A la vez que la «Nueva Era» agrupa una gran variedad de movimientos y visiones del mundo heterogéneos, existen unos rasgos generales que caracterizan a sus seguidores, además de la forma de vestir y los hábitos alimentarios: la convicción de formar parte de una nueva fuerza planetaria que contribuirá o será testigo de una transformación espiritual de la humanidad —que dará un salto cualitativo hacia una conciencia más elevada. Aunque muchas de las creencias espirituales y prácticas en que se basan proceden de orígenes antiguos y geográficamente diversos, el movimiento de la Nuera Era solo apareció como un fenómeno de masas después de la Segunda Guerra Mundial o, más exactamente, alrededor del movimiento «hippie» y las rebeliones estudiantiles de los sesenta, y ahora está presente en casi todos lados tanto en la cultura popular como entre la intelectualidad.
Aparte de menciones esporádicas —incluso en las obras de Murray N. Rothbard— los autores libertarios parece que han puesto poca atención a la filosofía de la Nueva Era. Esto puede deberse a la percepción de que la espiritualidad tiene que ver con asuntos que hasta ahora no son unánimemente observables ni objetivamente cuantificables. Las posturas libertarias descansan sobre el principio de no agresión contra los no agresores, lo cual por su parte se construye sobre una clara definición de los derechos de propiedad. A pesar de todo, aún no está claro si materias espirituales como «el aura», las «vibraciones» o la «energía» son recursos escasos. Mientras que los comportamientos bajo el membrete de la Nueva Era sean voluntarios, son «actos capitalistas entre adultos que consienten» (aunque no se trate de capítulos para una futura secuela del libro de Walter Block Defending the Undefendable tipo «el gurú sexual», «el médium» o «el sanador por el aura»).
De todos modos, ya que la literatura de la Nueva Era incluye pensamientos sobre el Estado y los asuntos económicos, parece justificable examinarlos desde el punto de vista Austrolibertario. En las líneas que siguen citaremos a las «autoridades» espirituales en estos asuntos. Debido a limitaciones de espacio, solamente un pequeño número de «pensadores» de la Nueva Era serán considerados. La selección no intenta ser representativa de la totalidad del pensamiento de la Nueva Era. No existen datos estadísticos para basar dichas decisiones, aunque algunas publicaciones esotéricas o sofisticadas, por ejemplo, compilan listas de ranking (como la «lista de los 100 personas vivas más influyentes espiritualmente de la Watkins Review). Por otro lado, la representatividad estadística probablemente no es una buena medida para los asuntos de orden espiritual. Después de una extensa lectura de material del movimiento Nueva Era, se pueden formular las siguientes nociones de pensamiento y opinión como fundamento de la mayoría de los filósofos de la Nueva Era: preferencia de la propiedad comunal sobre la privada; del consumo sobre el ahorro; de la intuición sobre la racionalidad; de la naturaleza sobre la tecnología y de la comuna sobre la familia; puntos de vista favorables al gobierno mundial; abolición del dinero; renunciación del egoísmo y la codicia; pensamiento anti racionalista; una nueva teoría de clases y preferencia por el momento («¡aquí y ahora!»).
Aunque declaradamente apolítica, en términos de organización política muchos maestros espirituales parecen preferir alguna forma de «gobierno mundial». El gurú indio Osho (1931–1990, también conocido como Bhagwan Shree Rajneesh) era uno de ellos:
Para convertir (a la ONU) en un éxito lo más simple es convertirla en un Gobierno Mundial. Todas las naciones deberían rendir sus ejércitos, sus armas, al Gobierno Mundial. Ciertamente, si hay un solo gobierno no se necesitan ejércitos ni armas. ¿Con quién vas a tener una guerra?
En estos momentos cada gran país, cada potencia, está cargado con armas nucleares, tanto que si quisiéramos, podríamos destruir setenta planetas como este, ahora mismo…
Los políticos básicamente, en el fondo, son impotentes —por eso tienen urgencia por el poder (…) y el poder está en manos de tales personas. Cualquier chalado puede apretar el botón y acabar con toda la humanidad —toda la vida en la tierra (…)
Cada primer ministro de los países existentes se convertirá en miembro del Gobierno Mundial y todos los primeros ministros de los países que se unan al Gobierno Mundial seguirán trabajando funcionalmente. No tendrían ningún poder real, porque no existiría el caso de alguien que invadiera a otro. Simplemente dirigirían los ferrocarriles y las oficinas de correos, etc. de sus países.
