[Parte 1 de «Judaísmo y capitalismo: ¿Amigos o enemigos?», Discurso en Memoria de Lou Church sobre Religión y Economía, presentado en la Conferencia de Investigadores Austriacos de 2012]
El tema «judaísmo y capitalismo» tiene que tratarse en dos partes relacionadas pero distintas. En una, lo que está abierto a discusión es cuál es la relación entre judaísmo, tomado como cuerpo de doctrina religiosa, y capitalismo. En la otra, el tema que afrontamos es cuál es la relación entre judíos, tomados como grupo étnico y capitalismo. Evidentemente, ambas cuestiones están relacionadas. Una forma de identificar al menos a algunos judíos es si practican la religión judía. Indudablemente muchos étnicamente judíos no comparten su fe ancestral; sin embargo, está claro que existe una relación entre las dos partes de nuestro tema. Propongo considerar ambas partes en los comentarios posteriores.
No haré que el «capitalismo» de nuestro título requiera un trabajo extenso de definición o análisis. Pero no busco nada controvertido. Quiero decir que el sistema económico aplicado en buena parte del mundo desde la Revolución Industrial, caracterizado en su mayor parte por la propiedad privada de los medios de producción.1
Las teorías que se aventuran a relacionar judaísmo y capitalismo a menudo, aunque no siempre, derivan del disgusto por uno o ambos términos. Este fue notoriamente el caso en el famoso ensayo de Marx Sobre la cuestión judía, escrito en 1844. En esta obra temprana, Marx decía que el capitalismo era judío, en el sentido en que ambos eran egoístas. En su importante libro Capitalism and the Jews, Jerry Muller dice: «¿Eran egoístas los judíos, como les acusaba [Bruno] Bauer? Sin duda, respondía Marx. Pero en la sociedad burguesa todos eran egoístas. (…) Marx adopta todas las caracterizaciones negativas tradicionales de los judíos repetidas por Bauer y en buena medida añade unas pocas propias. Pero lo hace para estigmatizar la actividad de mercado como tal. Pues la estrategia de Marx es apoyar toda caracterización negativa de la actividad de mercado que los cristianos asociaban a los judíos, pero insistiendo en que esas cualidades entonces habían llegado a caracterizar a la sociedad en su conjunto, incluyendo en buena medida a los cristianos».2
El argumento de Marx es sencillo. El capitalismo se basa en la búsqueda de lucro. Se supone que cada persona actúa en su propio interés. Esto hace universal la característica ética del comerciante desde la Edad Media de vendedores y prestamistas judíos. Por supuesto, Marx no desarrolla este punto de vista con una explicación puramente teórica. Deplora este tipo de sociedad: en ella, los seres humanos vivían ajenos unos a otros y esta era su propia esencia.
Marx expresa su argumento en términos inequívocos. Criticando el derecho de propiedad privada en la constitución francesa de 1793, dice: «El derecho del hombre a la propiedad privada es, por tanto, el derecho a disfrutar de su propiedad y disponerla a su albedrío (…) son consideración por otros hombres, independientemente de la sociedad, el derecho al interés propio. Esta libertad individual y su aplicación forman la base de la sociedad civil. Hace que todos vean en los demás hombres, no la expresión de su propia libertad, sino la barrera a esta».
Es precisamente la actitud hacia otros descrita aquí la que, según Marx, constituye la esencia del judaísmo. «¿Cuál es la base secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés propio. ¿Cuál es la religión mundana del judío? La venta. ¿Cuál es su Dios mundano? El dinero». (Cursivas en el original).3
¿Cómo vamos a valorar el argumento de Marx? Sufre de dos problemas principales. Primero, Marx no establece una relación entre egoísmo, comportamiento egoísta y religión judía. ¿Por qué es distintivamente judío un comportamiento egoísta? Sin duda es verdad que el judaísmo ve favorablemente que una persona siga su propio interés. En la famosa frase del rabino Hillel en el primer capítulo de Ethics of our Fathers: «Si no soy para mí, ¿quién será para mí?»
