Antes de analizar los planes de emergencia que necesita la economía mundial, debemos recordar que, como en el pasado, la prudencia y la responsabilidad de la sociedad civil y las empresas nos ayudarán a salir de esta crisis.
Ante una crisis sin precedentes, debemos ser realistas, responsables y cautelosos.
Se trata de un choque de la oferta que se suma a un cierre obligatorio de la economía. Como tal, una respuesta seria debe ser impulsada por el lado de la oferta. Es ridículo tratar de estimular la demanda con dinero impreso y gasto público en un cierre forzoso donde cualquier demanda extra no hará subir la oferta, incluso puede hacerla bajar.
Un cierre obligatorio debido a un choque de la oferta no se resuelve con el gasto del gobierno o con medidas del lado de la demanda. Imprimir dinero y bajar las tasas ayuda a los ya endeudados y a los gobiernos con rendimientos de bonos ya históricamente bajos, los déficits ya se van a disparar debido a los estabilizadores automáticos.
Los gobiernos que gastaron en exceso en tiempos de crecimiento, aumentaron masivamente la deuda e ignoraron los riesgos de pandemia sólo para luego crear un bloqueo generalizado no pueden presentarse como la solución.
Las pequeñas y medianas empresas no necesitan que un gobierno incentive la demanda, porque no se trata de un problema de demanda, el cierre se impone por ley debido a una epidemia de salud que los legisladores prefirieron ignorar.
No podemos caer en la trampa de creer que lo que la economía necesita es más facilidades monetarias cuando fracasa, y si no funciona entonces debemos intentar una mayor locura monetaria.
La locura monetaria no es la solución al exceso y la locura monetaria.
Es nuestro deber advertir de los riesgos de caer en un optimismo irresponsable, precisamente para que podamos salir de esta crisis antes y mejor.
¿Qué recuperación habrá?
Las estimaciones de crecimiento económico están cayendo en picada a una velocidad vertiginosa. El cierre, aunque temporal, de la actividad económica, el transporte y el comercio, significará una recesión inevitable. El mayor error que pueden cometer los políticos es creer en una recuperación en forma de V. Todos los gobiernos deben prepararse para una recuperación en forma de L. Si me equivoco, las economías serán más fuertes de todos modos, pero si tengo razón, el estímulo masivo aplicado sólo tres semanas después de un mercado que ha alcanzado su máximo nivel histórico y las inmensas políticas de gasto deficitario al comienzo mismo de una crisis pandémica paralizarán la economía hasta una situación irreparable.
Las principales economías tienen una gran capacidad para hacer frente a una conmoción como ésta. Este no es el caso de Italia o España. Los cálculos para los Estados Unidos indican que el desempleo se disparará al 6,5 por ciento, en el caso del Reino Unido al 7 por ciento y en Alemania al 6 por ciento. En economías débiles y altamente intervenidas, la combinación de un desempleo ya alto, una deuda elevada y un alto gasto gubernamental puede conducir a una crisis al estilo griego cuando las medidas para hacer frente a un cierre forzoso provengan de una mayor intervención gubernamental.
En la zona del euro, la mayoría de los planes anunciados por los gobiernos se basan en tres importantes fallos: Ignorar que muchos países ya estaban cerca de una recesión en 2019, asumir un paréntesis de bajo impacto y estimar una recuperación rápida y exponencial que no infligirá ningún daño real al empleo o a las cuentas públicas y privadas.
En la zona del euro, el PIB del cuarto trimestre de Alemania, Francia, Italia y España ya reflejaba una importante desaceleración, por lo que las respuestas de la Comisión Europea, el BCE y los gobiernos parten de un diagnóstico erróneo: que el problema al que nos enfrentamos es el de la demanda y el acceso al crédito y no el del colapso de las ventas debido a un bloqueo impuesto, con una acumulación de obligaciones fiscales y costes fijos.
Los Estados Unidos deben evitar cometer los errores que las naciones de la eurozona ya están empezando a cometer.
Las fechas límite
Los gobiernos europeos no están dispuestos a crear un impacto peor a largo plazo en la economía dando a los ciudadanos pequeñas dosis poco realistas de información negativa y extendiendo los cierres en períodos de quince días. Esto está provocando problemas masivos de flujo de caja en toda la economía porque las empresas se dan cuenta de que los mecanismos de apoyo sólo duran unos pocos días mientras que la extensión de las pérdidas destruye el flujo de caja y los balances. Las empresas están viendo que las facturas actuales se retrasan o no se pagan mientras que los pedidos de noviembre y diciembre se cancelan.
