Durante el fin de semana, el comandante del Mando Central de los EEUU (CENTCOM), el general Michael Kurilla, llegó a Israel para «coordinarse» con el ejército israelí y planificar un ataque militar contra Irán. Piense en esto por un momento: uno de los oficiales de más alto rango en el ejército de los EEUU está planeando una guerra en un país extranjero contra otro país extranjero que será alimentada por armas americanas, inteligencia americana y dólares de los impuestos americanos.
¿Acaso ese país extranjero —Irán— atacó a los Estados Unidos o amenazó a los americanos? No, no lo hizo. ¿Qué hizo Irán para justificar que un comandante del CENTCOM pusiera en juego el peso del ejército de los EEUU para planificar una guerra, posiblemente la Tercera Guerra Mundial? Tomó represalias contra los ataques aéreos israelíes, incluida la asignación de un líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán.
Fue el ataque israelí con misiles contra Teherán —un acontecimiento sin precedentes— lo que desencadenó esta cadena de escalada, pero pocos lo sabrían por la cobertura mediática. Esta fiebre bélica entre Israel e Irán no sólo no tiene nada que ver con nosotros, sino que nuestra creciente implicación perjudica de hecho nuestros intereses nacionales en la región.
Después de una mortífera e inútil guerra por poderes de tres años contra Rusia en Ucrania, lo último que necesitamos es otra guerra en Oriente Medio, especialmente contra Irán. Pero no nos equivoquemos, guerra es lo que vamos a tener. Esta administración incluso ha ofrecido «compensar» a Israel con aún más armas y apoyo diplomático si atacan objetivos elegidos por los EEUU y evitan otros en Irán.
Imaginemos que China enviara oficiales militares a Irán para pagar a Teherán a fin de asegurarse de que algunos objetivos americanos fueran atacados y otros evitados. ¿Lo consideraríamos una guerra de Irán contra nosotros o una guerra de China contra nosotros? ¿Ambos?
¿Ha declarado el Congreso la guerra a Irán o siquiera la ha autorizado? No. ¿Nos ha explicado esta Administración por qué los americanos que sufren tras el catastrófico huracán Helene están solos porque tenemos que gastar miles de millones en una guerra que no es asunto nuestro? No. Los neoconservadores llevan décadas queriendo esta guerra y para ellos siempre es América, el último.
Esta guerra nos hará menos libres, menos seguros y mucho más pobres. No habrá ningún beneficio, sólo inconvenientes.
¿Autorizará la administración Biden/Harris que Israel destruya la producción de petróleo y otras instalaciones energéticas de Irán? Eso significaría que el americano promedio, que ya está sufriendo una alta inflación y una recesión económica, pagaría órdenes de magnitud más altas no sólo por la gasolina, sino por todo. Pensemos en el coste del transporte marítimo y por carretera y en todos los aspectos de nuestras vidas que dependen de los precios mundiales de la energía. Sería una calamidad económica para los americanos en beneficio de un país extranjero. ¿Esto es lo que llaman patriotismo?
Caminamos sonámbulos hacia una guerra catastrófica, adormecidos por la incesante propaganda de los medios de comunicación. Más miles de millones serán drenados de nuestra economía y muchas más vidas inocentes se perderán en esta locura. Casi un cuarto de siglo después, todavía no hemos aprendido las lecciones del 11 de septiembre. Cuando salimos al extranjero sembrando el caos y la destrucción en poblaciones extranjeras que no nos han hecho daño, creamos enemigos que buscarán venganza. Nos perjudicamos a nosotros mismos. Y corremos el riesgo de contraataque. ¡El momento de oponerse a esta guerra inminente es AHORA!