Cuando llega el final de otro año, no es mala idea pensar en cómo podemos mejorarnos a nosotros mismos e incluso mejorar la vida de los demás con el nuevo año. Muchas personas se proponen hacer más ejercicio, comer mejor o pasar más tiempo con la familia. Todos estos son objetivos loables, pero ¿no deberían nuestros cargos electos y los burócratas que dirigen Washington hacer sus propios propósitos? He aquí algunas sugerencias.
En primer lugar, el Congreso. El mes que viene tomará posesión el 119º Congreso de los EEUU, con mayoría republicana en ambas Cámaras. Con cada encuesta de opinión vemos cómo el público de los EEUU desprecia al Congreso. ¿Qué tal si hacemos algo al respecto? ¿Y si volvemos a la Constitución? Eso significa no más proyectos de ley de gastos ómnibus de 1.500 páginas que esconden innumerables medidas inconstitucionales de vigilancia, censura y estado policial tras un enrevesado lenguaje legislativo. Volver al proceso legislativo normal y aprobar proyectos de ley de asignaciones individuales y limpias con normas abiertas que permitan la máxima participación de cada diputado o senador.
Luego, si quieres, pasa el resto del año cambiando el nombre de las oficinas de correos. El pueblo americano te lo agradecerá.
Los americanos están furiosos, y con razón, porque el presidente Biden ha enviado hasta 200.000 millones de dólares para financiar la inútil guerra de Ucrania con Rusia, pero ¿de dónde sacó Biden ese dinero? Del Congreso. Los Padres Fundadores dieron al Congreso la capacidad de controlar el aventurerismo exterior del poder ejecutivo con el poder del dinero. Todos los fiascos de la política exterior de EEUU del siglo XXI podrían haberse evitado si el Congreso hubiera tenido el coraje de decir «no» cuando el presidente y el complejo militar-industrial exigieron dinero para un nuevo conflicto en el extranjero.
A continuación, el Poder Ejecutivo. El 20 de enero comenzaremos el segundo gobierno de Trump. Trump apeló a los votantes americanos cansados de la guerra prometiendo que no habrá más guerras y que se pondrá fin a los conflictos actuales en los que estamos involucrados en el extranjero. Un buen punto de partida sería anunciar el primer día que las tropas de los EEUU se retirarían de Siria. La semana pasada nos enteramos de que el gobierno de Biden nos había estado mintiendo sobre el número de tropas en Siria, pero la verdadera pregunta es: ¿por qué tenemos tropas allí? Trump dijo con razón que no es nuestra guerra, así que ¿por qué no marcharse a casa?
Lo mismo ocurre con Ucrania. Como «regalo» de despedida al pueblo americano, el presidente Biden acaba de anunciar otros seis mil millones de dólares para Ucrania. La mayor parte de ese dinero —como los miles de millones anteriores— terminará en manos del complejo militar-industrial de EEUU, y unos pocos miles de millones serán robados por el corrupto gobierno ucraniano. Incluso los principales medios de comunicación de los EEUU admiten que Ucrania ha perdido la guerra. Entonces, ¿por qué estamos drenando el tesoro de los EEUU y drenando a la población de Ucrania por una causa perdida? Presidente Trump: ponga fin a la financiación y a la guerra.
Debemos ser cautelosamente optimistas y pensar que, si los candidatos de Trump para dirigir el FBI y la comunidad de inteligencia logran el pase del Senado, tal vez podamos ver finalmente cómo el Estado profundo pierde su control. Esa es la mejor noticia posible. Necesitamos controlar a la CIA de los conflictos en el extranjero y poner fin a las guerras del FBI contra nuestras libertades civiles en nuestro país.
¡Mantener tan solo algunas resoluciones como las mencionadas anteriormente producirá un Año Nuevo más pacífico y próspero!