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Ética de la argumentación y libertad: una guía concisa

El profesor Hans-Hermann Hoppe apareció en la escena austrolibertaria a finales de la década de los ochenta, cuando se mudó a Estados Unidos para estudiar y trabajar con su mentor Murray Rothbard. Desde su llegada, el profesor Hoppe ha producido una corriente continua de contribuciones pioneras a la teoría económica y libertaria. Una contribución clave del Profesor Hoppe es su provocativa defensa de la «ética de la argumentación» de los derechos libertarios.

Al preparar la escena, Hoppe observa primero lo que le falta al argumento habitual de los derechos naturales:

Ha habido una discrepancia común respecto de la postura de los derechos naturales, incluso por parte de lectores simpatizantes, en que el concepto de naturaleza humana es «demasiado difuso y variado como para ofrecer una serie concreta de contenidos de derecho natural». Además, su descripción de la racionalidad es igualmente ambigua en que no parece distinguir entre el papel de la razón a la hora de establecer leyes empíricas de la naturaleza por un lado y leyes normativas de la conducta humana por el otro. (The Economics and Ethics of Private Property [EEPP], p. 313; también A Theory of Socialism and Capitalism [TSC], p. 156n118).

La solución de Hoppe es centrarse en la naturaleza de la argumentación en lugar de en la acción en general:

La aproximación praxeológica resuelve este problema reconociendo que no es el más amplio concepto de la naturaleza humana sino el más estrecho de los intercambios proposicionales y la argumentación el que debe servir como punto de partida para deducir una ética. (EEPP, p. 345).

Aquí nos dirige a la obra de su director de tesis doctoral, el famoso filósofo europeo Jürgen Habermas, y a su colega filósofo alemán Karl-Otto Apel, que había desarrollado una teoría de «ética del discurso» o «ética de la argumentación». Como explica Hoppe esta aproximación básica:

Cualquier afirmación de verdad conectada con cualquier proposición que sea cierta, objetiva o válida (aquí, todos los términos se usan como sinónimos) es y debe ser plantada en el curso de una argumentación. Como no puede discutirse que sea así (uno no puede comunicarse y argumentar que no puede comunicarse y argumentar) y cómo debe asumirse que todos saben qué significa afirmar que algo es verdad (no puede denegarse esta afirmación sin afirmar que su negación es cierta), este mismo hecho ha sido calificado apropiadamente «el a priori de la comunicación y la argumentación» (EEPP, p. 314).

Es decir, hay ciertas normas presupuestas por la misma actividad de argumentar. Apel y Habermas continúan argumentando que la ética presupuesta como legítima por el discurso como tal justifica la serie habitual de políticas de socialismo suave. Pero Hoppe, aunque reconoce el valor de la aproximación básica, rechaza su aplicación de esta teoría y conclusiones socialistas. En su lugar, Hoppe toma lo que es valioso en la aproximación de Apel-Habermas y lo mezcla con las ideas de Mises y Rothbard para ofrecer un giro hacia una ética del discurso praxeológico sobre la defensa habitual de los derechos de la ley natural.

En esencia, la opinión de Hoppe es que la argumentación, o el discurso, es por naturaleza una forma de interactuar libre de conflictos, que requiere el control individual de los recursos escasos. En un discurso genuino, las partes tratan de persuadir a las otras por la fuerza de sus argumentos, no por fuerza real:

La argumentación es una forma de interactuar libre de conflictos. No en el sentido de que haya siempre acuerdo en las cosas dichas, sino en el sentido de que mientras la discusión está en progreso es siempre posible estar de acuerdo en el hecho de que hay desacuerdo acerca de la validez de lo dicho. Y esto no es sino decir que debe presuponerse un mutuo reconocimiento del control exclusivo de cada persona de su propio cuerpo, ya que hay una argumentación (advirtamos de nuevo que es imposible negar esto y afirmar que esta negación es verdad sin tener que admitir implícitamente su verdad) (TSC, p. 158).

Así que la argumentación presupone la autopropiedad. Luego Hoppe demuestra que la argumentación también presupone el derecho a poseer recursos escasos por ocupación. El idea básica es que el cuerpo es «el prototipo de un bien escaso para cuyo uso tienen que haberse establecido de alguna forma derechos de propiedad, es decir, derechos de propiedad exclusiva, con el fin de evitar conflictos» (TSC, p. 19). Como explica Hoppe:

La compatibilidad de este principio con el de no agresión puede demostrarse por medio de un argumento contrario. Primero, debe advertirse que si nadie tiene el derecho a adquirir y controlar nada excepto su propio cuerpo (…) entonces todos dejaríamos de existir y el problema de la justificación de las declaraciones normativas (…) simplemente no existiría. La existencia de este problema solo es posible porque estamos vivos y nuestra existencia se debe al hecho de que no aceptamos, ni podemos aceptar, una norma que prohíba la propiedad en otros bienes escasos cercanos y adicionales al propio cuerpo físico. De ahí que deba suponerse la existencia del derecho a adquirir dichos bienes (TSC, p. 161).

