Los últimos datos muestran que la tasa anual de crecimiento del índice de precios del consumo (IPC) de EEUU subió al 4,1% en mayo respecto del 3,9% en el mes anterior. La mayoría de los economistas y los políticos de la Reserva Federal atribuyen esto al brusco aumento en los precios de materia prima.
En su discurso en el Banco de la Reserva Federal de Boston, el presidente de la Reserva Federal, Bernanke, dijo:
La inflación se ha mantenido alta, en buena parte reflejando bruscos aumentos en los precios de materias primas en el comercio internacional.2
Hay una unanimidad casi completa entre los economistas y diversos comentaristas en que la inflación consiste en aumentos generales en los precios de bienes y servicios. A partir de esto se establece que cualquier cosa que contribuya a aumentar los precios pone en marcha la inflación. Una disminución en el desempleo o un aumento en la actividad económica se ven como posibles iniciadores de inflación. Algunos otros iniciadores, como aumentos en los precios de materia prima o en los salarios de los trabajadores, también se consideran amenazas potenciales.
Si la inflación es solo un aumento general de los precios, como dice el pensamiento popular, ¿por qué se considera una mala noticia? ¿Qué tipo de daño hace?
Los economistas ortodoxos mantienen que la inflación causa compras especulativas, lo que genera desperdicio. La inflación, se sostiene, también erosiona las rentas reales de pensionistas y gente de renta baja y causa una mala asignación de recursos. La inflación, se argumenta, socava asimismo el crecimiento económico real.
¿Por qué debería un aumento general en los precios dañar a algunos grupos de gente y no a otros? ¿Y cómo lleva la inflación a la mala asignación de recursos? ¿Por qué debería un aumento general en los precios debilitar el crecimiento económico real? Si la inflación la disparan otros factores, entonces sin duda es solo un síntoma y no puede causar nada parecido.
Sabemos que el precio de un bien es la cantidad de dinero pagada por el bien. De esto podemos inferir que, para cualquier cantidad concreta de bienes, un aumento general en los precios solo puede tener lugar en respuesta al aumento o inflación de la oferta monetaria.
La mayoría de los economistas, cuando explican el tema de los aumentos generales en los precios, al que llaman inflación, nunca mencionan la palabra dinero. La razón de ello es la falta de una buena correlación estadística entre cambios en el dinero y cambios en los diversos índices de precios, como el IPC. El que los cambios en el dinero causan cambios en los precios no es algo que pueda establecerse por medio de correlación estadística. Creemos que una correlación estadística, o su falta, entre dos variables no debería ser el factor determinante a la hora de establecer la causalidad. Debe descubrirse la estructura de la causalidad por medio del razonamiento.
La esencia de la inflación
Históricamente, la inflación se originaba cuando un rey obligaba a sus ciudadanos a darle todas sus monedas de oro bajo el pretexto de que una nueva moneda iba a reemplazar a la vieja. En el proceso, el rey falsificaría el contenido en oro al mezclarlo con otro metal y devolvería a los ciudadanos monedas de oro diluidas. Sobre esto, Rothbard escribió:
Más característicamente, la ceca fundía y reacuñaba todas las monedas del reino, devolviendo a los súbditos la misma cantidad de «libras» o «marcos», pero con menos peso. Las onzas restantes de oro o plata se las embolsaba el rey y las usaba para pagar sus gastos.2
Debido a la dilución de las monedas de oro, el gobernante podía entonces acuñar más monedas para su propio uso. (Podía entones desviar más recursos hacia sí mismo). Lo que entonces pasaba por una moneda de oro puro era en realidad una moneda de oro diluido.
La expansión en las monedas diluidas que se disfrazan como monedas de oro puro es realmente inflación. Como resultado del aumento en la cantidad de monedas, los precios en términos de monedas ahora suben (se intercambian más monedas por una cantidad dada de bienes). Lo que tenemos aquí es inflación, es decir, una expansión de monedas. Como consecuencia de la inflación, el gobernante puede conseguir intercambiar nada por algo. Advirtamos asimismo que el aumento en los precios en términos de monedas deriva de la inflación de la moneda.
Bajo el patrón oro, la técnica de abuso del medio de intercambio se hizo mucho más depurada mediante la emisión de papel moneda sin respaldo de oro. Por tanto, la inflación significa aquí un aumento en la cantidad de los recibos en papel que deriva del aumento en recibos que no están respaldados por oro sino disfrazados como verdaderas representaciones de la moneda real: el oro.
El tenedor de recibos sin respaldo puede ahora intercambiar nada por algo. Como resultado del aumento en el número de recibos (inflación de recibos) tenemos ahora también un aumento general en los precios. Observemos el aumento en los precios se produce aquí debido al aumento en los recibos de papel que no están respaldados por oro. Asimismo, lo que tenemos es una situación en la que los emisores de los recibos de papel sin respaldo desvían hacía sí mismos bienes reales sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes.
En el mundo moderno, el dinero real ya no es oro sino papel moneda, por lo que la inflación en este caso es un aumento en las existencias de papel moneda. Por favor, daos cuenta de que no decimos, como hacen los monetaristas, que el aumento en la oferta monetaria causa inflación. Lo que estamos diciendo es que la inflación es el aumento en la oferta monetaria.
Hemos visto que los aumentos en la oferta monetaria ponen en marcha un intercambio de nada por algo. Desvían fondos reales de los generadores de riqueza hacia los tenedores del dinero recién creado. Esto es lo que pone en marcha la mala asignación de recursos, no los aumentos de precios como tales.
Las rentas reales de los generadores de riqueza bajan no debido a un aumento general en los precios sino debido a los aumentos en la oferta monetaria. Cuando el dinero se expande—es decir, se crea «de la nada»—los tenedores del dinero recién creado pueden desviar bienes hacia sí mismos sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes. Como consecuencia, los generadores de riqueza que han contribuido a la producción de bienes descubren que el poder adquisitivo de su dinero ha caído, ya que ahora quedan menos bienes disponibles—no pueden ejercer totalmente sus derechos sobre bienes acabados ya que estos bienes no están allí.
Una vez los generadores de riqueza tienen menos recursos reales a su disposición, esto evidentemente dañará la formación de riqueza real. Como consecuencia, el crecimiento económico real va a estar bajo presión.
Los aumentos generales en los precios, que siguen a los aumentos en la oferta monetaria, sólo apuntan una erosión de la riqueza real. Sin embargo, los aumentos de precios no causarán esta erosión.
Igualmente, es la inflación monetaria, y no los aumentos en los precios, lo que erosiona las rentas reales de pensionistas y gente de rentas bajas. En general, son los últimos receptores del dinero—a menudo llamados «grupos de rentas fijas».
Según Rothbard:
Los que más sufrirán serán los que dependan de contratos monetarios fijos, contratos realizados antes del alza inflacionaria en los precios. Rentistas y beneficiarios de seguros de vida, jubilados que viven de sus pensiones, terratenientes con alquileres de larga duración, obligacionistas y otros acreedores, poseedores de dinero en efectivo, todos sufren los resultados de la inflación. Son ellos los «contribuyentes».3
¿Pueden los aumentos en los precios de materia prima causar inflación?
Hemos visto que, según Bernanke y la mayoría de los economistas, es el aumento en los precios de materia prima como el petróleo lo que está detrás de los recientes fuertes aumentos en los precios de bienes y servicios.
Si sube el precio del petróleo, y si la gente continúa usando la misma cantidad de petróleo que antes, se verá obligada a asignar más dinero a petróleo. Si las existencias monetarias de la gente no cambian, hay menos dinero disponible para otros bienes y servicios, en igualdad de condiciones. Esto implica por supuesto que el precio medio de otros bienes y servicios debe bajar. Recordemos: un precio de la suma de dinero pagada por una unidad de un bien. (El término «media» se usa en forma conceptual. Somos conscientes de que dicha media no puede calcularse).
Advirtamos que el dinero total gastado en bienes no cambia: solo se ha alterado la composición del gasto, con más en petróleo y menos en otros bienes. De ahí que el precio medio de bienes o dinero por unidad de bien siga inalterada.
Igualmente, la tasa de aumento en los precios de bienes y servicios en general va a verse limitada por la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, en igualdad de condiciones, y no por la tasa de crecimiento del precio del petróleo.
No es posible que aumentos en el precio del petróleo pongan en marcha un aumento general en los precios de los bienes y servicios sin un apoyo correspondiente desde la oferta monetaria.
¿Pueden las expectativas de inflación disparar un aumento general de los precios?
