[Este ensayo se ha extraído del original publicado por la Libertarian Alliance]1
El año pasado se celebró el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin. Pero este ensayo no trata de Charles Darwin. Trata de un contemporáneo de éste, Herbert Spencer, que estaba desarrollando una teoría de la evolución antes que Darwin y al que se atribuye la expresión «supervivencia de los mejor adaptados». Sus libros se vendieron en grandes cifras a lo largo de su vida y fue indudablemente el filósofo más famoso de la era victoriana. Charles Darwin se refirió a él como «nuestro gran filósofo».2
Mientras que la mayoría de los filósofos no consiguen muchos seguidores fuera del ámbito académico de sus iguales en la profesión, en las décadas de 1870 y 1880 Spencer había alcanzado una popularidad sin parangón, como indica sencillamente el volumen de sus ventas. Fue probablemente el primer filósofo en la historia, y posiblemente el único, en vender más de un millón de ejemplares de sus obras durante su vida.3
El único filósofo inglés que ha logrado una popularidad similar ha sido Bertrand Russell y eso fue en el siglo XX.
A mediados y finales del siglo XIX, Herbert Spencer era tan famoso como Darwin y era reconocido entre muchos de los principales intelectuales del momento: John Stuart Mill, Mary Ann Evans (George Eliot), Thomas Henry Huxley (»el bulldog de Darwin») y George Henry Lewes, por nombrar unos pocos.
La teoría de Darwin se centraba principalmente en la biología, concentrándose en la flora y la fauna, y expresando su idea original del mecanismo por el que funciona la evolución, es decir, la selección natural, mientras que la obra de Spencer tenía un ámbito más amplio, incluyendo biología, psicología, sociología, ética y política, así como filosofía.
Así que creo que es interesante ver por qué, más de 100 años después, se conoce mucho mejor a Charles Darwin que a su ilustre contemporáneo, Herbert Spencer que hoy está prácticamente olvidado.
La razón por la que Herbert Spencer ha caído en desgracia se debe en buena parte a la etiqueta que se le ha colocado, una etiqueta que curiosamente lleva el nombre de Darwin, y que es «darwinista social». Lo que insinúa es que Spencer tomó la teoría de Darwin y la aplicó a la evolución social en las sociedades humanas.
¿Un darwinista social?
La responsabilidad del mancillamiento y virtual destrucción de la reputación de Herbert Spencer puede atribuirse a un solo hombre, el autor de Social Darwinism in American Thought 1860-1915, Richard Hofstadter. Su libro, una crítica hostil de la obra de Spencer, publicado en 1944, se vendió muy bien y fue muy influyente, especialmente en círculos académicos. Afirmaba que Spencer había utilizado la evolución para justificar la desigualdad económica y social y apoyar una postura política de extremo conservadurismo, que llevó, entre otras cosas, al movimiento eugenésico. En términos sencillos, es como si la expresión de Spencer, «la supervivencia de los mejor adaptados», hubiera sido reclamada por éste como base de una doctrina política.
Pero hay un problema con la celebrada obra de Hofstadter: Sus afirmaciones no se asemejan en casi nada al verdadero Herbert Spencer. De hecho, como argumenta el economista de la Universidad de Princeton, Tim Leonard, en su provocador nuevo título «Orígenes del mito del darwinismo social», que aparecerá en el próximo Journal of Economics Behavior and Organization, Hofstadter es culpable de distorsionar las posiciones de libre mercado de Spencer y calumniarlas con la mancha de un colectivismo darwiniano racista.4
Y aún así permanece la influencia de Hofstadter. Su visión de Spencer se repite a menudo en libros académicos, como apunta Roderick T. Long:
Los libros de texto resumen a Spencer en unas pocas líneas como un «darwinista social» que predicaba que «el poder crea el derecho» y defendía dejar morir de hambre a los pobres para eliminar a los peor adaptados, una descripción que es poco probable que le haga ganar lectores.5
Estos comentarios son tremendamente injustos, como explica Long:
Por supuesto, el resumen del libro de texto es absurdo. Lejos de ser un defensor de «el poder crea el derecho», Spencer escribió que el «deseo de mandar es esencialmente un deseo bárbaro», porque «implica una apelación a la fuerza», que es «inconsistente con la primera ley de la moralidad» y «radicalmente erróneo». Aunque Spencer se oponía a los programas sociales financiados con impuestos, apoyaba fuertemente la caridad voluntaria y de hecho dedica diez capítulos de sus Principios de ética a una explicación de la «beneficencia positiva».6
Creo que es útil en este momento ver el historial e inclinaciones de Hofstadter. Éste nació en 1916 en Estados Unidos, se graduó en la Universidad de Buffalo y obtuvo su doctorado en la Universidad de Columbia. Se unió al partido comunista en 1938 y, aunque acabó desilusionado con los marxistas, continuó oponiéndose al libre mercado, diciendo: «Odio el capitalismo y todo lo que conlleva».7 Fue un historiador que simpatizaba con la izquierda estadounidense durante la época política estadounidense del New Deal. Por consiguiente muchos escritores progresistas de izquierdas han citado las referencias de Hofstadter a Spencer sin preocuparse por estudiar la obra original de Spencer, perpetuando así el error.