Hoppe continúa demostrando, siguiendo la lógica de Rothbard,1

  1. 1. cierta clase A de gente, tiene derecho a poseer otra clase B o
    2. todos tienen derecho a poseer su parte alícuota de todos los demás.

La primera alternativa implica que, mientras que la clase A merece todos los derechos de ser humana, la clase B es en realidad subhumana y, por tanto, no merece dichos derechos. Pero como son en realidad seres humanos, la primera alternativa se contradice a sí misma al denegar derechos humanos a un grupo de humanos, Además, permitir a la clase A poseer la clase B significa que se permite a la primera explotar y, por tanto, vivir parasitariamente a costa de la segunda; pero, como puede indicarnos la economía, este mismo parasitismo viola el requisito económico básico para la supervivencia humana: la producción y el intercambio.
     La segunda alternativa, a la que podríamos llamar «comunalismo participativo» o «comunismo», sostiene que todo hombre debería tener derecho a poseer su parte alícuota de todos los demás. Si hay tres mil millones de personas en el mundo, entonces todos tienen el derecho a una tres mil millónesima parte de cualquier otra persona. En primer lugar, este ideal se basa en algo absurdo: proclamar que todo hombre tiene derecho a poseer una parte de todos los demás y aún así no tiene derecho a poseerse a sí mismo. Segundo, podemos imaginar la viabilidad de un mundo así: un mundo en que ningún hombre es libre para realizar ninguna acción sin aprobación previa u orden de todos los demás miembros de la sociedad. Debería estar claro que en ese tipo de mundo «comunista» nadie sería capaz de hacer nada y la raza humana perecería rápidamente.
     (…) Ocupémonos ahora del caso más complejo de la propiedad de objetos materiales. Pues incluso si todo hombre tiene derecho a la autopropiedad, la gente no son fantasmas flotantes, no son entidades que se sostienen por sí mismas, sólo puede sobrevivir y florecer forcejeando con la tierra que les rodea. Debe, por ejemplo, estar en terrenos fértiles, deba asimismo transformar los recursos que le da la naturaleza en «bienes de consumo», en bienes más adecuados para su uso y consumo, para sobrevivir. El alimento debe cultivarse y comerse, los minerales deben excavarse y luego transformarse en capital y finalmente en bienes útiles de consumo, etc. El hombre, en otras palabras, debe poseer no sólo su propia persona, sino también objetos materiales para su control y uso. que la única regla de propiedad que es compatible con la autopropiedad y los presupuestos del discurso es la regla lockeana de la apropiación original (TSC, pp. 160-169). En su reseña del libro Man, Economy, and Liberty: Essays in Honor of Murray N. Rothbard (Walter Block y Llewellyn H.Rockwell, Jr., eds., Mises Institute, 1988), Hoppe resume concisamente su aproximación de la ética de la argumentación (elaborada con mayor detalle en su propio capítulo del volumen) como sigue:

 

al implicarse en discusiones acerca de los criterios del bienestar que pueden acabar o no en un acuerdo y en realidad llegar a un mero acuerdo sobre el hecho de que hay continuos desacuerdos—como en cualquier empresa intelectual—un actor demuestra invariablemente una preferencia concreta por la regla de la adquisición de la propiedad por primer uso como el criterio definitivo de bienestar: sin ella, nadie podría actuar independientemente ni decir nada en ningún momento, y nadie más podría actuar independientemente al mismo tiempo y aceptar o rechazar independientemente lo que haya sido dicho o propuesto inicialmente. Es el reconocimiento del principio de ocupación el que hace posibles las investigaciones intelectuales, es decir, la evaluación independiente de proposiciones y afirmaciones de verdad. Y en virtud de ser un «intelectual», uno demuestra la validez del principio de ocupación como el criterio racional definitivo del bienestar. (énfasis añadido)

Hoppe asimismo atribuye a Rothbard el reconocimiento, en un breve párrafo, de las ideas que Hoppe construyó posteriormente más sistemáticamente:

