En medio de su serio aunque confuso artículo «Taking Back America From the Libertarians», Patrick Deneen se desvía repentinamente para perpetrar una calumnia viciosa y gratuita contra Ludwig von Mises, F. A. Hayek, y Ayn Rand insinuando que el movimiento libertario moderno que iniciaron en los EEUU se basaba en el «darwinismo social» incluyendo, según Deneen, «su atracción por la eugenesia».
El examen de esta acusación con respecto a Ludwig von Mises expone la impresionante superficialidad de los coocimientos de Deneen. Mises asoció la eugenesia tanto con el socialismo marxista como con el nacionalsocialismo, las antítesis del libertarismo o el liberalismo clásico. En varios trabajos, Mises denunció apasionadamente la eugenesia. Señaló que era una condición sine qua non de todas las economías de planificación centralizada para asegurar la suficiente subsistencia de la población sujeta a la planificación:
Sin una regulación coercitiva del crecimiento de la población, una comunidad socialista es inconcebible. Una comunidad socialista debe estar en condiciones de evitar que el tamaño de la población supere o descienda por debajo de ciertos límites definidos... Y puesto que en ella no existirían esos motivos, que en una sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción armonizan el número de nacimientos con las limitaciones de los medios de subsistencia, se verá obligada a regular la propia materia. (Socialismo, p. 198)
Mises consideraba que la eugenesia nacionalsocialista era el resultado extremo pero lógico de la destrucción de la economía de libre mercado en la que las cantidades y calidades de los bienes y sus métodos de producción están completamente controlados por la elección del consumidor. Si el Estado usurpa las preferencias de los consumidores y se arroga la función de decidir estas cuestiones en el ámbito de las mercancías, ¿por qué no anular las decisiones de apareamiento espontáneas de los individuos y determinar por sí mismo la calidad de los seres humanos a criar?
El plan nazi era más completo y por lo tanto más pernicioso que el de los marxistas. Su objetivo era abolir el laisser-faire no sólo en la producción de bienes materiales, sino también en la producción de hombres. El Führer no sólo era el director general de todas las industrias; también era el director general de la granja de cría con la intención de criar hombres superiores y eliminar a los inferiores. Un grandioso esquema de eugenesia debía ser puesto en práctica de acuerdo a los principios «científicos». (Socialismo, p. 581)
Finalmente, Mises señala que el objetivo de los eugenistas de mejorar la «calidad» de la raza humana es un objetivo incoherente y sin sentido. Dada la inherente desigualdad de los seres humanos en múltiples dimensiones y la constante variación de las condiciones ideológicas, no existe un estándar claro y objetivo por el cual la calidad de los seres humanos pueda ser medida o evaluada:
Pero la sociedad no es una granja de cría de ganado operada para la producción de un tipo definido de hombres. No existe un estándar «natural» para establecer lo que es deseable y lo que no lo es en la evolución biológica del hombre. Cualquier norma elegida es arbitraria, puramente subjetiva…. Los eugenistas pretenden que quieren eliminar a los individuos criminales. Pero la calificación de un hombre como criminal depende de las leyes vigentes del país y varía con el cambio de las ideologías sociales y políticas... ¿A quién quieren eliminar los eugenistas, a Bruto o a César? Ambos violaron las leyes de su país. Si los eugenistas del siglo XVIII hubieran evitado que los adictos al alcohol generaran hijos, su planificación habría eliminado a Beethoven. (Acción humana, p. 165; Socialismo, p. 581)
Para un examen más completo de la actitud de Mises hacia la eugenesia, recomiendo el perspicaz artículo de Matthew McCaffrey.
En cuanto al darwinismo social, Mises tomó una posición matizada que Deneen claramente no se atrevió a explorar en profundidad. Mises criticó tanto a los defensores como a los críticos del darwinismo social. Argumentó que el concepto de «lucha por la supervivencia» que Darwin tomó prestado del economista clásico Thomas Malthus «debe entenderse en un sentido metafórico». Su significado es que un ser vivo resiste activamente a las fuerzas perjudiciales para su propia vida». (Acción humana, p. 175) Para los seres humanos dotados de razón la lucha por la vida no implica una «guerra de exterminio» sino todo lo contrario, paz y cooperación. Como Mises señaló:
La razón ha demostrado que para el hombre, el medio más adecuado para mejorar su condición es la cooperación social y la división del trabajo. Son la herramienta más importante del hombre en su lucha por la supervivencia. Pero sólo pueden trabajar donde hay paz. (Acción humana, p. 175)
Para los seres humanos, por lo tanto, que individual y racionalmente captan los beneficios materiales de la cooperación social y la división del trabajo, la cataláctica competencia de intercambio pacífico y voluntario reemplaza la despiadada competencia biológica que es siempre roja en dientes y garras. La «supervivencia del más fuerte» es una metáfora que se aplica a los empresarios que compiten por el favor del consumidor ofreciendo los bienes de mayor calidad a los precios más baratos posibles. Los que fracasan en esta lucha competitiva —que está abierta a todos en una economía laissez-faire— para satisfacer mejor la demanda de los consumidores no mueren, sino que simplemente vuelven a las filas de los empleados contratados para ganarse la vida. Mientras tanto, la rivalidad competitiva entre los empresarios otorga una cornucopia de más y mejores bienes a las masas de la humanidad.
Por último, Mises distingue entre los «armonizadores», que le incluyen a él y a sus colegas economistas de libre mercado y que construyen la lucha por la existencia en el sentido metafórico, y los «antiarmonistas» que se la toman al pie de la letra. Estos últimos son «las diversas escuelas de nacionalismo y racismo», que creen que «prevalece un antagonismo irreconciliable entre diversos grupos como las naciones o las razas» y, por lo tanto, «es “natural” que haya una guerra perpetua entre los diversos grupos». (Teoría e historia, p. 41) La conclusión lógica a la que llegan estas filosofías nacionalistas y racistas es que
... las condiciones humanas implican conflictos siempre irreconciliables, primero entre los diversos grupos que luchan entre sí, más tarde, después de la victoria final del grupo maestro entre éste y el resto de la humanidad esclavizada. Por lo tanto, el grupo de élite supremo debe estar siempre listo para luchar, primero para aplastar a los grupos rivales, y luego para sofocar la rebelión de los esclavos. (Teoría e historia, p. 42)
Dejaré como ejercicio de erudición que Deneen investigue e informe sobre por qué ni F. A. Hayek ni Ayn Rand eran eugenistas, o darwinistas sociales (en algo más que el sentido metafórico).