Como apunta George H. Smith:
Probablemente, ningún intelectual ha sufrido más distorsión y abuso que Spencer. Es condenado continuamente por cosas que nunca dijo (de hecho, se le aprovecha para cosas que negó explícitamente). El objetivo de la crítica académica es normalmente el Spencer mítico en lugar del Spencer real y aunque algunos críticos pueden obtener una inmensa satisfacción por sus devastadoras refutaciones de un Spencer que nunca existió, estos tratamientos dificultan en lugar de avanzar la causa del conocimiento.8
El pasaje más citado de la obra de Spencer, por parte de Hofstadter y otros que quieren arruinar la reputación de Spencer es:
Si son suficientemente completos como para vivir, viven y está bien que deban vivir. Si no son suficientemente completos como para vivir, mueren y es mejor que deban morir.9
Esto suena duro, pero lo que los que atacan a Spencer olvidan citar es la primera frase del siguiente párrafo, que transforma su sentido:
Por supuesto, en la medida en que la severidad de este proceso se mitiga por la simpatía espontánea de los hombres entre sí, es apropiado que deba mitigarse.10
Así que su argumento es que la mitigación de la selección natural por la benevolencia humana triunfa sobre el beneficio que resulte de la muerte de los peor adaptados. En otras palabras, que es mejor responder a nuestra simpatía natural y salvar a los inadaptados en lugar de dejarles morir. Esto supone un significado bastante distinto de la frase original cuando se cita sola.
No sorprende por tanto que desde que se empañó la reputación de Spencer (injustamente en mi opinión), no se le considere con el mismo respeto que el que tenía en su propio tiempo y de hecho raramente se estudia hoy en las universidades. La crítica más condenatoria de todas es que sus ideas llevaron al movimiento eugenésico, lo que también es absolutamente falso.
Como explica Damon W. Root:
La eugenesia, que se basa en el racismo, la coacción y el colectivismo, era extraña a todo lo que creía Spencer.11
También los sitios de Internet dan a menudo a Herbert Spencer una mala reputación. En un sitio web dedicado a explicar la evolución, y descrito por Richard Dawkins como «profundamente impresionante», se nombra a Herbert Spencer como el «padre del darwinismo social como teoría ética».12 Continúa describiendo las aplicaciones del darwinismo social:
El darwinismo social se usó para justificar numerosas explotaciones que clasificamos hoy como de dudoso valor moral. El colonialismo se veía como natural e inevitable y se justificaba mediante la ética del darwinismo social (la gente veía a los nativos como más débiles y menos adaptados para sobrevivir y por tanto se sentía justificada para apropiarse del terreno y los recursos. El darwinismo social se aplicaba también a la acción militar: el argumento era que el ejército más fuerte ganaría y por tanto sería el mejor adaptado. Por supuesto, las bajas en el bando perdedor se consideraban resultado natural de su estado de inadaptación. Finalmente, daba aprobación ética a los brutales gobiernos coloniales que utilizaban tácticas opresivas sobre sus súbditos.
He aquí lo que Herbert Spencer tenía que decir acerca del colonialismo:
Además, el gobierno colonial, llamado apropiadamente así, no puede llevarse a cabo sin transgredir los derechos de los colonos. Pues si, como generalmente ocurre, los colonos están dirigidos por autoridades enviadas desde la metrópoli, entonces se vulnera la ley de igual libertad en sus personas, tanto como en cualquier otro tipo de gobierno autocrático.14
Esta claro en esta cita que Spencer se oponía al colonialismo.
También comparaba el tipo de sociedad militante (basada en la guerra) y el tipo de sociedad industrial (basada en el comercio), criticando a la primera por su énfasis en el autoritarismo y alabando la segunda porque lleva a la libertad individual.
