de dólares.

Sin embargo, para cuando termine el año fiscal en curso, podemos esperar que el total de este año sea aún mayor que el del año pasado. Es decir, la Oficina Presupuestaria del Congreso estimó en junio que el déficit total para el año fiscal de 2024 será de 1,9 billones. El déficit total del año pasado fue de 1,7 billones de dólares. Esa estimación de 1,9 billones supone que no habrá grandes aumentos del gasto en los próximos dos meses, y también supone que los ingresos seguirán siendo estables.

Estos son potencialmente algunos grandes «si». Si los datos de empleo siguen empeorando, como en los últimos meses, los ingresos fiscales disminuirán. Así pues, podríamos estar ante un déficit total para todo el año de más de dos billones de dólares.

Pero incluso si se queda en unos «meros» 1,9 billones de dólares, será el peor déficit desde 2021, cuando el Gobierno federal aún gastaba salvajemente en una variedad de programas relacionados con el Covid.

Con todos estos déficits año tras año, no debería sorprendernos que la deuda nacional total siga disparándose.

A fecha de hoy, la deuda nacional asciende a 35,2 billones de dólares. Eso es un aumento de 12 billones de dólares desde el primer trimestre de 2020, antes del Pánico del Covid. Así que, durante este año fiscal, la deuda federal ha crecido unos 150.000 millones de dólares al mes, o aproximadamente un billón de dólares cada seis meses.

Y, por cierto, para que no piensen que estas cifras no son tan grandes en términos ajustados a la inflación, sólo tenemos que mirar el hecho de que la deuda total como porcentaje del PIB es ahora superior al 120 por ciento. Eso es más alto de lo que era en 1946, al final de una gran guerra mundial.

Por supuesto, al final de esa guerra, Estados Unidos inició grandes reducciones del gasto global. Eso no ocurre hoy en Estados Unidos. No hay ningún plan para recortar el gasto de ningún tipo. El desbocado gasto actual en bienestar y en varias guerras parece que continuará indefinidamente. Y, desde luego, ningún candidato presidencial habla de recortes reales.

Mientras tanto, el pago de los intereses de esa enorme deuda también exige cada vez más ingresos fiscales. Por ejemplo, los Estados Unidos va camino de gastar más de un billón de dólares en el pago de intereses para el año fiscal 2024. Esto lo convierte en la mayor categoría de gasto, aparte de la seguridad social.

Fuente de la imagen: Fundación Peter G. Peterson.

Cada vez más dinero de tus impuestos se va a destinar a nada en absoluto, excepto a pagar viejas deudas por guerras perdidas y programas de bienestar social fracasados.

La situación no hará más que empeorar. A medida que los viejos bonos del Tesoro venzan, y a medida que los nuevos bonos del Tesoro con intereses más altos entren en circulación, los costes de los intereses no harán más que subir. El único truco que los federales tienen en la manga es que el banco central fuerce la bajada de los tipos de interés comprando más deuda federal. Pero, ¿de dónde sacará el banco central el dinero para hacerlo? Tendrá que imprimirlo. Y eso provocará más inflación de precios.

Por desgracia, no hay una salida fácil.

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