Existe la posibilidad de que unos pocos gobiernos no quisieran unirse al Gobierno Mundial. Entonces, tendrían que ser boicoteados completamente, como si no existieran. No debería existir relación alguna con ellos, ni comunicaciones, porque este es la única forma de obligarlos a unirse. Y no pueden resistir al Gobierno Mundial. Tendrán que rendirse. Es mejor rendirse elegantemente. Y entonces tendrán sus gobiernos, sus guardias internos, una fuerza nacional que pueda manejar los asuntos internos, pero no poseerán fábricas haciendo armas nucleares y millones de personas empleadas en el innecesario ejercicio de matar hombres.
Los miembros del Gobierno Mundial escogerán al Presidente Mundial. Pero el presidente del mundo no se escogerá entre sus miembros, sino fuera. Y una cosa será absolutamente cierta sobre él: no será un político. Puede ser un poeta, un pintor, un místico, un bailarín, pero no un político. Cualquier cosa menos esto. De esta forma destruirá el poder político que ha sido una completa tortura en el pasado.
El modo en que la ONU existe ahora, con un puñado de países con poder de veto, debería ser disuelto.
Es una lucha de poderes, y eso ha sido la causa de muchos problemas: un gobierno único con capacidad para imponer el veto sobre algo para todo el mundo. En lugar de eso, cada presidente de las diferentes naciones tendrá poder de acuerdo a la población de ciudadanos escolarizados, de graduados de escuela superior.
Esto cambiará por completo la estructura del poder del mundo. Luego, los detalles podrán ser realizados fácilmente.
Aunque algunas de las frases sobre política pueden sonarles verdaderas a los libertarios, este pasaje abunda en inconsistencias lógicas. ¿Realmente un gobierno mundial no usaría sus armas? De todos modos, esto puede ser compatible con posturas que desafían el pensamiento lógico:
Pregunta: ¿Por qué está tan en contra de la lógica?
Osho: Porque es lógico estar contra la lógica. La lógica no prueba nada, por eso estoy contra la lógica. Solamente intenta probar, no prueba nada. Es un juego nulo, verbal. Pero las pretensiones son tales que millones de personas están engañadas con ella y durante muchos años hemos sido entrenados para la lógica, así que tiene su atractivo. Pero la lógica nunca ha probado nada. La prueba viene siempre con la experiencia, no a través de la lógica.
Esta postura empírica, junto con una negación de principios universales, puede conducir a las siguientes afirmaciones (¡hechas en 1989!):
Me encanta la Unión Soviética porque es un gran experimento. Es un hito en la historia humana. Desde luego, está solo a medias, pero a medias es mejor que nada. La otra mitad puede ser levantada encima de esto.
Lo que Lenin y Stalin han producido ha dado fundamento a todos para levantar el templo de la conciencia. Y este templo no pertenece a ninguna religión; pertenecerá a todos los individuos que quieran entrar en la iniciación, que quieran entrar en el camino (…)
Parece cruel, inhumano. Pero fue Joseph Stalin quien dirigía la Unión Soviética porque estaba combatiendo a enemigos por los dos lados. Enemigos desde dentro —la Iglesia Ortodoxa Rusa, los intelectuales, las personas que no querían compartir su propiedad— incluso las masas de pobres. Como le dije, un hombre que solo tiene dos gallinas no las compartirá —es todo lo que tiene. Las masas son el enemigo más grande de su propio bienestar. Así que te sorprendería el saber que un millón de rusos fueron asesinados por Joseph Stalin y que no eran de los ricos. Eran los pobres que eran inflexibles, obstinados.
Sin Stalin el comunismo no habría triunfado —aunque triunfó a través de la violencia, el asesinato y la masacre. Primero tenía que terminar con todos los enemigos que tenía dentro del país y luego construir un muro de acero alrededor de la Unión Soviética, porque el mundo entero estaba contra él. Todos los países capitalistas estaban contra él, contra el comunismo, porque si el comunismo triunfa en un país, va a triunfar en todos los países. Es mejor matar al principio, porque pronto se ganará más y más fuerza y resultará imposible pararlo.
