Este es el problema. Si das trabajo al gobierno, incluso uno que parezca justificado en lo abstracto, usará para generar en la práctica y terrible lío. Esto es cierto en muchas áreas del bienestar a la guerra, pero es cierto incluso en la complicada área de la inmigración.
Imagínense esto. Los propietarios del Chuy’s Mesquite Broiler en Phoenix y otras 13 ubicaciones en estados del oeste han sido secuestrados de sus populares restaurantes y enviados a la cárcel. A esto le seguirá el juicio y una segura quiebra personal. Podrían afrontar 80 años en prisión. En el operativo, la “Seguridad Nacional” robó sus computadoras, su contabilidad y registro de empleados y salió por la puerta, igual que una banda de ladrones. La única diferencia es que estos matones operan bajo la cobertura de la ley.
¿Y qué mala hicieron estos restauradores? ¿Estaban envenenando a la gente, robando las carteras de los clientes, conspirando en secreto para asesinar a alguien, enviando aviones no tripulados contra gente a la que odian o qué? Encarcelar a alguien de por vida es una sentencia muy dura, así que sin duda el castigo debe ajustarse al delito. Psicópatas asesinos francotiradores han recibido menos pena.
Lo han hecho supuestamente es contratar a gente que no ha rellenado adecuadamente sus formularios burocráticos. Eso es todo. Nada más. Se ha hecho en nombre de la aplicación de la ley de inmigración y las medidas contra los ilegales. Los propios trabajadores no se han visto afectados. Sus benefactores (y los benefactores de la sociedad) son lo objetivos de la táctica del estado-policía.
El gobierno está poniendo fin a toda una serie de relaciones laborales voluntarias que están pensadas para ofrecer a la gente buena comida. Que quede claro: el que mucha gente proteste por la inmigración ilegal, no tienen nada que ver con quienes van a trabajar y a ganarse honradamente la vida haciendo cosas como trabajar en restaurantes. El problema de la inmigración ilegal se relaciona con otras cosas que molestan a la gente, como obtener prestaciones sociales, dedicarse al crimen real (no al falso) y demandar servicios financiados con impuestos.
La gente que encuentra trabajo y otras cosas comerciales maravillosas son un aspecto ensalzable de la inmigración, legal o ilegal. De hecho hay millones de trabajos en este país que simplemente no se harían al precio actual sin esa inmigración, y esto es cierto en un amplio rango de sectores, de la vivienda a la horticultura. Los nativos estadounidenses piensan demasiado bien de sí mismos como para aceptar estos trabajos al precio de mercado.
Y esto es precisamente lo que el gobierno, a partir del poder para aplicar las leyes de inmigración, quiere eliminar, no rodeando a los trabajadores, lo que ya sería malo, sino persiguiendo penalmente a los mismos propietarios de los negocios, la gente que no solo provee empleos sino asimismo buena comida a la gente. Es alucinante.
Pero el utilitarista objetará. Sí, estas tácticas son rudas, con resultados lamentables para los propietarios y aquellos a quienes les guste cenar fuera, pero al menos ayudan a ocuparse de lo problemas de nuestra nación respecto de la inmigración ilegal.
¿Es verdad? Si los empresarios normales temen ser encarcelados de por vida, no contratarán. Y eso deja solo a empresarios marginales para hacerlo. Esto incluye operaciones con drogas, negocios oscuros irresponsables, mercados grises, redes de prostitución y otras cosas de lado más oscuro de la vida.
O el resultado podría no ser ningún empleo en absoluto, lo que significa dedicarse directamente al crimen. En otras palabras, estos esfuerzos acaban por detener a la mejor parte de la inmigración y reforzar la peor. De esto le tenemos que dar las gracias al gobierno.
Tratemos de pensar en este asunto en términos de riesgo de intentar emigrar ilegalmente. Nadie al otro lado de la frontera piensa, ante una vaya porosa, solo asumiré este riesgo con la condición de que pueda ir a trabajar para el Chuy’s Mesquite Broiler.
No, vendrán de todas formas. Para eliminar cualquier posible trabajo para inmigrantes, la administración Obama tendrá que encarcelar y aterrorizar a grandes cantidades, destruyendo la vida comercial de importantes sectores del país. Es un plan catastrófico que se añade a un ataque fundamental a la libertad y a la nacionalización del sector servicio. (Yo añadiría que prefiero la inmigración ilegal a la legal, porque tenemos demasiados ciudadanos capaces de atribuirse la propiedad de otros y demasiados pocos que quieran trabajar duro para ganarse la vida).
Igual que George Bush utilizó a la seguridad nacional como gran excusa para destrozar la Ley de Derechos, la administración Obama está utilizando la inmigración ilegal como excusa para alcanzar el sueño socialista de poner las relaciones trabajador-empresario completamente dentro de ámbito del gobierno. Es una forma de micronacionalización.
¿Y por qué? Aquí la ideología socialista desempeña un papel, y también otra ideología autoritaria contra el mercado, el proteccionismo. Pero si miramos con cuidado esta aplicación, encontraremos la mano de los grandes sindicatos afines a Obama trabajando entre bastidores. No es que estén contra los inmigrantes. Los sindicatos odian a cualquier empleado que trabaje por el salario actual de mercado. Como su poder e influencia continúan cayendo (aunque no en DC), recurren a tácticas cada vez más desesperadas para apuntalar su tambaleante cártel.
Por tanto, podemos ver que esta operación no tiene nada que ver con el nacionalismo o el racismo o con asegurar las fronteras o con cualquier otra cosa. Se trata de reforzar el poder del estado y sus sindicatos sobre la economía estadounidense y hacernos pobres al resto.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe.