¿Se parece el juego de mesa Monopoly a los mercados reales?
Mucha gente cree que el juego de mesa Monopoly, desarrollado durante la Gran Depresión, imita la economía capitalista del mundo real. El Monopoly es un juego, no la vida real.
Mucha gente cree que el juego de mesa Monopoly, desarrollado durante la Gran Depresión, imita la economía capitalista del mundo real. El Monopoly es un juego, no la vida real.
Los miembros del Congreso afirman estar «preocupados» por la fusión propuesta entre LIV Golf y el PGA Tour. Deberían apoyarla o, mejor aún, retirarse por completo.
Los disturbios en Francia no se deben al racismo ni son el fin lógico de la inmigración. Más bien tiene su origen en el salario mínimo francés y otras restricciones laborales que provocan desempleo y resentimiento.
Los medios americanos modernos se han politizado tanto que ahora no se puede confiar en una institución antaño venerable.
A pesar de la retórica que escuchamos de los principales medios de comunicación, su cobertura de la guerra de Ucrania roza la propaganda descarada.
Aunque los americanos creen que la Primera Enmienda protege su expresión, el gobierno de EEUU y medios principales se han unido para suprimir la expresión que no coincide con las políticas del gobierno.
Kamala Harris declaró recientemente que necesitamos «reducir la población». Aunque la Casa Blanca afirmó rápidamente que se había expresado mal, los progresistas han dado suficiente devoción casi religiosa al neomathusianismo como para convencernos a algunos de que Harris quería decir lo que dijo.
Algunos residentes de San Luis, hartos de la falta de protección de la policía de la ciudad, han contratado seguridad privada para hacer frente al problema. A la izquierda igualitaria, por supuesto, eso no le gusta.
Para amenazar seriamente el régimen, hay que atacarlo de raíz. Para ello habría que rechazar el régimen jurídico moderno de los derechos civiles, algo que no interesa a los conservadores modernos al estilo de Buckley ni a los liberales al estilo de James Lindsay, y que une a paleoconservadores y paleolibertarios.
Para que las naciones tengan desarrollo de capital y economías basadas en el mercado, deben tener un marco cultural que acepte estos desarrollos. Demasiadas naciones no lo hacen y, como consecuencia, languidecen en la pobreza.