La Ley de Desvinculación de las Capacidades de Inteligencia Artificial de América de China (Decoupling America’s Artificial Intelligence Capabilities from China) —presentada por el senador Republicano Josh Hawley— es otro intento de reprimir la libre expresión, el libre mercado, vulnerar las libertades personales y dañar los procesos de mercado.
El senador Hawley, que presentó la ley, declaró que la creciente preocupación por la amenaza que supone el desarrollo de la IA por parte de China justificaba la propuesta. El nuevo proyecto de ley prohibiría a los estadounidenses interactuar con productos, investigaciones y tecnologías de IA chinos. Los infractores se enfrentarían a penas de hasta 20 años de cárcel e importantes multas. El objetivo del proyecto de ley es la seguridad nacional y la protección de los intereses económicos —todo ello centrado en desvincular el desarrollo de la IA de América de la de China—, pero el resultado sería la asfixia de la tecnología y la limitación de la libre expresión y asociación en la esfera en línea.
El proyecto de ley es fundamentalmente defectuoso en muchos aspectos, ya que interfiere con la libertad de mercado, obstruye los intercambios y colaboraciones voluntarias de entidades de los EEUU y China, y penaliza los intercambios mutuamente ventajosos sin interferencia del Estado. Además, el proyecto de ley está cargado de castigos severos y excesivos por parte del gobierno, como penas de prisión por violar el proyecto de ley.
El proyecto de ley también podría provocar ineficiencias económicas y aumentar los costes tanto para las empresas como para los consumidores. En general, esta legislación corre el riesgo de ahogar el crecimiento de la innovación y el avance tecnológico al restringir el acceso a las tecnologías chinas de IA que pueden ser fundamentales para el crecimiento económico y la prosperidad.
Aunque la seguridad nacional es una preocupación legítima, las medidas adoptadas son desproporcionadas en relación con el desafío. En lo que respecta a amenazas concretas, el gobierno debería proponer medidas más limitadas y proporcionadas en lugar de prohibiciones amplias contra el sector de la IA en general.
Otra cuestión es que el proyecto de ley aumentaría el riesgo de que China tomara medidas de represalia, iniciara una guerra comercial y empeorara la actual perturbación económica. En lugar de un tono de confrontación, cabría plantearse unas relaciones internacionales amistosas y positivas, ya que el libre comercio abre mercados abiertos.
Sea como fuere, la Ley de desvinculación de las capacidades de la Inteligencia Artificial de América de China se traduce en otro ejemplo de atroz extralimitación de la autoridad gubernamental.
