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Que se fusionen: adquisición extranjera de US Steel

Los nacionalistas económicos vuelven a adular al senador Demócrata de EEUU John Fetterman, de Pensilvania. Primero fue por su oposición a las tierras agrícolas de EEUU en propiedad de chinos. Ahora se opone a la adquisición de United States Steel Corporation (US Steel) por una compañía japonesa. Sin embargo, esta adquisición no debería bloquearse. Hay que aceptarla. Las justificaciones de la intervención gubernamental no son convincentes.

El lunes 18 de diciembre saltó la noticia de que el productor de acero japonés Nippon Steel adquiriría US Steel por 14.900 millones de dólares. Dado que US Steel está presente en Pittsburgh, esta noticia disgustó a los políticos de Pensilvania, que aprovecharon la oportunidad para enviar una señal de virtud a los trabajadores del acero y a los votantes de Pensilvania. John Fetterman declaró: «Es absolutamente indignante que se hayan vendido a una nación extranjera».

En primer lugar, Nippon es una compañía privada. Fetterman intenta hacer creer que un adversario está comprando US Steel, pero esto es contrario a la realidad. Japón y los EEUU mantienen una sólida relación, y pensar que una compañía japonesa podría amenazarla no es más que una especulación descabellada y poco realista.

Y lo que es más importante, Fetterman alude a la seguridad nacional: «El acero siempre tiene que ver con la seguridad, tanto la nacional como la económica de nuestras comunidades siderúrgicas».

Una vez más, sugerir que una compañía japonesa socavaría las capacidades defensivas de EEUU es una tontería. El ejército de EEUU proporciona a Japón la defensa nacional, por lo que cualquier disminución de las capacidades militares de EEUU se dejará sentir también en el lado de Japón. Pero es más importante preguntarse: «¿Contra quién nos defendemos?». ¿De Rusia? No han sido capaces de tomar ni siquiera Ucrania en los casi dos años transcurridos desde el comienzo de su invasión a gran escala del país. ¿China? La amenaza de China es totalmente falsa; están plagados de muchos de sus propios problemas que harían de cualquier tipo de asalto militar a los EEUU una sugerencia irrisoria.

Además, con 1,4 millones de efectivos en activo, un presupuesto defensivo de unos 800.000 millones de dólares y una geografía con importantes ventajas para la seguridad nacional, es difícil imaginar que esta adquisición afecte en absoluto a la capacidad de EEUU para defenderse. Además, la provisión de seguridad debería estar completamente privatizada como la mayoría de los demás bienes. En consecuencia, si esta adquisición supone una amenaza para la seguridad, el consumidor, y no el gobierno, debería juzgar si los beneficios de la fusión merecen la pena o no y actuar en consecuencia para compensar cualquier pérdida de seguridad.

En cuanto a la seguridad económica, Nippon adquiere US Steel porque considera que es una forma mejor de satisfacer las demandas de los consumidores que la siguiente mejor alternativa de uso de su capital. Esto significa que sirven mejor a los consumidores mundiales de acero. US Steel también está haciendo el mismo juicio. Los propietarios/accionistas de US Steel no transferirían la propiedad a Nippon si pensaran que podrían obtener una mayor tasa de rentabilidad conservando la propiedad.

La capacidad productiva conjunta de las dos compañías equivaldría aproximadamente a 58,56 millones de toneladas métricas, lo que supondría un paso adelante para desafiar el actual dominio de China en la industria siderúrgica mundial, un objetivo que cabría pensar que favorecerían los nacionalistas económicos, concretamente los halcones chinos.

En cuanto a las preocupaciones sobre su impacto en el trabajador americano, Nippon ya se ha comprometido a mantener la sede de US Steel en Pittsburgh, y dadas las recientes noticias de que United Auto Workers ha firmado contratos con Ford, General Motors y Stellantis, es probable que la producción de acero se mantenga en los EEUU para que el transporte del acero a estas plantas automovilísticas sea menos costoso. También hay muchos activos no transportables, como trabajadores, fábricas, cadenas de suministro y contratos locales, que hacen que sea costoso externalizar la producción. Es probable que el acero no vaya a ninguna parte.

Hay una razón económica adicional para apoyar este acuerdo: el aumento de la inversión extranjera. Washington enviará gustosamente ayuda extranjera a todo el mundo con el objetivo de ayudar a los desfavorecidos y oprimidos, pero se opone a que una compañía extranjera invierta en EEUU alegando que sería perjudicial para los americanos. Entonces, ¿de qué se trata? ¿La inversión extranjera es beneficiosa o perjudicial? Un nacionalista económico se vería en apuros para demostrar que la inversión extranjera es perjudicial a la luz de lo que ya se ha dicho y del mayor desarrollo de la producción y las infraestructuras nacionales. La inversión extranjera privada y voluntaria es beneficiosa para los consumidores de acero, lo que incluye a entidades privadas y públicas. Hay que acoger la inversión extranjera, no rechazarla.

Los accionistas de US Steel votarán sobre el acuerdo en marzo de 2024, pero hay motivos para pensar que podría fracasar y, si no, se enfrentará a obstáculos políticos. Los políticos de EEUU no ven con buenos ojos esta posible fusión, lo que sin duda influirá en la decisión de fusionarse. Tras el anuncio de la adquisición, las acciones de US Steel subieron a cincuenta dólares (muy por debajo del precio ofrecido por Nippon de cincuenta y cinco dólares), y el valor de las acciones de Nippon cayó un 5%. Esto quizá sea señal de la incertidumbre de los inversores sobre la posibilidad de que el acuerdo sea aprobado por las autoridades de EEUU, y hay buenas razones para esta duda.

Como ya se ha mencionado, John Fetterman se opone a esta adquisición, pero la oposición es bipartidista. Incluso políticos Republicanos favorecidos por los libertarios, como J.D. Vance y Blake Masters, se oponen a este acuerdo (otra admisión de sus fuertes tendencias nacionalistas). Masters declaró en un tuit: «Estaría bien que la administración Biden hiciera algo más que quedarse de brazos cruzados». Y es muy posible que hagan algo.

La administración Biden se ha mostrado ansiosa por impugnar fusiones y adquisiciones, habiendo impugnado fusiones a un ritmo récord y, por desgracia, no muestra signos de detenerse. Es probable que la fusión Nippon-US Steel sea impugnada, si no por la administración Biden, sí por el Congreso.

A pesar de la oposición nacionalista, esta fusión no tiene nada de problemática para los americanos y, de hecho, debería ser aceptada por los numerosos beneficios potenciales antes mencionados. Si esta adquisición resulta ser una mala decisión comercial por parte de Nippon, entonces liquidarán la compañía y quizás pueda volver a pasar a manos americanas. Si esto supone un riesgo, no debería ser motivo de preocupación porque el fracaso comercial, al igual que el éxito comercial, es una característica, no una acusación, del sistema de libre mercado que ayuda a transferir recursos de usos menos valiosos a usos más valiosos.

Las justificaciones nacionalistas para oponerse a esta fusión son vacías, y cualquier oposición debería ser rechazada de plano como un disparate económico. Todo defensor del libre mercado debería estar a favor de la libertad de adquisición y fusión de compañías. Cuando se hacen excepciones por vagas preocupaciones de seguridad nacional, la integridad del sistema de libre mercado se ve amenazada.

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