Hemos visto que como regla puede aparecer un aumento general en los precios de los bienes como resultado de un aumento en la cantidad de dinero pagado por bienes, en igualdad de condiciones. Así que la clave para aumentos generales en precios, que el pensamiento popular califica como inflación, son los aumentos en la oferta monetaria, por ejemplo, en la oferta de dólares. ¿Pero qué pasa con la inflación cuando los aumentos en los precios de materia prima crean expectativas de inflación, lo que a su vez fortalece la tasa de inflación? ¿Deben entonces sin duda las expectativas de inflación ser también un factor importante que dirija la inflación? Según Bernanke, las expectativas de inflación son el factor clave detrás de los aumentos generales en precios:
La última ronda de aumentos en los precios de la energía se ha añadido a los riesgos al alza de la inflación y las expectativas de inflación. El Comité federal de mercados abiertos resistirá con fuerza una erosión de las expectativas de inflación a largo plazo, ya que un desanclaje de esas expectativas sería desestabilizador para el crecimiento, así como para la inflación.4
Una vez la gente empieza a prever una mayor inflación en el futuro, aumenta su demanda de bienes en el presente aumentando así los precios de los bienes. También, de acuerdo con el pensamiento popular, las expectativas de los trabajadores de una mayor inflación les impulsan a reclamar salarios más altos. Los aumentos en salarios aumentan a su vez el coste de producir bienes y servicios y obliga a las empresas a trasladar esos aumentos a los consumidores aumentando los precios.
Es verdad que las empresas fijan los precios y es también verdad que los empresarios, al fijar los precios, tienen en cuenta diversos costes de producción. Sin embargo, los negocios están en último término a merced de los consumidores, que son el árbitro final.
El consumidor determina si el precio fijado es «correcto», por decirlo así. Ahora, si las existencias de dinero no aumentaran entones los consumidores no tendrían más dinero para apoyar el aumento general de precios de bienes y servicios.
Asimismo, debido a las expectativas de precios más altos en el futuro, los consumidores no serán capaces de aumentar su demanda de bienes en el presente y harán que aumenten los precios sin tener más dinero. Por consiguiente, la cantidad de dinero gastado por unidad de bien permanece sin cambios.
Así que independientemente de cuáles sean las expectativas de la gente, si la oferta monetaria no ha aumentado, entonces tampoco puede aumentar el gasto monetario. Esto significa que ningún fortalecimiento general en los aumentos de precios puede tener lugar sin un aumento en el ritmo de la inyección monetaria.
Imaginemos que de alguna manera la Reserva Federal consigue convencer a la gente de que las políticas del banco central tienen como objetivo detener la inflación y mantener la estabilidad de precios, pero al mismo tiempo dicho banco central incrementara el ritmo de crecimiento de la oferta monetaria. Aunque las expectativas inflacionistas fueran estables, ese proceso destructivo se pondría en marcha independientemente de estas expectativas, debido al aumento en el ritmo de crecimiento del dinero. Las expectativas y percepciones de la gente no pueden compensar este proceso destructivo. No es posible alterar los hechos de la realidad por medio de expectativas. El daño que se hizo no puede deshacerse por medio de expectativas y percepciones.
Algunos economistas, como Milton Friedman, mantienen que, si se «espera» inflación por parte de productores y consumidores, entonces produce muy poco daño.5 El problema, según Friedman, se produce con la inflación inesperada, que causa una mala asignación de recursos y debilita la economía. Según Friedman, si un aumento general en los precios puede estabilizarse por medio de una tasa fija de inyecciones monetarias, la gente ajustará su conducta de acuerdo con ello. Por consiguiente, dice Friedman, los aumentos generales de precios esperados, a lo que llama inflación esperada, serán inocuos, sin ningún efecto real.
Observemos que, para Friedman, los malos efectos adicionales no se causan por aumentos en la oferta monetaria, sino por su resultado—aumentos en precios. Friedman considera la oferta monetaria como una herramienta que puede estabilizar los aumentos generales de los precios y por tanto promover crecimiento económico real. De acuerdo con este modo de pensar, todo lo que hace falta es fijar la tasa de crecimiento monetario y todo lo demás vendrá por añadidura.
La fijación de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria no altera el hecho de que la oferta monetaria sigue expandiéndose. Esto, a su vez, significa que llevará al desvío de recursos de productores de riqueza a no-productores de riqueza. La política de estabilización de precios generará por tanto más inestabilidad a través de la mala asignación de recursos.
¿Puede aparecer inflación mientras los precios no cambian?
