La mayoría de los lectores están familiarizados con la noción del «efecto derrame». Esta caricatura suele ser empleada por los economistas de izquierdas para denunciar los recortes fiscales a la clase empresarial. En el Washington Post, Christopher Ingraham dice a los lectores que la reducción de los tipos impositivos para los ricos no estimula el empleo, aunque los ricos se vuelven más ricos. Lamentablemente, los economistas del libre mercado suelen responder demostrando que existe un vínculo positivo entre los tipos impositivos bajos y el crecimiento económico.
Aunque sus esfuerzos son encomiables, estos autores emplean una estrategia equivocada. En lugar de mostrar que los recortes fiscales benefician a la gente corriente, deberían destacar el bien documentado efecto de derrame del capitalismo. En general, el capitalismo revela un efecto de goteo al hacer que los bienes de lujo sean asequibles para las masas. A través de una intensa competencia, el capitalismo reduce los costes, lo que permite a la gente de a pie acceder a los lujos. Por ejemplo, en 2011, el 35% de los americanos tenía un teléfono inteligente, y hoy la cifra es del 85%.
Además, el afán de lucro motiva a los empresarios a canibalizar el mercado con sus productos, y cuando el objetivo es ganar riqueza, la clase social de los consumidores se vuelve irrelevante. El economista Tim Worstall describe a Henry Ford como uno de esos empresarios: «Henry Ford no hizo el Modelo T porque pensara que los ricos querían un coche del color que quisieran siempre que fuera negro.... Fabricaba deliberadamente coches más baratos para maximizar sus ventas y beneficios.... Porque ganar unos pocos peniques o centavos de cientos de millones de personas es un montón de dinero más grande que atender a los pocos multimillonarios que hay».
Además, cabe destacar que los capitalistas reducen los costes innovando, y las innovaciones desencadenan un efecto dominó en toda la economía. Un ejemplo es la creación de la máquina de vapor. La máquina de vapor no sólo hizo posible que la gente viajara dentro de los países, sino que la disminución de los costes de transporte dio lugar a la aparición del turismo internacional. Según Marian Tupy «Los primeros barcos de vapor redujeron el tiempo de navegación de Londres a Nueva York de unas seis semanas a 15 días.... Pero hoy un avión puede volar entre las dos ciudades en 8 horas».
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el capitalismo también alimenta el espíritu empresarial al garantizar la disponibilidad generalizada de bienes de lujo. Por ejemplo, muchos utilizan sus teléfonos para lanzar negocios de alcance internacional. Además, el teléfono móvil ha promovido la inclusión financiera al aumentar la participación de los pobres en el sector financiero. Informa Kelsey Piper, de Vox:
En gran parte del mundo, la gente no vive cerca de los bancos ni tiene cuentas bancarias. En Senegal, por ejemplo, sólo el 8% de la población tiene una cuenta bancaria. Durante mucho tiempo, eso significaba que esas personas estaban excluidas del sistema financiero.... Pero en la era del teléfono móvil, se ha hecho posible acceder a las funciones clave de un sistema financiero sin tener una cuenta formal.
De hecho, los estudios indican que los efectos del dinero móvil son abrumadoramente positivos:
- El dinero móvil aumentó el gasto de consumo en un 44% cuando los hogares se enfrentaron a una inundación en Mozambique (Batista y Vincente 2020).
- Los usuarios de dinero móvil en Kenia que se enfrentaron a un choque negativo no observaron ningún cambio en el nivel de consumo, mientras que los no usuarios registraron una disminución del 7% en el consumo (Jack y Suri 2014).
- El dinero móvil aumentó el consumo diario per cápita en un 8 por ciento y redujo el índice de pobreza extrema en un 42 por ciento cuando los migrantes urbanos remitieron los ingresos a sus hogares en las zonas rurales de Bangladesh (Lee et al. de próxima publicación).
A la inversa, a pesar de las críticas de que el capitalismo inculca una mentalidad adicta al trabajo, lo cierto es que el uso eficiente de la tecnología da lugar a una mayor productividad; por tanto, trabajamos menos para comprar productos básicos. Según Marian Tupy y Gale Pooley en su estudio titulado «The Simon Abundance Index: A New Way to Measure Availability of Resources», trabajamos menos para adquirir bienes más baratos. Tupy y Pooley señalan: «Entre 1980 y 2018, el precio medio en tiempo de nuestra cesta de 50 productos básicos cayó un 72,3%. El tiempo que se tardó en ganar dinero para comprar una unidad de esa cesta de productos básicos en 1980 compró 3,62 unidades en 2018».
Basándonos en las pruebas aportadas, el capitalismo produce un efecto de goteo. Así que, cada vez que oigas a un crítico burlarse del efecto de goteo del capitalismo, deberías recordarle que el efecto de goteo no sólo es real, sino que también eleva a la gente de la clase trabajadora a vivir como élites.