Peter Schiff es un conocido crítico del bitcoin, y aunque es un excelente recurso en muchos temas económicos y políticos, no acierta con la criptomoneda. Para ser justos, tiene razón en que el bitcoin y otros activos cripto son de alto riesgo y volátiles, y señala correctamente que usar el apalancamiento o endeudarse para comprar bitcoin podría terminar en un desastre financiero. Sin embargo, comete varios errores en su análisis del bitcoin. Se equivoca en cuanto a su escasez y su capacidad para cubrir la inflación, pero su mayor error es su principio rector: que el bitcoin (a diferencia del oro) no tiene ningún valor fundamental.
Por ejemplo, Schiff se apresura a señalar que el oro tiene otros usos además de ser dinero. Se utiliza en electrónica, odontología y joyería, por nombrar algunos. Teniendo en cuenta esto, es fácil ver cómo—como señaló Carl Menger—el dinero podría surgir en el libre mercado a partir de un estado de trueque. En resumen, el oro tenía usos independientes de ser dinero, pero con el tiempo se reconoció como un medio de intercambio útil para facilitar transacciones más complejas e indirectas. Esto llevó a la gente a valorarlo por encima de sus casos de uso originales.1
A diferencia del oro, el bitcoin no puede usarse en odontología, ni en joyería, ni en electrónica. Esto lleva a Schiff a afirmar que el bitcoin se diferencia del oro en que no tiene un valor fundamental (u objetivo). Su error es obvio: no existe el valor objetivo, tanto si hablamos de oro como de bitcoin. El valor es subjetivo y lo determinan internamente los individuos. El bitcoin no tiene un valor objetivo, pero el oro tampoco. Sí, el oro puede utilizarse para construir aparatos electrónicos, pero eso sólo tiene valor porque los consumidores valoran subjetivamente los aparatos electrónicos (véase la teoría de la imputación de Menger).
Schiff también se equivoca cuando afirma que el bitcoin no proporciona ningún refugio contra la inflación. Millones de personas en todo el mundo ya lo han utilizado para escapar en parte de sus monedas fallidas. En 2018, por ejemplo, el precio del bitcoin en bolívares venezolanos se duplicaba cada dieciocho días. Es importante tener en cuenta que cualquier producto puede servir como cobertura contra una moneda que se devalúa, no solo los metales preciosos o las criptodivisas. En el pasado, el whisky y los cigarrillos se han utilizado con este fin, al igual que muchos otros productos de consumo. Cuando una moneda está fallando, la demanda de la moneda disminuye y los consumidores se apresuran a poner su moneda en productos físicos u otras monedas.
Por otra parte, Schiff puede estar en lo cierto al afirmar que un desplome del dólar podría provocar un descenso de los precios del bitcoin (al menos a corto plazo), pero un acontecimiento de este tipo sería perturbador para muchos activos. El ejemplo más reciente de estos efectos ocurrió el 6 de marzo de 2020. A medida que se profundizaba el desplome de la bolsa estadounidense, tanto el oro como el bitcoin se vendieron con fuerza. Cuando llegaron las llamadas de margen, todo se vendió. La simple verdad es que todo lo que no es un dólar o una promesa de pagar dólares (es decir, los bonos) representa una cobertura contra la inflación del dólar. Esto no los hace inmunes (a corto plazo) a un colapso de la moneda de reserva mundial.
El último gran error de Schiff se refiere a la escasez del bitcoin. La oferta final de bitcoin está fijada en 21 millones de unidades. Schiff descarta esta oferta limitada señalando que se han creado miles de monedas y tokens cripto desde el bitcoin. Estas copias, afirma, demuestran que el bitcoin no es escaso. ¿Podría Schiff extender esta lógica a las reproducciones de la Mona Lisa? Sólo hay un original, y seguirá siendo escaso sin importar cuántas copias se hagan. Su postura también ignora los importantes efectos de red de los que goza el bitcoin. Al igual que otras redes, el valor aumenta a medida que crece el número de participantes. Numerosas bifurcaciones de bitcoin han aprendido esta lección por las malas, ya que sus tokens han ido perdiendo valor frente al original. Por último, la existencia de múltiples criptomonedas no es más problemática que la existencia de múltiples metales preciosos. La demanda total se divide simplemente entre la plata, el oro, el paladio y otros. Es probable que estemos en una etapa de auge del cripto como la burbuja de las puntocom. Se están creando nuevas monedas casi a diario y la mayoría no sobrevivirán. Depende del mercado determinar si el precio del bitcoin subirá o bajará. Lo mismo ocurre con el oro.
- 1Cualquiera que haya jugado a un juego de rol online en los últimos veinte años ha experimentado este fenómeno de primera mano. Piensa en la «La Piedra de Jordán» de Diablo 2.