Power & Market

La narrativa de los inflacionistas se desmorona

El rendimiento de la deuda gubernamental de los Estados Unidos en 10 años alcanzó un mínimo del 3,6% en septiembre, pero ha subido rápidamente hasta el 4,2%, borrando todo el impacto de la bajada de tasas. La causa principal es el gasto gubernamental fuera de control y la falta de confianza de los inversores en bonos en la capacidad del gobierno para gestionar sus finanzas públicas. Por tanto, es lógico que los inversores teman un repunte de la inflación.

El gobierno de los Estados Unidos está obsesionado con dopar el PIB con gasto gubernamental e inflar las cifras de empleo con contrataciones en el sector público. Este es el camino hacia la ruina o la estanflación.

La deuda de los EEUU se ha disparado en más de 850.000 millones de dólares en sólo tres meses, pero el gobierno ha acelerado el demencial endeudamiento, y casi la mitad de esa cifra ha sido un aumento del endeudamiento en las últimas tres semanas.

Por supuesto, el PIB del tercer trimestre mostrará una cifra respetable, y los empleos gubernamentales enmascararán los datos de empleo, pero todo ello está allanando el camino para una futura catástrofe.

Este gobierno dejará un legado casi insuperable a la próxima administración. En las mejores circunstancias, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) prevé un déficit insostenible de 2 billones de dólares y una nueva deuda de 16 billones de dólares en los próximos diez años, lo que provocará una inflación continua por el gasto público descontrolado y la impresión de moneda.

No es de extrañar que los inversores no crean a la Fed y sigan exigiendo mayores rendimientos para los títulos del Tesoro de EEUU. Si Kamala Harris sale victoriosa, acelerará las actuales políticas inflacionistas. Su plan aumentaría la deuda en otros 2,25 billones de dólares, según la CBO. Trump planea recortar impuestos y reducir el déficit con aranceles más altos para los importadores. Sin embargo, los aranceles son una forma cuestionable de equilibrar el presupuesto, y aunque el impacto de la reducción de impuestos en el crecimiento puede ser positivo, es difícil ver una reducción significativa del déficit actual, sobre todo teniendo en cuenta que el gasto obligatorio, que constituye el 64% del presupuesto federal, aumentará en un billón de dólares en los próximos cuatro años. Seamos realistas. Los EEUU necesita estrategias favorables al crecimiento y recortes fiscales, pero ninguna administración podrá compensar un aumento de un billón de dólares en el gasto obligatorio con mayores ingresos fiscales. Los EEUU necesita un enfoque drástico para reducir el gasto discrecional e impulsar el crecimiento con una fiscalidad atractiva.

Los recortes fiscales no son inflacionistas. Es la misma cantidad de dinero, sólo que en los bolsillos de quienes lo ganan. El aumento del gasto es inflacionista porque está literalmente imprimiendo una moneda que tiene una demanda decreciente en relación con la emisión. El gobierno ha sobrepasado los límites económicos, fiscales e inflacionistas de la impresión de moneda. Sin embargo, su estrategia está clara. Represión financiera y fiscal e intentar prohibir cualquier alternativa a una moneda de valor decreciente.

El mercado de bonos lo ve así. Más gasto y el riesgo de una mayor inflación a medida que la impresión se descontrola y la demanda de bonos del Tesoro disminuye en todo el mundo.

El primer susto podría llegar pronto. Bloomberg Economics espera que los índices de precios PCE general y subyacente de EEUU suban un 0,2% y un 0,3%, respectivamente, en septiembre, acelerándose desde agosto. Esto significa que la inflación subyacente anual podría subir al 2,7%, y la inflación de los servicios superaría el 3,8%, incluso con un modesto descenso de la vivienda.

La irresponsabilidad fiscal del gobierno de los EEUU ha sido asombrosa, y la locura se ha acelerado a medida que el proceso electoral resultaba menos favorable al vicepresidente en funciones de lo que sugerían las encuestas.

La era inflacionista de 2021-2024 no fue una fatalidad. Fue una política. El inflacionismo es la ideología que triunfa entre los economistas próximos a la administración actual, así como entre los responsables políticos. La narrativa consiste en decirte que la inflación es baja, que la batalla ha terminado y que todo va bien mientras ves desaparecer tu salario real y tus ahorros en depósitos. El gobierno quiere la inflación porque aliviará los compromisos financieros del futuro en términos reales a expensas de tu riqueza y tus salarios. Además, el gobierno puede presentarse como la solución a la inflación que ellos crean y culpar a las empresas y corporaciones.

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