El monumental agujero fiscal y monetario que los peronistas Massa y Fernández le han dejado a Javier Milei es difícilmente replicable. El propio ex presidente Mauricio Macri explicó que la herencia que recibe Milei es «peor» que la que encontró de Cristina Fernández de Kirchner. El peronismo deja un país en ruinas y con una enorme bomba de tiempo para la próxima administración.
Los enormes problemas económicos de Argentina comienzan con un déficit fiscal primario del 3% del PIB y un déficit total (incluidos los gastos por intereses) superior al 5% del PIB. Además, se trata de un déficit estructural que no puede reducirse a menos que se recorte el gasto público. El gasto público ya representa el 40% del PIB y se ha duplicado en la era del kirchnerismo. Si analizamos el presupuesto argentino, hasta un 20% es gasto puramente político. La anterior administración de izquierdas sólo recortó el gasto en pensiones, que supuso la mitad del ajuste en términos reales, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
Las políticas intervencionistas y los controles de precios de Massa y Fernández han dejado escasez de carne y gasolina en un país rico en petróleo y ganado, demostrando de nuevo lo que dijo Milton Friedman: «¿Leeremos a continuación que el control gubernamental de los precios ha creado una escasez de arena en el Sahara?».
No hay que olvidar que el Gobierno de Fernández deja Argentina con una inflación anual del 140% tras un aumento demencial de la base monetaria de más del 485% en cinco años, según el Banco Central de Argentina.
Esta política fiscal y monetaria confiscatoria y extractiva ha creado un desastre en las reservas del banco central. Fernández deja un banco central en bancarrota, con reservas netas negativas de 12.000 millones de dólares y una bomba de relojería en pasivos remunerados (Leliqs) que superan el 12% del PIB y significan efectivamente más impresión de dinero e inflación en el futuro, cuando venzan. Con un riesgo país de 2.400 puntos básicos, el autoproclamado gobierno del «socialismo del siglo XXI» ha dejado a Argentina y a su banco central oficialmente en bancarrota, con el 40% de la población en la pobreza y con una moneda fallida.
Milei debe enfrentarse ahora a este legado envenenado con determinación y valentía. Macri, que sufrió el error del gradualismo, argumentó recientemente que no había lugar para medidas suaves, y tiene razón.
Milei ha prometido cerrar el banco central y dolarizar la economía. Sin embargo, ¿puede lograrlo?
La respuesta es sí. Absolutamente.
Para entender por qué Argentina debe dolarizarse, el lector debe saber que el peso es una moneda fracasada que incluso los ciudadanos argentinos rechazan. La mayoría de los ciudadanos argentinos ya ahorran lo que pueden en dólares de EEUU y realizan todas las transacciones importantes en la divisa de EEUU, porque saben que su moneda local será disuelta por el intervencionismo gubernamental. El gobierno tiene 15 tipos de cambio diferentes para el peso, todos falsos, por supuesto, todos con un único objetivo: robar a los ciudadanos sus dólares de EEUU a un tipo de cambio falso.
El banco central está en quiebra, con reservas netas negativas, y el peso es una moneda fracasada. Por lo tanto, cerrar el banco central es esencial, y el país necesita tener un regulador independiente sin poder para imprimir moneda y monetizar todo el déficit fiscal, y debe eliminar la posibilidad de emitir la demencial Leliq (deuda remunerada) que destruye la moneda hoy y en el futuro.
Cerrar el banco central requiere una solución inmediata y contundente a las Leliq, que tendrá que incluir un enfoque realista del desajuste monetario en un país donde el «tipo de cambio oficial» es la mitad del tipo real de mercado frente al dólar de EEUU. Dar un paso audaz para reconocer este desajuste monetario, cerrar el banco central y terminar con la monetización de la deuda son tres pasos esenciales para poner fin a un camino hacia la destrucción de un país comparable al de Venezuela. Milei lo entiende y sabe que los dólares de EEUU que los ciudadanos ahorran con enorme dificultad deben volver a la economía nacional reconociendo la realidad monetaria del país haciendo del dólar de EEUU una moneda de curso legal para todas las transacciones.
La cuestión monetaria es una cara de una moneda enormemente problemática. Hay que abordar el problema fiscal. Milei tiene que poner fin al abultado déficit fiscal, y eso requiere un ajuste que elimine el gasto político sin destruir las pensiones. Esto debe implicar la venta de algunas de las muchas empresas públicas ineficientes e hinchadas y el exceso de gasto en subvenciones puramente políticas. En segundo lugar, Milei debe poner fin al ridículo déficit comercial. Argentina debe recortar drásticamente las erróneas leyes proteccionistas e intervencionistas si los peronistas están abiertos al mundo para exportar todo lo que puedan. Para ello, debe poner fin al ridículo «cepo cambiario» y a los 15 tipos de cambio falsos que el gobierno utiliza para expropiar dólares a ciudadanos y exportadores con tasas y confiscaciones injustas.
Hay que bajar los impuestos en un país que tiene 165 impuestos y la cuña fiscal más alta de la región, donde las pequeñas y medianas empresas pagan hasta el 100% de sus ventas.
Argentina debe cambiar lo que actualmente es un Estado confiscatorio y depredador. Además, deben eliminarse las barreras burocráticas, las medidas proteccionistas y los subsidios políticos. Además, Milei debe garantizar la seguridad jurídica y un marco regulatorio atractivo y confiable donde no vuelva el fantasma de la expropiación y el robo institucional.
Los retos de Milei son muchos, y la oposición intentará sabotear todas las reformas favorables al mercado porque muchos políticos en Argentina se hicieron muy poderosos y ricos convirtiendo el país en una nueva Venezuela.
Si Argentina quiere convertirse en una economía pujante que vuelva a la prosperidad, necesita un sistema macroeconómico y monetario estable. Debe reconocer que tiene una moneda fallida y un banco central en quiebra y aplicar las medidas urgentes necesarias lo antes posible. Será difícil pero no imposible, y el potencial de la economía es enorme.
Argentina era un país rico empobrecido por el socialismo. Necesita abandonar el socialismo para volver a ser rico.