Esta defensa de la propiedad privada es esencialmente también la de Rothbard. A pesar de su lealtad a la tradición de los derechos naturales, Rothbard, en el que considero su argumento más importante en defensa de la ética de la propiedad privada, no solo elige esencialmente el mismo punto de partida—argumentación—sino asimismo da justificación por medio de un razonamiento a priori casi idéntico al que acabamos de desarrollar. Para probarlo no puedo hacer nada mejor que citarle: «Ahora, cualquier persona que participe en cualquier tipo de discusión, incluyendo una sobre valores, está, por el mero hecho de participar, vivo y afirmando vivir. Pues si realmente se opusiera a la vida no tendría sentido que continuara vivo. Por tanto, el supuesto oponente a la vida está realmente afirmándola en el mismo proceso de discusión y por tanto la presentación y promoción de la propia vida adopta el rango de un axioma incontestable» (EEPP, p. 321-322, citando a Rothbard, The Ethics of Liberty, p. 32)

No es sorprendente que cuando apareció la ética de la argumentación de Hoppe a finales de la década de los ochenta, por ejemplo en un simposio en Liberty y otras publicaciones,2 Rothbard estuviera entusiasmado con esta nueva aproximación:

En un deslumbrante avance para la filosofía política general y para el libertarismo en particular, se las ha arreglado para trascender a la famosa dicotomía del ser/deber ser, hecho/valor, que ha plagado la filosofía desde los tiempos de los escolásticos y que ha llevado al libertarismo moderno a un tedioso punto muerto. No sólo eso: Hans Hoppe se las ha arreglado para establecer la defensa de los derechos anarcocapitalistas lockeanos de una forma radical sin precedentes, que hace que en comparación mi propia postura de ley y derechos naturales parezca casi cobarde.3

Tentadoramente, Rothbard concluye su artículo:

Un futuro programa de investigación para Hoppe y otros filósofos libertarios sería (a) ver hasta dónde puede extenderse esta axiomática en otras esferas de la ética o (b) ver si podría integrarse y cómo esta axiomática en la postura naturalista estándar. Estas cuestiones ofrecen fascinantes oportunidades filosóficas. Hoppe ha levantado al movimiento americano de décadas de debate estéril y punto muerto y nos ofrece una vía para el futuro desarrollo de la disciplina libertaria.

Desde la aparición de la innovadora teoría de los derechos de Hoppe, ésta ha obtenido continuamente más atención y partidarios (y controversias). Yo basé mi propia teoría relacionada de los «actos propios» en la obra de Hoppe empezando en 1991 (ver, por ejemplo, «Punishment and Proportionality: The Estoppel Approach», 1996) y acabando escribiendo un análisis detallado de teorías relacionadas en «New Rationalist Directions in Libertarian Rights Theory» (1996). Entretanto ha aparecido más material a partir de la monumental teoría de los derechos de Hoppe, tanta que me tienta recogerla para una «antología de la ética de la argumentación».

A causa de la logística, los derechos de autor y otros asuntos, aún no he acabado este proyecto, pero como la mayoría de estas obras está en línea, pensé que tendría sentido dar un esqueleto de esquema, con enlaces cuando los haya, de un libro así. Está a continuación.4 La ética de la argumentación de Hoppe y otras obras económicas, filosóficas y políticas académicas se explicarán en mi próximo curso en la Academia Mises, The Social Theory of Hoppe.