He aquí lo que Herbert Spencer tenía que decir acerca de la sociedad militante:
Luego, en resumen, bajo el tipo militante, el individuo es propiedad del estado. Mientras que la preservación de la sociedad sea el fin principal, la preservación de cada miembro es un fin secundario, un fin del que se preocupa principalmente sirviendo al fin primario.15
Y he aquí cómo compara Spencer los dos tipos de sociedad:
En una sociedad organizada para la acción militante, la individualidad de cada miembro tiene que subordinarse en vida, libertad y propiedad, ya que es propiedad, en buena parte o en todo, del estado; pero en una sociedad organizada industrialmente, no se requiere esa subordinación del individuo.16
No son palabras de un hombre que promueva la acción militar basándose en «el poder crea el derecho». Lo que le preocupan son los derechos individuales y ve al colonialismo y la sociedad militante como condiciones que socavan los derechos individuales.
El sitio web antes referido es solo un ejemplo más de la afirmación repetida a menudo de que Herbert Spencer era un darwinista social, lo que, basándonos en su definición, es completamente falso.
¿Profeta libertario?
Pese al hecho de que en tiempos de Herbert Spencer no existía el término libertario, creo que a Spencer puede clasificarle como temprano portavoz y visionario del movimiento libertario, o, por usar la expresión de Roderick T. Long, puede describírsele como un «profeta libertario». Creo que Spencer no solo expresó ideas libertarias, sino que asimismo presentó una visión libertaria del futuro. Daré algunos ejemplos.
En ética, Spencer expuso una «ley de igual libertad» que reza que
todo hombre tiene libertad para hacer lo que desee, siempre que no limite la igual libertad de cualquier otro hombre.17
Esto es libertarismo en estado puro. Roderick T. Long lo explica:
Spencer procede a deducir de la Ley de Igual Libertad la existencia de derechos a la libertad de expresión, prensa y religión, a la integridad corporal, a la propiedad privada y al intercambio comercial: prácticamente todo el menú de los libertarios actuales.18
La visión de los impuestos de Spencer es también bastante libertaria, como demuestra este pasaje:
Pues lo que se indica junto a cada exacción adicional es: «Hasta ahora has sido libre de disponer de esta porción de tus ganancias de la forma que quiera; a partir de ahora no serás libre de gastarla, sino que la gastaremos para el beneficio general». Así, directa o indirectamente, y en la mayoría de los casos de ambas formas a la vez, el ciudadano está cada vez un paso más lejos en el crecimiento de esta legislación obligatoria, privado de alguna libertad que antes tenía.19
Al considerar la esfera adecuada del gobierno, Spencer se pregunta cuáles son los requisitos de una comunidad para un gobierno formado naturalmente.
¿Para qué quieren entonces un gobierno? No para regular el comercio, no para educar al pueblo, no para enseñar religión, no para administrar la caridad, no para hacer caminos o vías férreas, sino simplemente para defender los derechos naturales del hombre: para proteger a la persona y la propiedad, para impedir las agresiones de los poderosos a los débiles, en una palabra, para administrar justicia. Esta es la misión natural y original de un gobierno. No se pretende que haga menos: no tendría que permitírsele hacer más.20
Esto coincide con la opinión de muchos libertarios minarquistas/de Estado mínimo de hoy en día.
Otro hecho interesante es que Spencer argumentó a favor de los derechos de las mujeres mucho antes de que se estableciera legalmente. Por ejemplo, en sus Principios de ética, con su capítulo sobre «Los derechos de las mujeres», indicaba que:
Por tanto, si hombres y mujeres son considerados severamente como miembros independientes de la sociedad y cada uno de los cuales tiene que hacer lo mejor para él o ella, de esto se deduce que no pueden establecerse equitativamente limitaciones a las mujeres con respecto a ocupaciones, profesiones u otras carreras que puedan querer seguir. Deben tener igual libertad para prepararse e igual libertad para beneficiase de esa información y habilidades que adquieran.21
Esto está de nuevo de acuerdo con la visión libertaria.
La importancia del Herbert Spencer para el libertarismo ha sido reconocida por Tibor R. Machan:
Lo que Spencer hizo por el libertarismo es lo que Marx hizo por el comunismo: proporcionarle lo que iba a ser una completa justificación científica, siguiendo el modelo de ciencia apropiada predominante en su tiempo.22
Pero indica que
ninguno de ambos pensadores tuvo éxito. Pero mientras que Marx es alabado en todas partes como un mesías (con ropa secular), aunque sus teorías se hayan parcheado desesperadamente para ajustarse a los hechos, Herbert Spencer, un científico mejor y, en su teoría moral y política más astuto que Marx, es rechazado ampliamente como un insensato o un darwinista puro y duro.23
Lo que sí reconoció Spencer fue que muchos liberales de su tiempo estaban abandonando sus principios (tanro que les llamó los «nuevos tories». Apuntaba que
han perdido de vista la verdad de que en tiempos pasados el liberalismo propugnaba la libertad individual frente a la coacción del Estado.24
No sabía que estos «nuevos tories» se convertirían en los nuevos «liberales» y que los liberales originales o clásicos necesitarían un nuevo nombre para identificarlos: ese nombre iba a ser el de «libertarios».
