Para la mayoría de los campos de estudio, el objetivo es hacer progresar las ideas y buscar la verdad. Esto no parece ser el caso en la economía.
No es sólo la Reserva Federal, es toda la comunidad global. El Banco Central de Suecia compartió recientemente un comunicado de prensa mostrando que tienen preocupaciones similares a las de la Fed y quiere facilitar la «oferta de crédito» mientras se esfuerza por mantener las tasas de mercado bajas. El Banco además afirma las dificultades que enfrenta para interpretar sus estadísticas de inflación durante los tiempos de la pandemia, señalando:
Por una parte, han faltado los precios de ciertos bienes y servicios, ya que éstos no se han consumido, y por otra parte el consumo real de los suecos durante la pandemia no se corresponde con las ponderaciones del índice de precios al consumo. Simplemente, los suecos han comprado más papel higiénico y menos viajes al extranjero de lo que implican las ponderaciones del índice de precios al consumo.
El problema de la medición de la «inflación» también ha sido expresado por el Banco del Canadá. No sólo son problemáticos los pesos relativos, sino también la volatilidad de los datos que influye en la «experiencia inflacionaria» del tamaño de la muestra del IPC, lo que dificulta la interpretación:
...en cualquier mes, el IPC puede ser bastante volátil y no reflejar su tendencia a largo plazo. Eso se debe a que los precios de artículos como la fruta y las verduras frescas o la gasolina pueden saltar mucho, afectando al IPC.
Especialmente porque «estos no son tiempos normales».
Los canadienses están gastando mucho menos en gasolina y viajes aéreos, y más en comida comprada en tiendas. Y hasta hace muy poco, no gastaban nada en cortes de pelo. La implicación es que el IPC no refleja completamente la experiencia inflacionaria actual de la gente.
Entre formular una cesta arbitraria de bienes para incluir artículos como la gasolina, las frutas, las verduras y el papel higiénico, y luego asignar un peso arbitrario de importancia relativa a esos artículos, los banqueros centrales se obsesionan entonces con los precios al consumidor mientras ignoran los precios de los activos, como los de las acciones, los bonos y los bienes inmuebles.