La reciente confiscación de tierras sirias en los Altos del Golán por parte de Israel es un ominoso ejemplo de expansionismo en su peor expresión, en completa violación de los derechos de propiedad, cuando no una total violación también de los derechos humanos. La afirmación de Benjamin Netanyahu de que el Golán será «para siempre una parte inseparable» de Israel muestra un desprecio absoluto por la soberanía y la integridad territorial de Siria. Netanyahu desafió con ligereza anteriores tratados con Damasco utilizando como excusa la disolución del gobierno sirio reconocido internacionalmente tras la marcha de Assad, alegando que dichos tratados ya no son vinculantes.
Los libertarios entienden que las fronteras políticas son una construcción humana y que el individuo tiene un derecho natural a sí mismo y a la propiedad. La noción de fronteras nacionales es un artificio institucional, y el papel adecuado del Estado es la protección de los derechos individuales, en lugar de la ampliación de las reivindicaciones territoriales a través de la agresión.
Las acciones de Israel en los Altos del Golán representan un ejemplo perfecto de estatismo e imperialismo. Al ocupar y anexionarse tierras sirias, Israel está violando los derechos de propiedad de los ciudadanos sirios y socavando el concepto de soberanía territorial. Semejante acto de agresión no sólo es moralmente reprobable, sino también peligroso al sentar un precedente para nuevas invasiones de territorios vecinos.
Por supuesto, muchos libertarios creen que ninguna expansión territorial gubernamental puede justificarse jamás por razones de «seguridad» o «intereses estratégicos». Tales términos no son más que un pretexto para la agresión y contradicen por completo los principios de no agresión y de derechos de propiedad.
La comunidad internacional ha acogido las acciones de Israel con un frío silencio. En particular, los Estados Unidos ha sido cómplice de la agresión de Israel. El Departamento de Estado de los EEUU declaró que la toma de tierras sirias era «temporal» y «coherente con la soberanía de Israel». Sin la censura que emana de la comunidad internacional, esta agresión está destinada a ser alentada y el Estado de derecho socavado. Por lo tanto, la toma de los Altos del Golán por Israel constituye una agresión contra el territorio sirio, contraria a la libertad y la propiedad; una postura que los libertarios no deben dejar de condenar.
En última instancia, debemos defender los derechos individuales y la propiedad, independientemente de la frontera nacional en la que se encuentren, y rechazar la idea de que un gobierno tenga un interés válido en ampliar sus pretensiones territoriales mediante la agresión. Al apoyar ciegamente a uno u otro bando y cerrar cualquier crítica a nuestro «bando» percibido, perdemos de vista los principios básicos del liberalismo, sobre todo los derechos individuales y el derecho a la propiedad.