El mérito de haber protegido a la Unión Soviética y al comunismo es de Joseph Stalin. Pero desde luego tuvo que usar el asesinato, los juicios sumarísimos, sin pérdida de tiempo. No tenía mucho tiempo que perder arguyendo en los tribunales. Simplemente acabar con la gente inmediatamente, solo por sospecha (…)
Se suele decir, y se dice todavía en todos los países capitalistas que «No puedes matar a un inocente aunque tengas que soltar a noventa y nueva criminales solo para salvar a un inocente». Stalin le dio la vuelta a esto. Decía «No puedes soltar a un criminar, aunque tengas que matar a noventa y nueva inocentes». Así que no es una cuestión de individuos, no es cuestión de inocencia, es cuestión de salvar el comunismo a toda costa».
Otro líder espiritual fue Jiddu Krishnamurti (1895–1986), que en su libro Education and the Significance of Life escribe: «Tenemos que crear un gobierno mundial radicalmente diferente, que no se base en el nacionalismo, en ideologías o en la fuerza» (p. 57).
Hablando en general, aunque algunas figuras de la Nueva Era puedan hacer afirmaciones a favor de un político u otro, como Deepak Chopra, el quinto de la lista de la Watkins Review, que recauda fondos a favor de Obama, parece que la mayoría de ellos no tienen el foco puesto directamente en la política o las instituciones del estado. En vez de eso, perciben las acciones del mismo como el resultado de una conciencia colectiva de la humanidad, que solamente puede ser mejorada a través de prácticas espirituales de varios tipos realizadas por el mayor número posible de individuos. Enviar «energía positiva» o vibraciones a los líderes mundiales y así ejercer una influencia pacificadora parece ser el método preferido —no el oponerse abiertamente al abuso de los gobiernos, lo cual, desde el punto de vista espiritual, solo reforzaría la «negatividad» presente.
Esto parece un corto conocimiento de los peligros inherentes y de la inmoralidad de los monopolios estatales jurídicos y fiscales. Como en la ideología Marxista, se espera que la institución del estado se disuelva o transforme mediante un proceso dialéctico.
En cuanto a la economía, los autores de la Nueva Era parece que adoptan la posición acostumbrada acerca de una economía de social—mercado o de moderado intervencionismo. Deepak Chopra promueve un capitalismo «justo»:
Una sociedad marcada por la represión y la autoridad rígida —lo cual es el cuadro político general en China— puede producir crecimiento económico, pero eso no es Norteamérica. De la misma forma, un mercado libre completamente desatado como el que existió en la época de los «Barones del caucho», puede generar muchísimos beneficios, pero tampoco eso es Norteamérica. Hace tiempo que decidimos que las personas se merecen la dignidad, un lugar de trabajo saludable, un medio ambiente limpio y la ausencia de cruda explotación por dueños y jefes.
Muchos líderes espirituales están a favor de una reducción voluntaria del comportamiento consumista y enseñan el desapego de las cosas materiales. El modo de vida ideal sería para algunos el del hombre que no deja tras de si ningún rastro —como un «pájaro en el cielo». Hablando en términos de economía, refleja una preferencia por el consumo («aquí y ahora») sobre el ahorro («atesoramiento») y su resultado, si se aplica consecuentemente, sería menos inversión en capitales o incluso consumo de capitales. A pesar de todo, solamente unos cuantos líderes de la Nueva Era hablan abiertamente en contra del capitalismo y la economía de mercado —probablemente también se debe a que una considerable parte de sus seguidores son ricos.
Parece que hay un consenso entre los maestros espirituales en que la avaricia y «el dinero» causaron la actual crisis económica, como explica el actual decimocuarto Dalai Lama (actualmente segundo en la lista del Watkins Review) explica en una entrevista del Business Week:
Le digo a la gente, incluyendo a algunos hombres de negocios que son amigos míos, que lo que ha causado esta crisis económica global ha sido la demasiada avaricia, la especulación, la hipocresía —el no ser transparente. Estos son los aspectos éticos y morales.
De acuerdo con el Budismo, estas cosas suceden debido a sus propias causas y condiciones. La presente crisis se fue desarrollando durante años o décadas. Todas las causas y condiciones estaban completamente maduras. Ninguna fuerza podría pararlo. Es una ley natural. Así hay que aceptarlo.
