Mucho se ha escrito y dicho sobre la entrevista de Tucker Carlson con el presidente ruso Vladimir Putin la semana pasada. En el momento de escribir estas líneas, solo el vídeo de Twitter ha sido visto casi 200 millones de veces, lo que lo convierte probablemente en el acontecimiento noticioso más visto de la historia.
Muchos millones de telespectadores que tal vez no tenían acceso a la otra parte de la historia fueron informados de que el conflicto militar entre Rusia y Ucrania no comenzó en 2022, como informan continuamente los principales medios, sino que en realidad empezó ocho años antes con un golpe en Ucrania respaldado por EEUU. Los medios de EEUU no informan de esto porque no quieren que los americanos empiecen a cuestionar nuestra política exterior intervencionista. No quieren que los americanos vean que la intromisión de nuestro gobierno en los asuntos de otros países —ya sea mediante una «revolución de colores», sanciones o bombas— tiene consecuencias reales y mortales para quienes reciben los efectos de nuestra política exterior.
Para mí, sin embargo, quizá el aspecto más interesante de la entrevista de Tucker Carlson con Putin fue la reacción de los principales medios de EEUU. Como dijo el propio Putin durante la entrevista, «en el mundo de la propaganda, es muy difícil derrotar a los Estados Unidos». Incluso una mirada casual a la información de los principales medios de EEUU antes y después de la entrevista mostraría cuánta razón tiene al respecto. En los días y semanas anteriores a la entrevista, los medios de EEUU se llenaron de historias sobre lo horrible que era que Tucker Carlson entrevistara al presidente ruso. Todos decían que existía el peligro de que Putin difundiera «desinformación».
Decían que el hecho de que Putin pudiera decir algo que hiciera quedar mejor a su país era razón suficiente para no entrevistarle. Con esa lógica, ¿para qué hacer periodismo? Todos los periodistas que entrevistan —y, desde luego, todos los líderes mundiales— intentan pintar un cuadro de color de rosa. El trabajo de un periodista en una sociedad libre debería ser informar y dejar que la gente decida. Pero de alguna manera eso se ha perdido. Hoy en día, los principales medios te dicen lo que tienes que pensar y más vale que no lo discutas o te anularán.
Lo que realmente preocupaba a los principales medios de EEUU era que la «otra versión de la historia» empezara a calar entre el público. Así que atacaron al mensajero.
El reportaje de la CNN sobre la entrevista de Tucker resume en gran medida la reacción de los principales medios de EEUU. Su titular decía: «Tucker Carlson está en Rusia para entrevistar a Putin. Ya está haciendo la puja del Kremlin».
Por el mero hecho de hacer lo que antes se llamaba «periodismo» —entrevistar e informar sobre personas y acontecimientos, ya sean buenos o malos—, ¿se está «haciendo la puja» del sujeto de la entrevista o el reportaje?
No es de extrañar que el periodista Julian Assange lleve tantos años encerrado en un gulag. Se atrevió a asumir que, en una sociedad libre, ser periodista significa informar de lo bueno, lo malo y lo feo, incluso si ello pone en evidencia a quienes detentan el poder.
Al final, el éxito masivo de la entrevista de Tucker Carlson con Vladimir Putin demuestra de una vez por todas que el pueblo americano está harto de sus propagandistas y mentirosos de los principales medios. No buscan narrativas gubernamentales, sino la verdad. Esa es la buena noticia de esta entrevista.