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El próximo desastre presupuestario de EEUU empobrecerá a los americanos

El gasto deficitario no es una herramienta de crecimiento. Es la receta para el estancamiento.

Las últimas estimaciones presupuestarias y de perspectivas económicas de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) muestran la magnitud de los retos de la pesadilla fiscal de los Estados Unidos.

La CBO prevé un déficit presupuestario de 1,9 billones de dólares en 2024, un año de supuesto crecimiento económico robusto y recaudación fiscal récord. Esperan que los ingresos alcancen los 4,9 billones de dólares, o el 17,2 por ciento del PIB, en 2024, que aumentarán al 18,0 por ciento en 2027 y se mantendrán en ese nivel hasta 2034.

La principal conclusión de este informe es alarmante. A pesar de que no se espera una recesión y de que los ingresos fiscales aumentarán de 2024 a 2034, el déficit presupuestario se disparará de 1,9 billones de dólares a 2,8 billones en 2034.

Las estimaciones sitúan el déficit ajustado en el 6,9 por ciento del PIB en 2034, casi el doble de la media del 3,7 por ciento de los 50 años anteriores.

¿Cuál es el problema cuando la CBO ve un crecimiento sólido y un aumento de los ingresos? Los déficits son siempre un problema de gasto. Para 2034, prevén que los desembolsos se disparen de 6,8 billones de dólares a 10,3 billones, es decir, el 24,9 por ciento del PIB. Curiosamente, una de las principales razones del significativo aumento de los gastos citadas por la CBO es el creciente coste de la deuda. Según el informe, la deuda se hincha de 2024 a 2034 «a medida que los aumentos de los costes de los intereses y del gasto obligatorio superan los descensos del gasto discrecional y el crecimiento de los ingresos». La deuda pública pasa del 99 por ciento del PIB en 2024 al 122 por ciento en 2034, es decir, 50,6 billones de dólares, a los que hay que añadir la deuda pública en manos de otras entidades, incluida la Reserva Federal. La CBO considera que la «deuda en manos del público» es de 28 billones de dólares en 2024, cuando la deuda pública ya es de 34 billones. Así pues, la deuda pública de los Estados Unidos aumentará en 22 billones de dólares en una década.

Las proyecciones de la CBO demuestran sin lugar a dudas que no hay forma de que los Estados Unidos pueda equilibrar el presupuesto con medidas de ingresos. No existe ningún conjunto de medidas de ingresos que pueda recaudar 2 billones de dólares al año en ingresos anuales adicionales. El aumento de los impuestos frenaría inevitablemente la inversión y el crecimiento y reduciría los ingresos potenciales a largo plazo. Además, aunque el gobierno de los Estados Unidos fuera capaz de aumentar los ingresos, la probabilidad de una recesión en los próximos diez años, sumada a las promesas de más gastos «extraordinarios» en los años electorales, haría que el déficit se disparara independientemente de cualquier mejora de los ingresos.

Una economía que genera un déficit anual del 6 por ciento del PIB para lograr un crecimiento anual de apenas el 2 por ciento va por mal camino, incluso si ese tipo de crecimiento se mantiene. Inevitablemente, a la primera señal de recesión, el gobierno gastaría aún más.

¿Por qué debería preocupar a los americanos este temerario ritmo de endeudamiento? Porque significará tres cosas para ellos: impuestos más altos, crecimiento más débil y disminución del poder adquisitivo de su salario y sus ahorros.

Si aclamas el gasto deficitario, estás abrazando el empobrecimiento. Si defiendes este tipo de gasto deficitario, estás apoyando activamente el estancamiento.

El gasto deficitario no es una política social; es profundamente antisocial. Significa pasar la carga del Estado a la siguiente generación, haciendo más pobres a los no nacidos antes de que vean la luz del día.

Es poco probable que el próximo gobierno elimine esta senda de endeudamiento irresponsable si sigue aumentando los impuestos y los programas de prestaciones sociales. La única forma de eliminar esta senda de destrucción monetaria y fiscal es con políticas favorables al crecimiento que eleven la tendencia de crecimiento del PIB, incentiven la productividad y promuevan el crecimiento empresarial.

La combinación de una política monetaria sólida y unas políticas fiscales favorables al crecimiento ayudarán a los Estados Unidos a mantener su condición de líder y al dólar como moneda de reserva mundial.

La actual política monetaria imprudente, que disfraza el creciente tamaño del gobierno con políticas inflacionistas, sólo conducirá al estancamiento y a la pérdida del estatus de reserva mundial.

Si el próximo gobierno quiere lo mejor para los americanos, debe detener la sangría del déficit y la posterior monetización mediante políticas de los bancos centrales que encarecen la vida de los ciudadanos y desvanecen sus sueños de prosperidad.

La actual tendencia presupuestaria conduce al estancamiento, a un gobierno hinchado y a unos impuestos inaceptables. Si se copian las políticas de Francia, se obtiene la falta de crecimiento, la elevada deuda y el elevado desempleo de Francia.

No existe ninguna medida mágica de ingresos que detenga la hemorragia del endeudamiento en los Estados Unidos. Monetizar la deuda seguirá erosionando la clase media y debilitando la economía, además de perpetuar la inflación, el impuesto oculto.

Los Estados Unidos ha intentado el camino europeo y ha fracasado. Ha generado un PIB hinchado por la deuda, con una confianza del consumidor en declive y la destrucción del poder adquisitivo de la moneda.

Ahora es el momento de aplicar políticas monetarias sólidas y fiscales responsables. Cualquier otra política fracasará y acelerará el declive de América.

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