El imperio soviético empezó a desmoronarse hacia 1989. El periodo de tiempo comprendido entre la formación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a finales de la década de 1940 y la retirada de Rusia de Europa del Este con el eventual colapso del comunismo en Rusia se conoce como la Guerra Fría. Hubo una confrontación de grandes potencias en Europa que no acabó en guerra.
Esencialmente, la OTAN liderada por EEUU se mantuvo firme para impedir una mayor expansión soviética desde el territorio que ocupó al final de la Segunda Guerra Mundial y esperó el inevitable colapso. Ahora bien, quizás no todo el mundo veía el colapso del imperio soviético como algo inevitable. Pero lo único que había que hacer era ver el imperio soviético por uno mismo, de cerca y en persona, que es lo que yo hice a principios de los 1970 como joven oficial de las Fuerzas Aéreas.
La situación de la economía comunista
Resulta doloroso describir la economía rusa de aquella época. Moscú y Leningrado (San Petersburgo), las llamadas joyas de la Unión Soviética, eran deprimentes. Todo estaba mal construido. Había muy pocos coches en las calles. No había tiendas que merecieran ese nombre. Se formaban colas en mitad de la noche esperando la apertura de las pocas panaderías. Yo mismo lo vi desde la ventana de mi hotel en la Nevsky Prospekt de Leningrado. GUM, los «grandes almacenes más grandes del mundo», cerca de la Plaza Roja de Moscú, no vendía nada que fuera igual a lo que se podía encontrar en cualquier venta de garaje en Occidente.
En realidad, no debería sorprendernos, ya que en su día todos esos artículos de venta de garaje eran comercializables. Yo no visité Berlín, pero los que lo hicieron dicen que cruzar la Puerta de Brandemburgo de Berlín Occidental a Berlín Oriental fue impactante. La sola idea de que la economía y el estilo de vida soviéticos fueran superiores era ridícula. Hizo falta un poder policial brutal y el infame Muro de Berlín para evitar el éxodo masivo a Occidente.
El colapso pacífico del imperio soviético
Estoy seguro de que la vida no hizo más que empeorar en los años transcurridos entre mi visita a la Unión Soviética a principios de la década de 1970 y su colapso final. Y el colapso se produjo sin que se disparara un tiro entre las Grandes Potencias. El colapso se produjo muy rápidamente y sin previo aviso. La autora Amity Shlaes era reportera del Wall Street Journal Europe en aquella época.
De regreso a Nueva York desde Berlín, Shlaes llamó a su jefe entre avión y avión en Londres y le dijeron que volviera a Berlín. Algo estaba ocurriendo. Le dijo a su jefe que acababa de salir de Berlín y que no pasaba nada. Su jefe le dijo que volviera de todos modos por unos días. Cumplió la orden y fue testigo de cómo el pueblo alemán derribaba aquel despreciable insulto a la humanidad.
Cómo los EEUU impone su imperio
El imperio americano no se impone por muros con guardias armados que impidan escapar a sus ciudadanos sino, en cambio, por el todopoderoso dólar. Desde la entronización del dólar como moneda de reserva en 1944 en la conferencia de Bretton Woods y el posterior establecimiento del petrodólar a principios de la década de 1970, casi todo el comercio internacional se ha realizado en dólares. Así, los bancos centrales de todos los países tienen dólares para liquidar los flujos comerciales internacionales. Alasdair Macleod, de Goldmoney calcula que los extranjeros poseen alrededor de 31,8 billones de dólares en pasivos los EEUU, de los cuales 5,8 billones están en manos de instituciones «oficiales». (Consulta las cifras de capital internacional del Tesoro de EEUU).
Pero los EEUU ha abusado de este «privilegio especial» imprimiendo dólares de la nada. Ha financiado su imperio de cientos de bases en todo el mundo con el exceso de dólares. Además, ha impuesto el cumplimiento de su política exterior expansionista congelando las cuentas en dólares de bancos centrales extranjeros, empresas extranjeras y particulares extranjeros que le desagradan. Al excluirlos del sistema internacional de mensajería financiera conocido como SWIFT, ha creado grandes dificultades a las naciones consideradas ofensivas para los EEUU.
Hoy se invierten los papeles
Pero estas naciones han descubierto el talón de Aquiles de América y están haciendo algo al respecto. El todopoderoso dólar descansa sobre una base de arena conocida como dinero fiduciario, que no es canjeable en una mercancía deseable como el oro o la plata. Esta característica ha provocado la inflación del dólar en los últimos cincuenta años a un ritmo cada vez más acelerado. Dicha inflación hace que el valor de cambio del dólar disminuya.
Desde que el Presidente Richard Nixon sacó a los EEUU de lo que quedaba del patrón oro en otoño de 1971, el valor del dólar frente al oro se ha reducido en un 98%. Nadie cree que esta devastación vaya a terminar, ni siquiera a ralentizarse. De hecho, los EEUU parece decidido a acelerar la depreciación del dólar para pagar sus aventuras militares y la expansión de sus programas de beneficencia. La combinación de la devastación del dólar con las sanciones comerciales ha creado una situación intolerable para quienes actualmente están en desgracia con América.
Pero estas naciones están contrarrestando la hegemonía americana desplegando su propio arsenal: no armas nucleares, sino oro. Al igual que América y la OTAN durante la Guerra Fría, estas naciones se mantienen firmes y se arman con una moneda de reserva alternativa y mejor; es decir, una moneda respaldada por oro y que se utilizará, al menos inicialmente, para liquidar el comercio internacional.
Rusia lleva tiempo trabajando en el marco de una nueva moneda de liquidación del comercio, y ahora China y otros países —como Irán, India, Brasil y Sudáfrica— se suman al proyecto. El establecimiento de un sistema alternativo de liquidación del comercio no tiene nada de nefasto en sí. Puede llamarse interés propio racional.
Es un proyecto pacífico, pero sus resultados pueden ser devastadores para los países que dependen de un dólar estable. Los que se adhieran al nuevo sistema ya no necesitarán tener dólares. Esta disminución de la demanda de dólares conducirá a una inevitable caída de su poder adquisitivo, quizá incluso a su colapso total. Esto podría ocurrir literalmente de la noche a la mañana y sin previo aviso, al igual que la caída del Muro de Berlín.
Cegados por ideologías falaces
Por supuesto, nadie en una posición de poder en los EEUU entiende nada sobre el dinero real y las finanzas reales. Están cegados por la promesa de la economía keynesiana y la teoría monetaria moderna, que postula que la creación de demanda agregada (keynesianismo) financiada por la impresión masiva de dinero (teoría monetaria moderna) es el camino seguro hacia el progreso económico. No reconocen que la caída constante del poder adquisitivo del dólar y el auge de un sistema alternativo de liquidación del comercio son las consecuencias inevitables de su ceguera.
No veo nada que pueda detener el continuo envilecimiento del dólar, ahora unido a arrogantes y dañinas sanciones financieras, que impedirán el establecimiento pacífico de una moneda de reserva internacional alternativa y todas las consecuencias que traerá a un mundo dominado por los EEUU que no está preparado.