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¿Funcionará la dolarización en Argentina?

En Argentina, el candidato presidencial libertario Javier Milei saltó a los titulares al quedar primero en las primarias del 13 de agosto. Su programa económico aboga por una fuerte reducción del gasto público y del papel del gobierno en general y, de aplicarse, mejoraría enormemente las condiciones de la vida económica en Argentina.

Sin embargo, hay un punto débil: su propuesta de reforma monetaria. Ante las altas tasas de inflación y la depreciación del peso, Milei propone dolarizar la economía argentina. Los detalles no están claros, pero la idea es cambiar pesos por dólares al tipo de cambio del mercado (convirtiendo los pesos en derechos sobre los dólares) antes de abolir definitivamente el peso argentino.

A partir de ese momento, todos los contratos, activos y depósitos a la vista se denominarían en dólares, convertidos a partir de pesos al tipo de cambio vigente en el momento de la entrada en vigor de la reforma. El economista argentino Emilio Ocampo y el célebre economista de la escuela austriaca Nicolás Cachanosky son autores de un posible plan de dolarización. Milei también ha sugerido que otras monedas podrían circular libremente en Argentina, lo que implica que ni el peso ni el dólar serían de curso legal.

Los problemas de la dolarización

Para ser claros, dada la situación de Argentina, es muy probable que la dolarización sea una mejora. Argentina sufre una elevada inflación, pero esta inflación no es fruto de un acto de Dios. El propio Milei entiende claramente que el culpable es el banco central argentino. Destruyan el banco central y se acabó el problema de la inflación. Como dice Milei, la dolarización es simplemente un medio para un fin. En lugar de tener las altas tasas de inflación producidas por el banco central de Argentina, el país importaría las tasas más bajas producidas por la Reserva Federal de los Estados Unidos.

Si el objetivo principal es impedir que el Estado argentino expolie a sus ciudadanos mediante el control del dinero, el plan de Milei funciona, aunque otorgando este poder a los emisores de dólares de EEUU. Aunque se impondrá la disciplina fiscal en Buenos Aires, el plan amplía las posibilidades de señoreaje en el sistema del dólar. La inflación de EEUU importada, que puede no ser tan mala como la argentina, sigue siendo mala.

De hecho, puesto que está claro que el problema argentino es un banco central que monetiza la deuda pública —es decir, que imprime nuevos pesos para financiar al gobierno—, la dolarización es realmente superflua. Una vez suprimido el banco central, ¿no habremos alcanzado ya el objetivo deseado?

Una reforma monetaria sencilla para Argentina (y para el resto del mundo)

La reforma más sencilla posible —que podría aplicarse inmediatamente— es simplemente destruir el banco central eliminando su función de emitir nuevas unidades de dinero en cualquier forma —física, digital o como nuevas reservas. Ya no habría un aumento de la oferta de dinero, y esto resolvería inmediatamente la crisis de inflación, ya que la causa y la esencia de la inflación es un aumento de la oferta de dinero.

Un segundo paso en esta sencilla reforma sería abolir todas las leyes de curso legal y todas las disposiciones que favorezcan a una moneda sobre otra. Aunque el peso probablemente seguiría circulando, sus principales características ofensivas —el control monopolístico de la emisión y su uso forzoso— habrían desaparecido. La dolarización no aporta nada a esta situación.

Una posible objeción es que un gobierno posterior podría simplemente volver a imponer leyes de curso legal si el peso sigue circulando, devolviendo al país a un régimen fiat. Esto es cierto, pero lo mismo se aplica en el caso de la dolarización. Después de todo, Zimbabue se dolarizó en 2009 y luego se desdolarizó en 2019. Es más probable que se necesite una reforma más ambiciosa para evitar la reintroducción del dinero fiat.

Una ambiciosa reforma monetaria para Argentina (y para el resto del mundo)

En lugar de centrarse únicamente en la emisión de papel o base monetaria (es decir, dinero cuya emisión controla directamente el banco central), una reforma más ambiciosa tendría como objetivo reformar también el sistema bancario. El banco central no es el único creador de dinero: los bancos también crean dinero dentro del sistema moderno de banca de reserva fraccionaria. Estos bancos también obtienen señoreaje de la creación de dinero ex nihilo, y también desestabilizan el sistema económico. Además del papel moneda en sentido estricto, también deberían eliminarse los medios fiduciarios, es decir, el dinero emitido por los bancos en exceso de las reservas bancarias.

Esta ambiciosa reforma es sólo ligeramente más complicada que la reforma simple. Primero se congela la emisión pendiente de medios fiduciarios, junto con las operaciones normales del banco central. Sin embargo, a continuación se suministra a los bancos papel moneda para respaldar todos los medios fiduciarios pendientes. Esto no aumentará la oferta monetaria, sino que simplemente convertirá la emisión fiduciaria en certificados monetarios totalmente respaldados. Una vez hecho esto —los aspectos técnicos de la impresión de los billetes pueden llevar algún tiempo— el banco central cerrará sus puertas.

Qué hacer con sus activos restantes es una cuestión secundaria. Una opción sería dejar que sus acreedores se hicieran con el control de los activos; otra opción sería utilizarlos para respaldar el peso con oro. Como en la reforma simple, el peso perdería su curso legal y cualquier otro privilegio, convirtiendo el sistema monetario en uno de monedas competidoras. Sin embargo, podría ser conveniente convertir el peso en una moneda mercancía para poner más obstáculos a la reintroducción del dinero fiduciario.

El último pilar de la reforma del sistema bancario sería la vuelta a los principios jurídicos tradicionales. Debería exigirse que los contratos bancarios especifiquen claramente a quién está a disposición la suma de dinero, (es decir, si la suma en cuestión es un préstamo o un depósito). Esto eliminaría la posibilidad de que resurgieran los medios fiduciarios, ya que lo que permite la banca de reserva fraccionaria es la confusión sobre quién tiene el control del dinero en los contratos bancarios.

La meta de la reforma monetaria

Unas reformas tan sencillas concuerdan con el objetivo de un orden económico y monetario justo y armonioso: retirar el dinero del control del gobierno y acabar con el dinero fiduciario en todas sus formas, eliminando los privilegios especiales concedidos a los bancos. Aunque los aspectos técnicos pueden variar de un país a otro, nada se opone a la aplicación de estas reformas, salvo la falta de voluntad política. La reforma propuesta por Javier Milei en Argentina avanza mucho hacia este objetivo, pero la dolarización es un paso atrás.

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