Spencer fue profético en que vio la llegada de una era militante en los gobiernos, que llevaría a la guerra y el colectivismo. La llegada del nazismo y el comunismo en el siglo XX demostró que sus temores eran fundados.
Sin embargo, el optimismo de Spencer para el futuro a largo plazo, en el que creía que acabaría prevaleciendo la sociedad industrial, basada en la cooperación voluntaria y el intercambio pacífico, sigue proporcionando esperanza y de hecho una visión positiva del futuro, que inspira hoy a los libertarios.
Conclusión
A Herbert Spencer se le presenta a menudo erróneamente en libros de texto y sitios web como un «darwinista social», pero estas afirmaciones describen a un Spencer mítico que nunca existió. El Spencer real fue muy diferente. El Spencer real expresó a menudo opiniones bastante similares a las de los libertarios modernos y de hecho su optimismo en el futuro del mundo a largo plazo, basado en la cooperación voluntaria justifica el calificativo de «profeta libertario».
Este ensayo se ha extraído del original publicado por la Libertarian Alliance
- 1Rev. Dr. Malcolm Brown, «Good religion needs good science».
- 2Charles Darwin, The Descent of Man, John Murray, Londres, 1882, p. 123.
- 3Wikipedia, «Herbert Spencer».
- 4Damon W. Root, «The Unfortunate Case of Herbert Spencer», Reason.com, 29 de julio de 2008.
- 5Roderick T. Long, «Herbert Spencer: Libertarian Prophet», julio/agosto de 2004.
- 6Ibídem.
- 7 Wikipedia: Richard_Hofstadter.
- 8George H. Smith (Atheism, Ayn Rand, and other Heresies, p. 293) citado en Roderick T. Long, «Too Awful to Read? Susan Jacoby sobre Herbert Spencer», julio de 2004.
- 9Herbert Spencer, Social Statics: or The Conditions essential to Happiness Specified and the First of them Developed, John Chapman, Londres, 1851, Parte III, Capítulo XXVIII, 4, disponible en línea en LibertyFund.org.
- 10Herbert Spencer, Social Statics: or The Conditions essential to Happiness Specified and the First of them Developed, John Chapman, Londres, 1851, Parte III, Capítulo XXVIII, 4, disponible en línea en LibertyFund.org.
- 11Damon W. Root, Ibid.
- 12Herbert Spencer, Social Statics: or The Conditions essential to Happiness Specified and the First of them Developed, John Chapman, Londres, 1851, Parte III, Capítulo XXVIII, 4, disponible en línea en LibertyFund.org.
- 14Herbert Spencer, Social Statics: or The Conditions essential to Happiness Specified and the First of them Developed, John Chapman, Londres, 1851, Parte III, Capítulo XXVII, 1, disponible en línea en LibertyFund.org.
- 15Herbert Spencer, Political Institutions: being PART V of the Principles of Sociology (la parte final del Vol. II), Williams y Norgate, Londres, 1882, Capítulo XVII, 551, disponible en línea en LibertyFund.org.
- 16Ibídem, capítulo XVIII, 564.
- 17Herbert Spencer, Social Statics: or The Conditions essential to Happiness Specified and the First of them Developed, John Chapman, Londres, 1851, Parte II, Capítulo VI, 1, disponible en línea en LibertyFund.org. Esta Ley figura de manera destacada en la contraportada de cada número de The Individual, la revista de la Sociedad para la Libertad Individual.
- 18Roderick T.Long, Ibid.
- 19Herbert Spencer, The Man Versus the State, Liberty Classics, Indianapolis, 1981, págs. 23 y 24.
- 20Ibídem, pág. 187.
- 22Ibid., Vol. I, Introduction de Tibor R. Machan, pág. 9.
- 23Ibid., Vol. I, Introduction de Tibor R. Machan, p. 9.
- 24Herbert Spencer, The Man Versus the State, Liberty Classics, Indianápolis, 1981, pág. 10.