Aunque los economistas austriacos aceptarían rápidamente el hecho de que las crisis económicas están «de alguna forma» relacionadas con «avaricia y dinero», los maestros de la Nueva Era y sus seguidores raramente muestran un conocimiento más profundo de los mecanismos económicos subyacentes. Sus afirmaciones a menudo se quedan en un nivel tan general que los lectores pueden encontrar fácilmente confirmaciones, en una estrategia similar a la del «efecto Barnum» en astrología. En el siguiente extracto, Eckhart Tolle explica «como el presente momento puede sanar la economía mundial»:
Ya sabemos que el ego es la fuente del Cuerpo del Dolor, que parte de nuestra conciencia tiende hacia el placer y rechaza el dolor. También sabemos que el apego nos lleva a cuidar más las cosas que las cualidades como el Amor, la Compasión, la Cariñosa Amabilidad…
Todos los países del mundo quieren crecimiento cada año. Esto es como decir que lo que más sube nunca vuelve a bajar. Todo político y hombre de estado busca formas de que el PIB suba más y más niveles. Pero, ¿qué pasaría si tuviéramos ecuanimidad económica? ¿Qué pasaría si el Presidente Obama como cabeza de la economía más fuerte del mundo empezara a hablar acerca de paz interior en vez de crecimiento económico a cualquier coste? ¿Alguna vez el hacer más dinero trajo a alguien que ud. conozca una felicidad permanente?
No estamos hablando de aceptar menos. Estamos hablando de aceptar. Parte del vivir en armonía con el Universo es el aceptar sus leyes físicas que incluyen los ciclos económicos de las naciones. Sin tener en cuenta la imprudencia de los bancos y de los operadores de valores, el Universo no puede sostener una expansión continua. Incluso la teoría del Big Bang que nos dice que el Universo está en constante expansión, también dice que en tal expansión el Universo se enfriará hasta que todas las estrellas se apaguen. El Universo seguirá haciéndose más grande, pero será frío, sin vida, un universo desprovisto de soles y planetas.
También les pasa esto a los países obsesionados con un crecimiento económico positivo. La búsqueda sin fin de provecho a cualquier coste hace a nuestros valores y calidad de vida entrar en bancarrotas.
Volver al Momento Presente nos muestra dónde se encuentra nuestra riqueza verdadera. Y esta riqueza no deriva de nuevos acuerdos sobre comercio, viene del Poder del Silencio que hay dentro de cada momento; viene del infinito entre cada pensamiento; viene de el corazón cuando está abierto y sin defensas.
Un tema recurrente en la literatura del pensamiento positivo es la presumida superabundancia material. En vez de tener un almacén central, como los socialistas al estilo de Fourier describían en sus utopías colectivistas, algunos pensadores de la Nueva Era asumen la existencia de un almacén universal, que por medio de un inextinguible suministro provee todos los bienes materiales por correo espiritual, como si dijéramos. Esto puede alcanzarse por medio de visualizaciones y afirmaciones positivas. En «La acción humana» Ludwig von Mises previene ante las consecuencias de tal confusión de los deseos de uno con la realidad:
Tal es el mito de la potencial plenitud y abundancia. La economía puede dejar a los historiadores y psicólogos el explicar la popularidad de esta clase de «pensamiento desiderativo» y de dejarse soñar despierto. Todo lo que la economía tiene que decir sobre semejante cháchara es que tiene que ver con los problemas que el hombre ha de afrontar a consecuencia del hecho de que su vida está condicionada por factores naturales. Tiene que ver con la acción, o sea, con los esfuerzos conscientes para alejar tanto como sea posible la incomodidad que siente. No tiene nada que afirmar con respecto al estado de cosas en un universo irrealizable y hasta inconcebible para la razón humana, de oportunidades ilimitadas. En tal mundo, podemos admitir que no habría una ley del valor, ni la escasez, ni problemas económicos. Estas cosas estarían ausentes porque no habría elecciones que hacer, ni acción que realizar, ni tareas que ser resueltas por la razón. Los seres que vivirían en tal mundo nunca habrían desarrollado el razonamiento ni el pensamiento. Si tal mundo fuera a ser entregado a los descendientes de la raza humana, estos seres beatíficos verían desvanecerse su poder para pensar y dejarían de ser humanos. Porque la primera tarea de la razón es hacerse cargo consciente de las limitaciones que le son impuestas al hombre por la naturaleza, el luchar contra la escasez. La acción y el pensamiento humano son el producto de un universo de escasez en el que cualquier bienestar puede ser alcanzado al precio del esfuerzo y del trabajo, de la conducta que popularmente se conoce como economía.
