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La decisión del presidente Joe Biden de indultar póstumamente a Marcus Garvey

La decisión del presidente Joe Biden de indultar a título póstumo a Marcus Garvey ha sido recibida con gran aclamación en los Estados Unidos y en toda la diáspora negra mundial. Garvey es venerado como un emblemático nacionalista negro y pensador panafricanista, célebre por su visión de la elevación racial y la autosuficiencia económica. Sin embargo, su legado es mucho más complejo de lo que sugieren las representaciones hagiográficas. En lugar de hacernos eco de los habituales sentimientos aduladores, este artículo ofrecerá una visión general de las convicciones y el marco ideológico de Garvey.

La condena de Garvey en 1923 por fraude postal sigue siendo uno de los episodios más controvertidos de la historia americana. Como fundador de la Universal Negro Improvement Association (UNIA), fue acusado de estafar a los inversores de su ambiciosa empresa naviera Black Star Line (BSL). Sin embargo, su juicio se celebró en un ambiente extremadamente hostil. Debido a sus críticas contra la clase política blanca, J. Edgar Hoover estaba decidido a acusar a Garvey de fomentar la discordia desde 1919. Cuando los intentos iniciales resultaron infructuosos, Hoover buscó otros medios para conseguir una condena, argumentando en última instancia que la gestión de Garvey de la Black Star Line podía constituir un fraude.

Para construir un caso, Hoover desplegó agentes para infiltrarse en la UNIA. La vigilancia de Garvey por parte del FBI desempeñó un papel clave a la hora de justificar su indulto presidencial, pero la base jurídica de dicho indulto es más matizada. El juez del juicio, Julian Mack, era un conocido aliado y colaborador de la Asociación Nacional para el progreso de las Personas de Color (NAACP), una organización que chocaba frecuentemente con Garvey. Los miembros de la NAACP apoyaron los esfuerzos para procesarle y, justo un día antes del juicio, el secretario de la organización, James Weldon Johnson, escribió a Mack planteándole sus dudas sobre la imparcialidad.

Citando el precedente establecido en Berger v. Estados Unidos, que permite la recusación judicial basada en factores extrajudiciales, Garvey presentó una petición de recusación de Mack, pero le fue denegada. Enfrentado a una situación complicada, Garvey despidió a su abogado después de que éste le aconsejara aceptar un acuerdo de culpabilidad. Esta decisión no hizo sino empeorar su situación, ya que Mack no se aseguró de que Garvey comprendiera plenamente las consecuencias de renunciar a su derecho a la representación legal.

El perjurio de Schuyler Cargill, testigo clave de la acusación, agravó aún más el error judicial. Cargill afirmó haber preparado envíos y realizado entregas para el BSL entre 1919 y 1921, pero fue incapaz de identificar a su supervisor o a sus compañeros de trabajo. Su testimonio fue crucial, ya que la condena de Garvey se basaba en la alegación de que se había enviado una carta a Benny Dance animándole a comprar acciones de la BSL. Sin embargo, Cargill admitió posteriormente que los fiscales le habían dado instrucciones para que mintiera sobre su empleo. También es relevante la declaración de Cargill de que el fiscal le mostró una copia de una circular que la corte pretendía presentarle, lo que inevitablemente sesgó el proceso. A pesar de estas irregularidades, Mack no señaló el testimonio de Cargill como improcedente, y el caso de la fiscalía permaneció intacto.

La dudosa gestión del juicio se extendió a Benny Dance, otro testigo de cargo. Aunque recibía correo de la UNIA, admitió que no siempre leía el contenido y no pudo confirmar si alguna carta de Garvey le instaba a invertir. Curiosamente, el sobre presentado ante la corte estaba vacío. No obstante, en los casos de fraude postal, la mera existencia de un sobre puede bastar para la condena, aunque se desconozca su contenido. No es imposible que el autor envíe por error un correo vacío, por lo que la existencia de un sobre es una prueba más sólida.