Pero una aprobación del interés propio no significa en modo alguno un desdén egoísta por el bienestar de otros. Uno solo necesita recordar la continuación de la frase de Hillel: «Si soy solo para mí, ¿qué soy?»
Uno podría reunir fácilmente otras citas sobre el papel de la caridad en el judaísmo en relación a otros, pero bastará con una más. Las fuentes judías a menudo a menudo ven el principal pecado de Sodoma, la ciudad que Dios destruyó con fuego y azufre, en la falta de caridad. Como apunta el rabino Meir Tamari en su autorizada exposición del derecho judío respecto de la economía: «El Mishnah [primera parte del Talmud] definía a uno que decía (…) “Lo que es tuyo es mío y lo que es mío es mío” como un mal hombre. Quien dice “Lo que es tuyo es tuyo y lo que es mío es tuyo’ es una persona recta. Pero ‘Lo que es tuyo es tuyo y lo que es mío” es mío—algunos dicen que es la señal de Sodoma».4
Un defensor de Marx podría replicar recordando una distinción hecha antes. Al principio, distinguí la afirmación de que el judaísmo como cuerpo de doctrina se relaciona con el capitalismo mediante la afirmación de que los judíos como grupo se relacionan así. ¿Ha ignorado esta distinción la explicación de Marx que acabamos de plantear? Tal vez Marx no deba considerarse como hablando de la doctrina religiosa judía. ¿No está más bien afirmando que el comportamiento hallado en las actividades económicas de ciertos judíos, los comerciantes y prestamistas, expresa mejor la esencia del capitalismo?5
Si esto es lo que tenía Marx en mente, no es más satisfactorio que la versión anterior de su afirmación. ¿Qué se supone que es específicamente judío respecto de vender o prestar dinero? Marx no nos informa en ninguna parte.
Un defecto profundamente asentado rodea a la explicación de Marx del judaísmo y el capitalismo. Marx caracteriza a ambos, capitalismo y judaísmo, como basados en el interés propio, la necesidad práctica, el comercio y el dinero. Indudablemente sería difícil encontrar a lo largo de la historia muchas sociedades complejas a gran escala en las que estas características no desempeñaran un papel importante. Al contrario que lo que dice Marx, ni el interés propio ni la búsqueda del dinero son distintivamente capitalistas o judíos.
Tratando de exorcizar el interés propio como característica de la condición humana, Marx es cautivado por una fantasía en la que los seres humanos abandonan todos los antagonismos. Murray Rothbard ha apuntado correctamente la influencia de esta fantasía: «Para Marx, cualquier diferencia entre hombres y, por tanto, cualquier especialización en la división del trabajo, es una “contradicción” y el objetivo comunista es reemplazar esa contradicción con armonía entre todos. Esto significa que para el marxista cualquier diferencia individual, cualquier diversidad entre hombres, son contradicciones a eliminar y reemplazar por la uniformidad del hormiguero».6
Jerry Muller ha dirigido inteligentemente la atención a la importancia del ensayo de Marx, pero en un aspecto va demasiado lejos. Muller dice: «Pues “Sobre la cuestión de los judíos” contiene, en embrión, la mayoría de los temas subsiguientes de la crítica del capitalismo de Marx. (…) Si Marx tuvo una gran idea, fue que el capitalismo era el gobierno del dinero—en sí mismo la expresión de la avaricia. El gobierno del capital era fundamentalmente inmoral porque privaba de su humanidad a la inmensa mayoría en una sociedad capitalista, requiriendo trabajo que enriquecía a unos pocos capitalistas mientras empobrecía física y espiritualmente a los trabajadores».7
Muller aquí esencialmente concibe mal el marxismo. Marx en Das Kapital tenía principalmente en mente una crítica científica del capitalismo basada principalmente en la teoría del valor trabajo. El libro contiene fieros ataques morales contra el capitalismo, algunos de los cuales hacen referencia a temas judíos; es más la retórica que la esencia del libro. (Por cierto, que una referencia a un tema judío se produce en el famoso pasaje del Capítulo 24 de Das Kapital, «Acumulad, acumulad, eso son Moisés y sus profetas». La referencia judía aquí no era solo la evidente, es decir, la mención a Moisés. Toda la expresión «Moisés y sus profetas» se refiere a dos de las tres divisiones de la división judía de los libros de la Biblia: Marx está diciendo que para los capitalistas, la acumulación es la Biblia). Lo esencial de que Marx pretendía que se proyecto era científico más que ético ya lo indicó hace mucho Werner Sombart, del que hablaremos más tarde.8
Antes de abandonar a Marx para ocuparnos del capitalismo y los judíos, me permito una pregunta. Marx dijo que la esencia del capitalismo era el egoísmo. ¿Podría la conciencia de esta afirmación haber influido en la joven Ayn Rand, que después de todo se crio en la Rusia soviética, donde los escritos de Marx estaban ampliamente disponibles en traducción al ruso? Lo pregunto porque, por supuesto, ella pensaba que el capitalismo era en esencia egoísmo, aunque adoptó exactamente lo que repelía a Marx e ignoró su identificación del judaísmo con el capitalismo.
