En un ensayo reciente, expliqué cómo a lo largo del tiempo los EEUU ha abusado de su responsabilidad de controlar el suministro de dólares, la principal moneda de reserva del mundo para liquidar las cuentas comerciales internacionales entre las naciones. Esta abrogación de sus deberes está conduciendo a la probable adopción de una nueva moneda de reserva, basada en productos básicos y controlada no por una nación sino por sus miembros, todos ellos vigilantes de que la moneda no se infle.
Sigamos con la analogía de un individuo que recibe una «chequera mágica» que le permite extender tantos cheques por la cantidad de dinero que desee. Los receptores de estos cheques sólo podrían pasarlos a otros a través del curso normal del comercio. Con el tiempo, el propietario de la chequera mágica se vuelve cada vez más irresponsable. Financia todo tipo de iniciativas asistenciales y bélicas.
Naturalmente, las reservas de dólares aumentan hasta niveles completamente innecesarios para un intercambio pacífico. Los precios comienzan a subir a un ritmo cada vez más rápido. Entonces un consorcio reformista reúne un equipo para ofrecer una moneda alternativa. ¿Por qué, cabe preguntarse, es esto un problema para el dólar y los usuarios del dólar?
La República de Weimar: una lección de oferta y demanda
Una moneda de reserva alternativa exitosa diluiría la demanda de dólares. Cuando la demanda de dólares disminuye, su precio debe bajar a menos y hasta que su oferta disminuya. (Una caída en el «precio» del dólar es sólo otra forma de decir que su poder adquisitivo cae— es decir, que se necesitan más dólares para comprar los mismos bienes y servicios). Mediante el uso irresponsable de la chequera mágica, te has obligado a financiar un conjunto de derechos como la Seguridad Social, Medicare y el complejo militar-industrial, que son los más importantes con diferencia. Políticamente, puede ser casi imposible recortar cualquiera de estas tres categorías de gasto en la medida necesaria para detener la caída del poder adquisitivo del dólar.
El mundo ha visto todo esto antes, y no sólo en naciones menos desarrolladas como Zimbabue EEUU se encontrará en la misma trampa que experimentó la República de Weimar de Alemania después de la Primera Guerra Mundial. El Reichsbank, el banco central de Alemania, imprimió papiermarks para aplacar a los poderosos sectores de Alemania. A medida que el Reichsbank imprimía más dinero, el poder adquisitivo de los papiermarks disminuía. Y ahí estaba la trampa. El aumento de precios llevó a poderosos grupos a exigir aumentos de sueldo y beneficios. Los sindicatos industriales, los funcionarios, los beneficiarios de la asistencia social, los pensionistas que veían diezmados sus ahorros, todos exigían más dinero. Las huelgas y la violencia se volvieron endémicas. Así que el Reichsbank imprimió más dinero... lo que, por supuesto, no hizo más que aumentar los precios y otra ronda de aumentos de pago... lo que llevó a precios aún más altos hasta que el papiermark pasó a valer más como papel pintado que como dinero.
¿Por qué el gobierno de la República de Weimar siguió aumentando los pagos y por qué el Reichsbank siguió imprimiendo papiermarks? Se han propuesto muchas respuestas sofisticadas, como que el gobierno y el Reichsbank destruyeron deliberadamente el papiermark en una trama indirecta para frustrar las condiciones financieras del Tratado de Versalles, en el que se ordenaba a una Alemania derrotada el pago de reparaciones a las potencias aliadas. Pero la respuesta más sencilla es que ambos creían que no había otra opción que aumentar los pagos e imprimir dinero en una crisis. Se consideraba que había que aplacar a los poderosos grupos de interés a corto plazo.
Pero las tácticas a corto plazo sólo empeoraron las cosas. No había ni la voluntad política ni la comprensión económica de la necesidad de poner fin al gasto excesivo y a la degradación de la moneda y de soportar el dolor así inducido.
Los EEUU y el RU: falta de voluntad política y comprensión económica
Me temo que lo mismo ocurre hoy en día. De hecho, la aparente falta de consecuencias adversas (todo ello a largo plazo) y las ventajas de la impresión de dinero a corto plazo han llevado al Tesoro de EEUU y al Banco de la Reserva Federal a dar una respuesta instintiva para aumentar la oferta de dinero y bajar los tipos de interés ante cualquier problema económico, incluso ante el aumento de los propios precios. Por ejemplo, basta con mirar a Gran Bretaña. Su escasez de energía ha provocado un aumento de precios. La respuesta del gobierno ha sido prometer pagos a los hogares. Así es. Ninguna promesa de desmantelar las barreras para aumentar la producción de energía... sólo una promesa de aumentar el déficit del gobierno, lo que requiere más impresión de dinero. Como dice el refrán, no se pueden inventar estas cosas.
Sin embargo, una cosa es segura. Lo que Gran Bretaña puede hacer, los EEUU puede hacerlo y lo hará con creces. La hiperinflación es una posibilidad real. Recuerden que el Reichsbank de la República de Weimar tenía que imprimir dinero físico. El Banco de la Reserva Federal de EEUU sólo tiene que pulsar unos cuantos botones en un ordenador. Cuando los precios suben, los grupos poderosos exigen más dinero. La policía, los bomberos, los trabajadores de la carretera, etc. Exigen que no se les rebaje su estilo de vida. Como el gobierno gasta el dinero de otros, accede a estas demandas.
Volvamos a nuestro ejemplo británico. El valor de cambio de la libra se ha desplomado en los mercados de divisas, lo que ha tenido graves consecuencias. El Banco de Inglaterra se vio obligado a subir los tipos de interés y ahora la deuda pública se ha vuelto inasequible. Así que el Banco, como siervo del gobierno, ha aplicado el único remedio políticamente permisible que conoce: la impresora de dinero de sus ordenadores se ve obligada a acelerar, sólo para mantener el ritmo.
Lo que ocurre sobre el terreno
¿De dónde obtiene el gobierno su dinero? Los gobiernos estatales y locales obtienen dinero de impuestos estaduales y locales. Así que los propietarios cautivos obtienen un aumento de las facturas de impuestos para pagar el mantenimiento de profesores de las escuelas públicas, la policía, etc. Los beneficiarios de la Seguridad Social deben ser compensados, por supuesto, así que los impuestos sobre las nóminas aumentan, lo que deprime a las empresas. Los productos americanos pierden competitividad en el mercado nacional y mundial.
Las espirales de precios continúan destruyendo todo a su paso hasta que el dólar pierde todo su poder adquisitivo y la sociedad desciende al caos. Y ni un solo político entre mil entiende lo que ha sucedido, o si lo entiende, no tiene la voluntad política de hacer algo al respecto —es decir, reducir el gasto público, liquidar la Fed y atar el dólar a nuestras todavía importantes reservas de oro. Se puede hacer.