A pesar de estas circunstancias desfavorables, Garvey recurrió su condena. Mientras que el caso original se vio empañado por la mala conducta del fiscal y la parcialidad judicial, el fracaso de la apelación de Garvey se debió a la incompetencia de sus abogados de apelación. El jurista Justin Hansford sostiene que el equipo de defensa de Garvey siguió una estrategia ineficaz. En lugar de hacer hincapié en la falta de intención de defraudar, argumentaron que no había pruebas de que Garvey hubiera utilizado el correo de EEUU para facilitar el fraude. Hansford sostiene que éste fue un enfoque erróneo, ya que deberían haber sabido que no era necesario identificar el contenido del sobre para establecer que Garvey propuso un plan para defraudar. Además, el propio testimonio de Garvey en el juicio no contradijo la afirmación de la acusación de que había solicitado inversiones por correo.

Al presentar argumentos débiles, los abogados de Garvey respaldaron de hecho el caso de la acusación. Hansford llegó a afirmar que habría sido absurdo que la corte anulara su condena basándose en los argumentos que ellos proponían. Es innegable que el caso original de Garvey era imperfecto, de ahí que solicitara una apelación para anular la condena que no prosperó debido a la incompetencia de sus abogados. Además, uno de los jueces que presidió la apelación fue el juez Learned Hand, que criticó el activismo del juez Mack, por lo que la acusación de mala conducta judicial es inaplicable en este caso. Por lo tanto, el indulto de Biden era innecesario ya que Garvey apeló y fracasó en su segundo intento de exonerar su nombre. Además, los defensores de Garvey a menudo pasan por alto su propia conciencia de que la Black Star Line estaba mal gestionada y socavada por personal corrupto. Aunque la infiltración y el sabotaje del FBI desempeñaron un papel, la BSL parecía un esquema Ponzi destinado al colapso. 

Empleados descontentos llegaron a afirmar que compraba barcos a precios excesivos y que luego los utilizaba con fines propagandísticos en detrimento de los beneficios. Debido a la precaria situación financiera de las empresas de Garvey, éste recurrió a desviar fondos presupuestados para financiar la naviera a patrocinar el Negro World y otros negocios. Apurado de liquidez, Garvey no pagaba a tiempo a sus empleados y despedía sumariamente a los contables que ponían al descubierto sus prácticas financieras.

La opinión expresada por el tribunal de apelación se hace eco del sentir de muchos que pensaban que Garvey se aprovechaba de personas ingenuas:

La sustancia de la acusación es que, mientras que alrededor de Garvey se centran otras asociaciones o corporaciones cuyo objeto es la elevación y mejora de la raza negra, todo el esquema de elevación se utilizó para persuadir a los negros en su mayoría a comprar acciones en la Black Star Line a $ 5 por acción, cuando los acusados sabían muy bien, a pesar de las representaciones floridas... que dichas acciones nunca podrían valer $ 5 en efectivo.

Más allá de sus problemas legales, el marco ideológico de Garvey merece ser analizado. Su filosofía hacía hincapié en la autosuficiencia de los negros, el emprendimiento y el establecimiento de una patria africana independiente. Sin embargo, sus puntos de vista también contenían elementos problemáticos. Como señala A. James Gregor en Black Nationalism and Neofascism, la retórica y los métodos organizativos de Garvey guardaban sorprendentes similitudes con los movimientos fascistas europeos. Garvey incluso se describía a sí mismo como fascista y afirmaba que Mussolini había tomado ideas prestadas de él. Al igual que los fascistas europeos, consideraba que los conflictos raciales y tribales eran inevitables y que el militarismo era esencial. También creía que los grupos raciales debían estar siempre preparados para la batalla y que esperar ganar esas batallas sin industrializarse era inútil.

Además, como pensador tribal, Garvey se oponía al Estado multirracial. Garvey promovía el concepto de patrias raciales. A diferencia de los liberales, consideraba que África era para los africanos, Europa para los europeos y América construida por los blancos para sus descendientes. La visión de Garvey de un Estado negro independiente era nacionalista y antiintegracionista sin paliativos, lo que le convirtió en un opositor a la agenda integracionista de la NAACP.

Otra similitud entre el garveyismo y el fascismo es la primacía del Estado-nación como vía para el progreso económico y social. Tanto el garveyismo como el primer fascismo postulaban que los individuos alcanzaban la realización personal a través del Estado. Asimismo, estas filosofías se oponían al marxismo al concebir una forma de capitalismo dirigido que servía a los intereses del Estado-nación. Una profunda preferencia por los Estados fuertes gobernados por élites que ejercen un inmenso poder es otro ámbito en el que estas filosofías encuentran puntos en común. El Estado ideal de Garvey está más cerca de la República de Platón o de Singapur que de América. Además, para inculcar el orgullo nacional, el garveyismo y el fascismo se basan en mitos históricos. De ahí que no sorprenda que Garvey informara a menudo a sus seguidores de que los africanos eran una raza creativa cuyas ideas habían sido robadas por los blancos.

