«La propiedad privada crea para el individuo una esfera en la que es libre del Estado. Establece límites al funcionamiento de la voluntad autoritaria. Permite que otras fuerzas surjan junto al poder político y en oposición a él». —Ludwig von Mises
En América Latina, es raro que un académico o un intelectual público argumente a favor de la privatización como política económica. Algunos han llegado a afirmar que el fracaso de las políticas «neoliberales», especialmente las privatizaciones, fue la causa de las violentas manifestaciones en Chile el año pasado. ¿Existe algún tipo de evidencia que apoye esta serie de afirmaciones? ¿Ha fracasado siempre la privatización?
Aunque no es posible demostrar definitivamente con datos una relación causal entre las diferencias de incentivos de los sectores privado y público y sus diferencias de rentabilidad o eficiencia, la literatura académica muestra que en muchos países y sectores este tipo de política económica ha tenido resultados exitosos.
La privatización en todo el mundo
En Privatization in Mexico, Alberto Chong y Florencio López-de-Silanes muestran que en el caso mexicano, la privatización generó un aumento del 24% en la rentabilidad de las empresas. Aunque explican que un pequeño porcentaje de este aumento se debió al incremento de los precios (aproximadamente un 5 por ciento), estos autores también señalan que el 64 por ciento fue el resultado de un aumento de la productividad. Además, en «The Effects of Privatization and Competitive Pressure on Firms’ Price-Cost Margins»: Micro Evidence from Emerging Economies», Jozef Konings, Patrick Van Cayseele y Frederic Warzynski indican que en Rumania y Bulgaria cientos de empresas privatizadas experimentaron aumentos de sus márgenes de precio-costo sin que se produjera un aumento de los precios de sus productos.
Sunita Kikery y John Nellis en Privatization in Competitive Sectors: The Record to Date, muestran que en una amplia gama de países la privatización está asociada con mejoras en el rendimiento operacional y financiero, la rentabilidad, el aumento de las ventas de los empleados, etc. Algunos de los estudios que los autores utilizaron como referencia indican que la privatización generó un aumento del 4% sobre la rentabilidad media y del 26,4% sobre la eficiencia media (ventas por empleado) de las empresas estudiadas.
La privatización como política económica ha sido muy criticada por sus efectos en el desempleo, incluso cuando se aceptan las prestaciones descritas anteriormente. Después de analizar 308 empresas privatizadas en ochenta y cuatro países durante el período 1982-2000, Chong y López-de-Silanes muestran en Privatization and Labor Force Restructuring around the World que el 78 por ciento de estas empresas redujeron su número de trabajadores. Sin embargo, la privatización también puede ser beneficiosa para muchos tipos de trabajadores, como los empleados jóvenes y los empleados altamente calificados. Como Blaise Melli y Patrick A. Puhani muestran en «Privatization and Changes in the Wage Structure: Evidence from Firm Personnel Records», en muchas circunstancias la privatización puede ser compatible con el crecimiento de los salarios reales.
Privatización en diferentes sectores
La bibliografía académica también muestra que los resultados positivos de la privatización no se limitan a una industria o un sector en particular. Algunas empresas de electricidad privatizadas en Inglaterra y Gales, Preetum Domah y Michael G. Pollitt explican en «The Restructuring and Privatisation of Electricity Distribution and Supply Businesses in England and Wales»: A Social Cost-Benefit Analysis», experimentó un rápido aumento de la rentabilidad en los primeros años después de la privatización. Además, su productividad laboral se duplicó y sus ganancias netas de eficiencia fueron de 6.100 millones de libras esterlinas.
Esta relación entre privatización, eficiencia y rentabilidad también puede observarse en el caso de los aeropuertos británicos privatizados durante el período comprendido entre 1986 y 2005. En «Impact of Privatization on Airport Performance: Analysis of Polish and British Airports», Wojciech Augustyniak muestra que esta correlación puede haberse visto afectada por el aumento del tráfico durante el período, pero también explica que los mayores aumentos de eficiencia se produjeron en aeropuertos pequeños y completamente privados.
En cuanto a la privatización de las entidades financieras, en «Impacts of Privatization on banking sector of Pakistan» Abdur Rahman muestra que en el Pakistán los bancos múltiples experimentaron varias mejoras años después de haber sido privatizados. Dentro de este grupo de bancos, se encuentra United Bank Limited, cuya relación capital-activo pasó de 1,94 durante el período 1988-92 a 6,1 durante el período 2011-15, es decir, después de ser privatizados.
Como último ejemplo de resultados positivos que no se limitan a un sector en particular, encontramos las compañías petroleras privatizadas. En «Privatising National Oil Companies: Assessing the Impact on Firm Performance» Christian Wolf y Michael G. Pollitt encontraron, después de estudiar veintiocho compañías de este tipo, que la privatización trajo consigo un aumento del 3,6% en el rendimiento de las ventas, del 30% en la producción por empleado y del 40% en la producción total.
¿Privatización, competencia o ambas?
Aunque esta serie de mejoras podría considerarse una consecuencia de la competencia y no simplemente de la privatización, la literatura académica muestra que en ciertos escenarios las empresas completamente privatizadas obtienen mejores resultados que las que sólo están parcialmente privatizadas. Así lo observan Narjess Boubakri y Jean-Claude Cosset en «The Financial and Operating Performance of Newly Privatized Firms: Evidence from Developing Countries».
Por otra parte, autores como Eytan Sheshinki y Luis F. López-Calva muestran que la privatización puede considerarse una condición necesaria para la existencia de la competencia. En «Privatization and Its Benefits: Theory and Evidence», estos autores explican que la competencia no sólo implica la libre entrada al mercado sino también la libre salida. En el caso de Pemex (Petróleos Mexicanos) y otras empresas estatales, esta condición no se cumple ya que dichas empresas pueden seguir operando aunque no sean capaces de generar beneficios. En virtud de esta definición ampliada de la competencia, la privatización es una condición necesaria para la libertad.