Según los nuevos informes de los fideicomisarios de la Seguridad Social y Medicare, tanto la Seguridad Social como el fondo de Medicare que paga los gastos hospitalarios empezarán a registrar déficits en 2035 y 2036. De forma decepcionante, pero no sorprendente, el Congreso estaba demasiado preocupado gastando miles de millones más en ayuda militar a países extranjeros y prohibiendo TikTok como para prestar atención a la inminente bancarrota de los dos mayores programas federales de prestaciones sociales.
Sin duda, muchos congresistas creen que pueden ignorar la inminente quiebra de la Seguridad Social y Medicare porque pueden contar con la Reserva Federal para hacer el «trabajo sucio» de recortar las prestaciones reales y subir los impuestos. Este resultado puede producirse a través del oculto, y regresivo, «impuesto inflacionista».
La Reserva Federal hace posible el estado de bienestar y guerra financiado por la deuda mediante la monetización de la deuda federal. Esta es una de las razones por las que, a pesar de que los intereses de la deuda son ahora la tercera partida más importante del presupuesto federal por detrás de la Seguridad Social y Medicare y por delante del gasto militar, hay tan pocos en el Congreso que se tomen en serio recortar el bienestar o la guerra. Los pocos que buscan recortes reales en el gasto social son tachados de «desalmados», mientras que los que buscan recortes reales en la guerra son tachados de «antiamericanos» por el unipartidismo.
El gasto y la deuda excesivos del gobierno están conduciendo a lo que algunos economistas llaman «dominación fiscal». La dominación fiscal se produce cuando un banco central debe dar prioridad a la monetización de niveles cada vez más altos de deuda pública, dando al Congreso el control de facto sobre la política monetaria.
La compra de deuda federal por parte de la Reserva Federal provocará inflación de precios. También fomentará más gasto público al reforzar el delirio unipartidista de que, como dijo el ex vicepresidente Dick Cheney, «los déficits no importan». Las políticas inflacionistas de la Reserva Federal reducen artificialmente los tipos de interés, que son el precio del dinero. Los tipos de interés artificialmente bajos distorsionan las señales enviadas a los inversores y empresarios, lo que conduce a una mala inversión. Esto crea burbujas que dan lugar a una prosperidad ilusoria. Con el tiempo, la realidad económica alcanzará a las ilusiones creadas por la Reserva Federal y las burbujas estallarán, provocando una recesión económica.
Es probable que la próxima crisis económica sea provocada o tenga como consecuencia el rechazo de la condición de moneda de reserva mundial del dólar. El Congreso se verá obligado a hacer recortes drásticos en el gasto, mientras que la Reserva Federal podrá monetizar la deuda. Esto provocará un malestar público masivo que podría desembocar en violencia, el auge de movimientos autoritarios de izquierda y derecha, y un creciente autoritarismo.
La única forma de evitar este destino es que una masa crítica de americanos exija al Congreso que empiece a reducir inmediatamente el estado de bienestar y guerra, empezando por nuestro abultado presupuesto militar. Lo que se ahorre se puede utilizar para ayudar a proteger a los que actualmente dependen de los programas de asistencia social y de derechos del gobierno, a medida que esos programas se eliminan gradualmente y el trabajo de proporcionar ayuda se devuelve a organizaciones benéficas privadas, iglesias y comunidades locales. El Congreso también debería frenar a la Reserva Federal aprobando el proyecto de ley de Auditoría de la Reserva Federal, legalizando monedas alternativas y prohibiendo a la Reserva Federal la compra de deuda pública.
Desde el colapso de 2008, los apologistas de la Reserva Federal han dedicado mucho tiempo a decir que auditar a la Fed pone al Congreso a cargo de la política monetaria, al tiempo que ignoran el hecho de que una amenaza real a la autotomía del banco central es el crecimiento del gasto y la deuda federales. El objetivo, sin embargo, debería ser abolir la Reserva Federal, no protegerla. Aquellos que realmente quieran un sistema monetario libre de interferencias políticas deberían unirse al movimiento para restaurar los límites constitucionales del gobierno y separar el dinero del Estado.