La excentricidad de Garvey se acentúa cuando se exploran los paralelismos entre el garveyismo y el hitlerismo. El fascismo es un movimiento identitario, aunque no exclusivamente racista, como el hitlerismo. Hitler y Garvey imploraban a sus seguidores que defendieran las verdades raciales. Garvey predicaba que todas las cuestiones debían evaluarse utilizando un marco racial. Estaba tan comprometido con la raza que animaba a los negros a embellecer los hechos en beneficio de la raza, incluso se permitía mentir. Paradójicamente, Garvey admiraba a los judíos pero, sin embargo, sostenía que eran personas tribales en las que no se podía confiar. A pesar de sus sentimientos antisemitas, Garvey criticó el trato que recibieron de Hitler.

A pesar de su desconfianza hacia los judíos, Garvey teorizaba que el odio antijudío se basaba en la envidia. De hecho, era un personaje complicado, aunque hay que señalar que Garvey nunca se retractó de su afinidad por las ideas genéricas de Mussolini y Hitler, sólo arremetía contra ellos cuando parecía que sus proyectos eran antitéticos con los negros. El propio Garvey era un imperialista con planes para colonizar las «tribus primitivas» de África, sólo le disgustaba la idea de que Hitler y Mussolini colonizaran a los negros.

Las relaciones de Garvey con el Ku Klux Klan fueron especialmente controvertidas. Aunque aparentemente sus diálogos con el Klan eran pragmáticos —basados en una creencia común en el separatismo racial—, alienaron a muchos líderes negros. Garvey y los miembros del Klan eran aliados naturales porque preferían las patrias raciales. Los miembros del Klan apreciaban que Garvey fuera un separatista racial que quería que los negros residieran en su propio estado. Además, en contra de lo que se suele decir, Garvey no era un activista de los derechos civiles al estilo de Martin Luther King, Jr. o W.E.B. Du Bois. No abogaba por la integración racial ni por la igualdad bajo una identidad nacional compartida. Muy acertadamente, Garvey sostenía que los negros debían crear alternativas a las instituciones blancas, en lugar de depender de su benevolencia. Cuando las leyes Jim Crow irritaban a otros negros, Garvey señalaba que la infraestructura de transporte de los americanos había sido construida por los blancos para su consumo. Garvey era un filósofo conservador de la tradición occidental con visiones racistas del mundo y pensar lo contrario indica delirio.

El legado de Garvey también se ha visto empañado por la violencia dentro de su movimiento. La investigación de Thomas Lennon indica que los miembros de la UNIA recurrían con frecuencia a atacar a sus críticos. En 1922, el líder de la UNIA en Cincinnati, William Ware, y tres asociados agredieron al educador negro Samuel Saxon por oponerse a Garvey. En 1923, Charles Linous, miembro de la Legión Africana de Garvey, fue encarcelado por amenazar de muerte durante el juicio. Los miembros de la UNIA también fueron acusados de asesinar en a los rivales de Garvey, entre ellos el reverendo James Eason, que tenía intención de testificar contra él y Laura Coffey.

El garveyismo está plagado de negatividades, pero su obra contiene elementos positivos. El énfasis de Garvey en la capacitación económica, el desarrollo profesional y el liderazgo anticorrupción sigue siendo profundamente relevante. Aunque sus opiniones racistas parecen problemáticas, su visión moral y su espíritu emprendedor inspiran admiración. A pesar de ser un nacionalista negro, Garvey nunca tuvo miedo de decir a los negros que otros grupos seguirían superándoles a menos que mejoraran ellos mismos. Tampoco se abstuvo de reprenderles por esperar hacerse ricos de la noche a la mañana, cuando el éxito empresarial requiere años de duro trabajo.

 Aunque sus coqueteos con el fascismo y el separatismo racial merecen ser analizados, su defensa pionera de la autosuficiencia y la independencia económica de los negros sigue resonando. El legado de Garvey ofrece una hoja de ruta para el empoderamiento, el liderazgo y la autodeterminación cuando se despoja de sus elementos polémicos.

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