¿Qué lección deberíamos sacar del fracaso de Marx de ligar judaísmo con capitalismo? ¿Deberíamos abandonar todas las investigaciones en la misma línea como esencialmente equivocadas? Eso pidió Ludwig von Mises. Señala en Socialismo: «Hoy las religiones islámica y judaica están muertas. No ofrecen a sus seguidores nada más que un ritual. Saben cómo prescribir oraciones y ayunos, ciertos alimentos, circuncisión y todo eso; pero eso es todo. No ofrecen nada para la mente. Completamente desespiritualizadas, todo lo que enseñan y rezan son fórmulas legales y mando exterior. Encierran a su seguidor en una jaula de costumbres tradicionales, en las que a menudo apenas son capaces de respirar; pero no hay ningún mensaje para su alma interior. Suprimen el alma, en lugar de elevarla y salvarla. Durante muchos siglos en el Islam, durante casi dos mil años en el judaísmo, no ha habido nuevos movimientos religiosos. Hoy la religión de los judíos es la que era cuando se escribió el Talmud».
No creo que los comentarios de Mises por sí mismos resuelvan la cuestión, aunque uno acepte la muy dudosa caracterización de Mises del judaísmo como puro ritual, sin apelar a la mente. Los comentarios de Mises no excluyen la posibilidad de que las regulaciones legales del tipo de las que describe Mises en términos tan poco halagadores influyeran en el desarrollo del capitalismo, ya sea por su contenido o por las cualidades de mente y carácter de gente que sigue los rituales tiende a desarrollar. Pero no son más que posibilidades: el que estas regulaciones de hecho tuvieran esos efectos es otra cuestión.
- 1Los «libertarios de izquierda» contemporáneos usan a menudo «capitalismo» para designar una asociación entre gobierno y grandes empresas. Contraponen este sistema con el verdadero mercado libre. No hago esto aquí.
- 2Jerry Z. Muller, Capitalism and the Jews (Princeton University Press, 2010), pp. 36, 39.
- 3Todas las citas de Marx vienen de Karl Marx, On the Jewish Question, consultada aquí: http://www.marxists.org/archive/marx/works/1844/jewish-question/. Una de estas citas también la incluye Muller, p. 38, con su propia traducción.
- 4Meir Tamari, With All Your Possessions: Jewish Ethics and Economic Life (The Free Press, 1987), p.51.
- 5Relego a una nota una dificultad en ambas lecturas de Marx. Si el judaísmo es capitalismo, ¿cómo puede ser al tiempo verdad que el judaísmo diera lugar al capitalismo? Evidentemente, Marx no usa aquí el verbo «ser» para mostrar una identidad estricta.
- 6Murray Rothbard, Egalitarianism as a Revolt Against Nature and Other Essays (Ludwig von Mises Institute, 2000), p.256.
- 7Muller, pp.41-42.
- 8Sin embargo, para un buen análisis del lugar de la moralidad en el pensamiento de Marx, ver Allan W. Wood, Karl Marx (Routledge, 2004). Parte III, «Marxism and Morality», pp.125-161. Ver también Steven Lukes, Marxism and Morality (Oxford, 1987).