Ética del discurso y libertad: el esqueleto de un libro

Parte uno: visión general

Parte dos: ética de la argumentación de Hoppe

Parte tres: comentarios y extensiones de la ética de la argumentación de Hoppe

Parte cuatro: otras aproximaciones relacionadas con la ética del discurso

  1. Introducción: «New Rationalist Directions in Libertarian Rights Theory», por Stephan Kinsella.
  2. «Ética del discurso» (Wikipedia – también en inglés).
  3. Precursores de Hoppe: «Is the Ethics of the Ideal Communication Community a Utopia? On the Relationship between Ethics, Utopia, and the Critique of Utopia», por Karl-Otto Apel.
  4. «From the Economics of Laissez Faire to the Ethics of Libertarianism», por Hans-Hermann Hoppe.
  5. «The Justice of Economic Efficiency», por Hoppe.
  6. «On the Ultimate Justification of the Ethics of Private Property», por Hoppe.
  7. «Appendix: Four Critical Replies», por Hoppe.
  8. «Más allá del ser y el deber ser», por Murray N. Rothard.
  9. «Hoppephobia», por Rothbard.
  10. «Defending Argumentation Ethics: Reply to Murphy & Callahan», por Stephan Kinsella.
  11. «Argumentation Ethics and The Philosophy of Freedom», by Frank Van Dun.
  12. «Revisiting Argumentation Ethics», por Kinsella.
  13. «Hülsmann on Argumentation Ethics», por Kinsella.
  14. «The A Priori Foundations of Property Economics», por Guido Hülsmann.
  15. «Praxeology, Economics, and Law: Issues and Implications», por Larry Sechrest.
  16. «A Reply to the Current Critiques Formulated Against Hoppe’s Argumentation Ethics», por Marian Eabrasu.
  17. «Hopp(e)ing Onto New Ground: A Rothbardian Proposal for Thomistic Natural Law as the Basis for Hans-Hermann Hoppe’s Praxeological Defense of Private Property», por Jude Chua Soo Meng.
  18. «Punishment and Proportionality: The Estoppel Approach», por Kinsella.
  19. «The Basis and Content of Human Rights», por Alan Gewirth.
  20. «Ordering Rights Consistently: Or, What We Do and Do Not Have Rights To», por Roger Pilon.
  21. «A Theory of Rights: Toward Limited Government», por Pilon.
  22. «Mises and Argumentation Ethics», por Kinsella.
  23. «Habermas: A Critical Approach», por Jeremy Shearmur.
  24. «Economics and the Limits of Value-Free Science», por Van Dun.
  25. «On the Philosophy of Argument and the Logic of Common Morality», by Van Dun.
  26. «Individualism and Political Dialogue», por Tibor R. Machan.
  27. Selecciones de «The Logic of Liberty», por G.B. Madison.
  28. «Political Legitimacy and Discourse Ethics», por Douglas B. Rasmussen.
  29. «From Dialogue Rights to Property Rights: Foundations for Hayek’s Legal Theory», por Jeremy Shearmur.
  • 1Ver el artículo de Rothbard «Justice and Property Rights». Éste fue publicado en dos formas en 1974: primero, en Egalitarianism as a Revolt Against Nature and Other Essays y también en The Logic of Action One:
         tenemos dos reclamantes mutuamente exclusivos de la propiedad del aro. Si el economista está de acuerdo en apoyar solo la venta del aro de Z, entonces está de acuerdo implícitamente en que Z tiene el justo derecho al aro e Y el injusto. E incluso si continúa apoyando la venta de Y, entonces está manteniendo implícitamente otra teoría de los títulos de propiedad que es que el robo está justificado. De cualquier forma que decida, el economista no puede escapar a un juicio, una teoría de la justicia en la propiedad. (…)
         Consideremos el primer principio: el derecho a la autopropiedad. Este principio afirma el derecho absoluto de cada hombre, por el mero hecho de ser un ser humano, a «poseer» su propio cuerpo, es decir, a controlar ese cuerpo libre de interferencias coactivas. Como la naturaleza del hombre es tal que cualquier persona debe usar su mente para aprender acerca de sí mismo y el mundo, para seleccionar valores y para elegir fines y medios con el fin de sobrevivir y florecer, el derecho de autopropiedad da a cada hombre el derecho a realizar estas actividades vitales sin verse obstaculizado y restringido por molestias coactivas.
         Consideremos, entonces, las alternativas – las consecuencias de negar a cada hombre el derecho a poseer su propia persona. Solo hay dos alternativas: o bien
  • 2Hoppe, «The Ultimate Justification of the Private Property Ethic», Liberty (Septiembre de 1988); «The Justice of Economic Efficiency», Austrian Economics Newsletter, Vol. 9, Nº 2 (Invierno de 1988); TSC, 1ª ed. (1989), cap. 7.
  • 3Rothbard, «Más allá del ser y el deber ser», publicado originalmente en Liberty (Noviembre de 1988); ver asimismo Rothbard, «Hoppephobia». Ver también este vídeo de Rothbard compensando sobre la ética de la argumentación en mayo de 1989, tras la publicación de TSC de Hoppe, que tiene comentarios de Rothbard que recuerda sus comentarios positivos en Liberty. Ver asimismo esta divertida anécdota de David Gordon donde recuerda una broma que le hizo Rothbard acerca de la ética de la argumentación de Hoppe: David Gordon habla con la Sociedad de Empresarios Libertarios (parte 2).
  • 4Ver asimismo mis posts del blog «Revisiting Argumentation Ethics» y «Extreme Praxeology». Mi post «Quotes on the Logic of Liberty» contiene varias citas de ideas de pensadores famosos y libertarios que complementan los temas y argumentos de Hoppe.
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