En una reciente entrevista en la CNN, la normalmente muy segura subsecretaria de Estado de EEUU, Victoria Nuland, parecía un poco desesperada. Intentaba convencer al Congreso para que aprobara otros 61.000 millones de dólares para el proyecto de guerra por poderes de los neoconservadores en Ucrania y lanzaba los viejos eslóganes que los neoconservadores utilizan cuando quieren financiación para su última guerra.
Preguntada por la CNN sobre si cree que el Congreso acabará aprobando el proyecto de ley, Nuland respondió que confía en que «haremos lo que siempre hemos hecho, que es defender la democracia y la libertad en todo el mundo...»
Lo que Nuland intenta aquí es lo que siempre hacen los neoconservadores. Tratan de envolver sus terribles políticas en la bandera americana y venderlas al pueblo americano como algo que refleja «nuestros» valores. Si te opones a otra guerra neoconservadora, entonces eres antipatriota, según sus artimañas.
Pero los americanos están despertando a las mentiras de los neoconservadores y cada vez son más los que se dan cuenta de que no hay un «nosotros» cuando los neoconservadores intentan vender otra guerra. Son «ellos». El «nosotros» en la ecuación es la gente a la que están robando para pagar lo que inevitablemente será otro fracaso neoconservador.
¿Algún americano sigue creyendo que Washington «defendía la democracia y la libertad» cuando utilizó una sarta de mentiras para meternos en Irak, donde se destruyó un país y murieron quizá un millón de personas? ¿Y cuando, tras 20 años en Afganistán, conseguimos sustituir a los talibanes... por los talibanes? Y Siria y Libia y todas las demás intervenciones? ¿Estaba Washington «defendiendo la democracia» cuando Nuland y el resto de los neoconservadores derrocaron con éxito a un gobierno elegido democráticamente en Ucrania en 2014?
Cada vez es más difícil para el pueblo americano ahogar las mentiras bélicas de los neoconservadores. Eso es algo que debería hacernos sentir optimistas. En la misma entrevista, Nuland dijo que confiaba en que cuando los miembros de la Cámara de Representantes vuelvan a la sesión la próxima semana, «después de que hayan estado en sus distritos escuchando al pueblo americano», votarán a favor de enviar los 61.000 millones de dólares a Ucrania.
Sin embargo, si nos fijamos en las encuestas de opinión pública, es mucho más probable que cualquier diputado que se reúna con sus electores durante el receso escuche lo contrario. Es probable que escuchen la exigencia de que no se gaste ni un céntimo más en la brutal, inútil y desastrosa guerra de Ucrania. Según una encuesta de Harris realizada a principios de este mes, ¡un 70% de los americanos quiere que se entablen conversaciones para poner fin a la guerra de Ucrania!
Los americanos ya no apoyan el proyecto de guerra neoconservador en Ucrania. Eso es algo que celebrar.
Tal vez en una última muestra de desesperación, Victoria Nuland debutó con otro argumento para mantener el flujo de dinero de la guerra para Ucrania. Dijo, «tenemos que recordar que la mayor parte de este dinero está volviendo directamente a esta economía para fabricar esas armas...»
¿Se supone que esto es atractivo para el pueblo americano? ¿La clase media y los pobres están siendo destruidos por la inflación y exprimidos por una moneda devaluada para que los ricos fabricantes de armas, políticamente conectados, puedan enriquecerse aún más? ¿En lugar de dinero para reconstruir este país y proteger sus fronteras, los americanos deberían estar encantados de ver cómo su duro trabajo se esfuma, literalmente, en Ucrania?