La gran mayoría de las empresas no se enfrentan a un problema de acceso al crédito (hay una amplia liquidez y oferta de crédito sobre una demanda solvente y a tasas muy bajas), se enfrentan al cierre completo y a despidos por cese de actividad. Cero ingresos, pero costos fijos e impuestos acumulados. Muchas empresas descubrirán que retrasar el pago de los impuestos o conceder préstamos no resuelve nada.
El problema de la mayoría de los negocios no es de garantías de préstamos, sino de la imposibilidad de solicitar un préstamo. No estamos en crisis por falta de acceso al crédito, sino por la desaparición de la actividad.
La contribución privada
Los gobiernos esperan que los bancos proporcionen un alivio masivo mediante más préstamos, ignorando el hecho de que los bancos de la zona del euro todavía tienen miles de millones de préstamos improductivos y se enfrentan a un aumento masivo de la morosidad en Europa, pero también en sus filiales de crecimiento, sobre todo en América Latina y Asia.
Los bancos se van a enfrentar a un aumento de la morosidad en los activos existentes tanto en Europa como en el extranjero. Los bancos pueden hacer frente a esta situación y lo han hecho bien, pero no van a ser capaces de aumentar el riesgo en decenas de miles de millones mientras ayudan a sus clientes actuales a salir de la crisis La mayoría de los gobiernos europeos asumen una fortaleza de balance en los agentes privados que no es evidente en las grandes empresas ni existe en las PYMES (pequeñas y medianas empresas).
Además, las grandes empresas europeas ya tienen altos niveles de endeudamiento, aunque éste ha disminuido admirablemente en los últimos años. Es probable que la deuda neta con el EBITDA en las empresas no financieras ya se dispare debido a la disminución de los ingresos y el flujo de caja.
El crédito, la liquidez y las medidas de ayuda a corto plazo son adecuadas para quienes habrían sobrevivido de todos modos antes de estas nuevas medidas del banco central y del gobierno. La liquidez era inmensa, las tasas eran bajas y los bancos hicieron todo lo posible por prestar.
Los perdedores de esta crisis serán probablemente aquellos que han hecho sus deberes y viven mes a mes, sin grandes activos para cubrir un préstamo y sin músculo para enfrentar meses de cero ingresos. Y aquellos, los que van a sufrir más estos meses, ya se ahogaron en los impuestos el año pasado.
Los gobiernos ya van a consumir todo el espacio fiscal que tienen y más. La idea es que esta enorme liquidez a tasas reales negativas pueda ser utilizada para algo efectivo por una vez, no para aumentar los desequilibrios estructurales en el gasto corriente.
No se trata de pedir al Estado que intervenga, sino de pedir al gobierno que deje de intervenir tanto, que detenga la máquina de carga fiscal durante un cataclismo empresarial sin precedentes y que se una en la responsabilidad y la austeridad a quienes luchan cada día por sobrevivir.
Si los gobiernos y los bancos centrales deciden multiplicar los errores anteriores añadiendo otros más grandes, como la monetización directa del gasto o el dinero de los helicópteros, añadirán una crisis monetaria a un choque de suministro obligatorio. Un error no se corrige haciendo lo mismo pero de forma más agresiva.
Debemos pedirle al gobierno que deje de intervenir tanto, que no explote un cataclismo empresarial sin precedentes para aumentar el intervencionismo.
Si los gobiernos insisten en mantener los pocos ingresos fiscales que pueden rascar de los escombros, pondrán en peligro los ingresos de 2020 y los de 2021 y 2022, debido al aumento masivo del desempleo y al cierre de empresas.
Mantener el sistema de cuña fiscal en una crisis de esta magnitud genera una doble negativa. El dominó de los fracasos empresariales y las pérdidas de empleo tardará años en recuperarse, y con él, las bases impositivas y los ingresos. En segundo lugar, el crecimiento potencial se ve restringido por una fiscalidad reguladora desproporcionadamente alta, lo que hace aún más difícil atraer la poca inversión que podría venir después de la recuperación.
Una crisis de cierre económico generalizada no se resuelve con medidas de demanda o utilizando el balance del sector privado para añadir deuda y acumular riesgo, sino con medidas urgentes de oferta que respondan a la realidad de las empresas y, con ellas, de los trabajadores y las familias.
Los EEUU y el mundo saldrán de esta crisis. Lo que el gobierno tiene que hacer es permitirlo. El gobierno está ahí para facilitar, no para elegir ganadores y perdedores.