Una forma extrema de negar la escasez es el movimiento denominado «respiracionismo», que promueve la alimentación a través del «prana», esto es, alimentarse solo de la luz del sol. Aunque su líder espiritual Jasmuheen (la australiana Ellen Greve) fracasó al demostrar su habilidad en un experimento para el programa «60 Minutos» de la televisión australiana —cuyos extractos pueden ser consultados en YouTube— hay algunos casos en los que sus seguidores llegaron a morir de hambre. En el Global Harmonization Program de la Embajada de la Paz Jasmuheen, que tiene cien páginas, la palabra «economía» no aparece ni una sola vez al tiempo que los programas de la «embajada» supuestamente tienen el poder de «ayudar a crear un modelo económico más equilibrado que, a causa de su enfoque altruista y educativo, atraerá el apoyo de poderosas fuerzas de otras dimensiones».
La Global Sufficiency Network «provee las herramienta prácticas que se necesitan para alejarse de la actitud mental que alimenta tantos de nuestros males sociales y acercar a un nuevo, más armonioso y sostenible modo de vida en el planeta que todos llamamos hogar».
¿Puede reconciliarse el «pensamiento» de la Nueva Era con una postura libertaria? Ya que el pensamiento de la Nueva era no contradice el principio de la no agresión —por el contrario la paz y la armonía representan sus valores nucleares— debería haber suficiente campo común para un diálogo. De todos modos, el rechazo de la lógica formal y apriorística a favor de la «intuición» o de un razonamiento empírico puede dificultar el concienciar a los seguidores de la Nueva Era de las implicaciones de la existencia del estado y los defectos del intervencionismo.
Ya que la filosofía taoísta —y la cultura asiática en general— ha inspirado varios movimientos de la Nueva Era, el artículo de Murray Rothbard «La antigua tradición libertaria china» puede sonar bien entre los seguidores de la Nueva Era. Rothbard traza las raíces del libertarismo en los filósofos chinos taoístas, para quienes
El Estado, en resumen, debe ser limitado a lo mínimo posible; la «inacción» era la verdadera función del Estado, ya que solamente la inacción puede permitir al individuo florecer y alcanzar la felicidad. Cualquier intervención del gobierno —declaraba Lao Tsé— sería contraproducente y llevaría a la confusión y a la revuelta. Después de referirse a la experiencia común de la humanidad con los gobiernos, Lao Tsé llegaba a esta incisiva conclusión: «cuanto más tabúes artificiales y restricciones hay en el mundo, más se empobrece la gente (…) Cuanto mayor prominencia se da a las leyes y a las regulaciones, más ladrones y bandidos habrá».
Aunque los partidarios de la Nueva era no lo reconozcan, la economía de mercado hizo posible el propio movimiento. La acumulación de capital y el crecimiento económico permitió que liberaran tiempo y recursos para usarlos en propósitos «espirituales». La aparición de profesiones espirituales —como sanadores del aura, entrenadores en meditación, o médiums que supuestamente son canales para los ángeles u otros espíritus— son solamente la consecuencia de la división del trabajo bajo las presentes condiciones relativamente capitalistas.
Este artículo solo es un muy superficial recuento del pensamiento político y económico de la Nueva Era, que necesitaría continuarse con una investigación más extensa. Se pueden hacer objeciones razonables a la selección de autores y a si éstos representan o no el movimiento «real» de la Nueva Era. Muchos líderes espirituales proponen soluciones globales que no pueden ser demostradas falsas por un razonamiento a priori, ya que tienen que ver con fenómenos energéticos o espirituales. De todos modos, algunas de sus afirmaciones en cuanto a la acción humana no resistirían el rigor de la lógica formal y pueden llevar a consecuencias catastróficas. Ya que las ideologías de la Nueva Era tienen mucha influencia en la vida pública y los medios de comunicación, y a menudo están relacionadas con agendas de gobierno mundial y ecologismo, el discutirlas desde un punto de vista austrolibertario es necesario para poner de manifiesto potenciales falacias peligrosas.