Muchos participantes en el mercado parecieron asombrarse al enterarse de que Von Der Leyen y Scholz seguían en Davos las políticas que han perjudicado gravemente a la UE. Sin embargo, se trata del típico comportamiento burocrático.
En un movimiento previsible, los burócratas de la UE han optado por explotar a la nueva administración Trump como un enemigo externo, en lugar de aprovechar la oportunidad para liberar el inmenso potencial de sus economías. A los burócratas no les importan los resultados; les importa la burocracia.
Ursula Von Der Leyen expresó su compromiso inquebrantable con el mantenimiento de las estrategias climática y económica de la Unión Europea al afirmar que «Europa continuará por su camino actual», una postura marcada por el estancamiento, los altos impuestos, la baja competitividad y la deuda excesiva. El Acuerdo de París sigue siendo la mejor esperanza de toda la humanidad», repitió. «Europa mantendrá el rumbo y seguirá trabajando con todas las naciones que quieran proteger la naturaleza y detener el calentamiento global». Esta afirmación es sencillamente incorrecta. La UE ha utilizado el Acuerdo de París sobre el Clima como herramienta de control económico y social, causando daños a su infraestructura industrial y empresarial. De hecho, el Acuerdo de París sobre el Clima ha logrado lo contrario de sus objetivos previstos. La UE depende ahora más de las importaciones de gas natural licuado y carbón para hacer frente a los problemas de abastecimiento. Las políticas climáticas de la Unión Europea solo han reducido las emisiones paralizando el crecimiento económico y la producción industrial.
La tecnología, la competencia y el libre mercado son necesarios para la defensa del medio ambiente, no el intervencionismo.
No debe sorprendernos leer que la Comisión Europea presentará su plan de brújula competitiva sin reducir el gasto público excesivo ni eliminar ninguna de las cargas fiscales y legislativas que han paralizado a la Unión Europea.
En los últimos 16 años, el PIB de los EEUU ha crecido un 94%, mientras que el PIB nominal de la Unión Europea sólo ha aumentado un 11,2%. Esto ha sucedido en un periodo de enormes «paquetes de estímulo» fiscales y monetarios, incluyendo el Plan Juncker y el Fondo de la UE de Nueva Generación, así como tipos nominales negativos. El estancamiento de la Unión Europea es consecuencia de una cadena de programas de gasto promovidos por el sector público que han dejado un reguero de deuda y ningún crecimiento real de la productividad.
De 2010 a 2023, la productividad en la UE sólo aumentó un 5%, cifra significativamente inferior al aumento del 22% registrado en los EEUU durante el mismo periodo. ¿Cómo puede ocurrir esto?
Cuando los gobiernos subvencionan la baja productividad y penalizan la alta productividad con enormes impuestos, la economía se hunde.
Los funcionarios de la Unión Europea justifican esta tendencia citando el auge de China y de las economías emergentes como las razones del declive relativo europeo. Sin embargo, la cuota del PIB mundial de la UE ha disminuido del 34% en 1960 al 15% en 2024, mientras que la de Estados Unidos ha aumentado del 25% al 28% en el mismo periodo.
Los indicadores sociales también son significativamente peores. La tasa de desempleo en la Unión Europea era del 5,9% en noviembre de 2024. En el mismo periodo, la tasa de desempleo en los Estados Unidos era del 4,2 por ciento. Sin embargo, países como España y Grecia tienen tasas de desempleo del 11,2 por ciento y el 9,6 por ciento, respectivamente, con una población en riesgo de pobreza y exclusión del 27 por ciento en España, el 25 por ciento en Grecia y una media del 21 por ciento en la UE, según Eurostat, con el 13 por ciento de la población viviendo en la pobreza. En los Estados Unidos, el equivalente a la tasa europea es del 22 por ciento, con un 11 por ciento de la población en situación de pobreza.
En Alemania, el país más rico de la UE, el umbral de riesgo de pobreza para una sola persona se situaba en 14.124 dólares anuales. En España era de 10.393 dólares, según el INE. En los EEUU, era de 14.580 dólares, según cifras oficiales. Esto significa que los pobres en los Estados Unidos son más ricos y menos que en Europa.
La triste verdad es que el supuesto contrato social y el enorme gasto gubernamental no han ayudado a Europa en ningún ámbito, y la cuña fiscal media es diez puntos mayor en la UE que en los EEUU, según la Tax Foundation.
En Europa, es bastante común culpar de su debilidad económica a la falta de apoyo de los bancos centrales. Es sencillamente falso. El aumento de la masa monetaria (M2) en la zona euro de 2020 a 2025 fue de alrededor del 15 por ciento, y el balance del BCE es significativamente mayor que el de la Reserva Federal de los Estados Unidos. El balance del se sitúa en el 42 por ciento del PIB tras alcanzar un máximo del 69 por ciento, mientras que el balance de la Fed es del 24,4 por ciento del PIB tras alcanzar un máximo del 37 por ciento. Además, el Banco Central Europeo (BCE) aplicó tipos de interés nominales negativos el 11 de junio de 2014, y ha mantenido intactas sus herramientas antifragmentación y de liquidez.
El BCE se ha caracterizado por una política enormemente acomodaticia, centrada en mantener la estabilidad de precios con un objetivo de inflación «inferior, aunque próximo, al 2% a medio plazo».
La Unión Europea es el paradigma del neokeynesianismo y está perdiendo en todos los ámbitos sociales y económicos, desaprovechando todas sus oportunidades en energía, tecnología e industria. Burocracia, impuestos elevados y políticas intervencionistas equivocadas.
La Unión Europea podría prosperar con un menor gasto gubernamental, recortes fiscales y la eliminación de la burocracia, ya que cuenta con el capital humano, las empresas y los emprendedores necesarios para lograrlo. Sin embargo, los dirigentes de la UE no quieren reducir el intervencionismo y sus objetivos de control económico, lo que conlleva un riesgo importante de que la UE se doblegue ante China en lugar de cooperar con los EEUU.
El problema de la UE no es Trump; es la agenda política intervencionista de la Unión Europea.