Ahora bien, si para una existencia dada de bienes se produce un aumento en la oferta monetaria, esto significaría que va a intercambiarse más dinero para una existencia dada de bienes. Evidentemente entonces el poder adquisitivo del dinero va a caer, es decir, los precios de los bienes van a subir (más dinero por unidad de un bien). En este caso el aumento general de los precios se asocia con la inflación.
Pero consideremos ahora el caso siguiente: la tasa de crecimiento del dinero está en línea con la tasa de crecimiento en los bienes. Consecuentemente, los precios de los bienes de media no cambian. ¿Tenemos aquí inflación o no? Para la mayoría de los economistas, si un aumento en la oferta monetaria se corresponde exactamente con el aumento en la producción de bienes está bien, ya que no ha tenido lugar ningún aumento en los precios generales y por tanto no ha habido inflación. Creemos que esta forma de pensar es falsa ya que ha habido inflación, es decir, ha aumentado la oferta monetaria. El aumento no puede deshacerse por el correspondiente aumento en la producción de bienes y servicios.
Por ejemplo, una vez que un rey ha creado más monedas de oro diluidas que se disfrazan de monedas de oro puro es ahora capaz de intercambiar nada por algo independientemente de la tasa de crecimiento de la producción de bienes. Independientemente de lo que esté haciendo la producción de bienes, el rey se dedica ahora a un intercambio de nada por algo, es decir, desviando hacia sí recursos sin pagar nada a cambio. El desvío es posible debido al aumento en el número de monedas diluidas, es decir, a la inflación de monedas.
Puede aplicarse la misma lógica a la inflación de papel moneda. El intercambio de nada por algo que pone en marcha la expansión de dinero no puede deshacerse por el aumento en la producción de bienes. El aumento en la oferta monetaria—es decir, el aumento en la inflación—va a poner en marcha todos los efectos colaterales negativos que produce la impresión de dinero, incluyendo la amenaza del ciclo de auge y declive, independientemente del aumento en la producción de bienes.
Según Rothbard:
El hecho de que los precios generales fueran más o menos estables durante la década de los veinte dijo a muchos economistas que no hubo amenaza inflacionista y por tanto los acontecimientos de la gran depresión les pillaron completamente por sorpresa.6
Conclusión
Contrariamente a la definición popular, la inflación no se refiere a un aumento general de los precios sino a aumentos en la oferta monetaria. El aumento general de los precios en general se produce debido al aumento del dinero. El daño que la mayoría de la gente atribuye a los aumentos de precios se debe en realidad a aumentos en la oferta monetaria. Las políticas que buscan luchar contra la inflación sin identificar lo que es solo empeoran las cosas.
Cuando la inflación se ve como un aumento general en los precios, todo lo que contribuye a los aumentos de precios se califica como inflacionista. Ya no son el banco central y la banca de reserva fraccionaria las fuentes de inflación, sino diversas otras causas.
En este marco, no es solo que el banco central no tenga nada que ver con la inflación, sino que, por el contrario, se considera al banco como luchador contra la inflación. Sobre esto, Mises escribía:
Para evitar ser acusados de las nefastas consecuencias de la inflación, el gobierno y sus secuaces recurren a un truco semántico. Tratan de cambiar el significado de las palabras. Llaman «inflación» a la consecuencia inevitable de la inflación, que es el aumento en los precios. Desean relegar al olvido el hecho de que este aumento se produce por un aumento en la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero. Nunca mencionan este aumento. Ponen la responsabilidad del aumento del coste de la vida en los negocios. Es un caso clásico de ladrón gritando «¡al ladrón!» El gobierno, que produjo la inflación multiplicando la oferta de dinero, incrimina a fabricantes y comerciantes y glorifica el papel de ser un defensor de los precios bajos.7
- 2Ben S. Bernanke. «Outstanding Issues in the Analysis of Inflation». Discurso en el Banco de la Reserva Federal de Boston; 9 de junio de 2008.
- 2Murray N. Rothbard. What Has Government Done to Our Money?
- 3Murray N. Rothbard. What Has Government Done to Our Money?
- 4Ben S. Bernanke. «Outstanding Issues in the Analysis of Inflation». Discurso en el Banco de la Reserva Federal de Boston; 9 de junio de 2008.
- 5Ver Friedman Dollars and Deficits, Prentice Hall, 1968, pp.47-48.
- 6Murray N. Rothbard. America’s Great Depression. 153.
- 7Ludwig von Mises. Economic Freedom and Interventionism. 94.