Una de las innovaciones más importantes en la historia del pensamiento económico fue la llamada Revolución Marginalista de principios de la década de 1870, en la que la vieja teoría del valor coste (o más en concreto, del valor trabajo) fue anulada por la teoría del valor subjetivo. Fue un avance indiscutible en la ciencia de la economía, equivalente a la superioridad de la relatividad de Einstein sobre la mecánica de Newton. La revolución es de especial importancia para los economistas austriacos, ya que Carl Menger (fundador de la Escuela Austriaca) está considerado como uno de los tres pioneros de la nueva postura.
En el presente artículo explicaré una visión de una teoría genérica de costes y apuntaré algunos de sus principales defectos. En un próximo artículo, demostraré cómo la postura subjetivista moderna tiene un mayor poder explicativo y evita todos estos errores.
Una teoría genérica del valor coste
Para un ensayo breve en línea, no quiero empantanarme con citas de economistas concretos del pasado. En su lugar, trataré de presentar una visión genérica de la teoría del valor coste con el fin de resumir el punto de vista. Los economistas clásicos (incluyendo a gigantes como Adam Smith, David Ricardo y Frederic Bastiat) han matizado el tratamiento del tema en sus escritos, pero todos ellos adoptaron en general alguna forma de la teoría del coste (y más concretamente una teoría del valor trabajo, que Karl Marx adoptó de otros economistas clásicos). Quienes quieran un tratamiento más académico, con argumentos de defensores de la teoría del coste, deberían consultar este artículo.
El propósito de una teoría económica del valor
El propósito de una teoría económica del valor (ya sea una visión del coste, el trabajo o subjetiva) es explicar los precios de los distintos bienes y servicios en una economía de mercado, es decir, explicar su «valor de mercado». Por ejemplo, ¿por qué las barras de oro y los automóviles son tan valiosos, mientras que el papel aluminio y los calcetines sin talón no lo son?
Explicar la formación y magnitudes de los distintos precios del mercado no la única tarea de la teoría económica, pero es un elemento crucial de ésta. La teoría del valor coste es una postura legítima y ofrece algo de luz sobre el asunto. Pero a la vista de los defectos que explicaremos, la teoría del coste acabó siendo desplazada por una explicación más satisfactoria.
La teoría del valor coste
Como sugiere su nombre, la teoría del valor coste explica el precio final de un bien (o servicio) basándose en cuánto cuesta producirlo. Supongamos que un coche concreto tiene un precio de venta de 10.000 dólares. La teoría del coste explicaría este valor de mercado apuntando que el productor ha gastado (digamos) 5.000 dólares en el motor, 2.500 dólares en el metal y plástico del chasis, 1.000 dólares en el cristal de parabrisas y ventanas, 500 dólares en ruedas y 500 dólares en el trabajo y el desgaste de maquinaria necesarios para ensamblar el vehículo.
El coste directo de producción de 9.500 dólares, asociado a un precio de venta de 10.000 dólares permite un aceptable rendimiento del capital invertido. La teoría del valor coste argumentaría que si el precio final fue inferior a 10.000 dólares (digamos 9.300 dólares) entonces los productores no tendrían ningún incentivo para mantenerse en la producción de automóviles. Algunos de ellos abandonarían el sector e invertirían su capital financiero en otro lugar. El éxodo reduciría la oferta de automóviles, empujando al alza su precio hasta que de nuevo tenga sentido para los productores fabricar automóviles.
Por otro lado, si el precio de una automóvil fuera significativamente superior a 10.000 dólares (digamos 13.000 dólares), entonces el «porcentaje de beneficio» en este sector sería mucho mayor que en otras empresas de riesgo comparable. Los inversores acudirían a la producción de automóviles, aumentando la oferta y empujando a los precios a la baja.
En resumen, la teoría del valor coste ofrecería una explicación coherente de una verdadera realidad empírica en una economía de mercado. Es verdad que los precios de venta tienen una fuerte correlación con los costes de producción de los distintos bienes y servicios. La teoría del valor coste da un mecanismo razonable para explicar este fenómeno. El desarrollo de la teoría del valor coste fue un avance concreto en la ciencia económica.
Por relacionar la teoría del coste con los tiempos modernos, advirtamos que es una aproximación muy natural y demuestra una comprensión sofisticada de los mercados. Por ejemplo, los turistas en Nueva York podrían sorprenderse en principio por los mucho que cuesta una sándwich en la Gran Manzana. Pero un miembro consciente del grupo podría observar, muy adecuadamente, que el propietario de la tienda paga una renta astronómica todos los meses por su ubicación al otro lado de la calle de los espectáculos de Broadway. Una vez que apunta que los sándwiches «tienen que costar tanto» con el fin de que la tienda siga abierta, los demás turistas en su grupo podrían estar menos enfadados con el propietario.
Problemas con la teoría del valor coste
Aunque era mejor que nada, la teoría del valor coste sufría sin embargo de varios defectos importantes. Fundamentalmente, la teoría del coste es deficiente porque realmente no explica los determinantes de los precios del mercado. Por el contrario, la teoría del coste simplemente explica las relaciones entre precios del mercado.
Los «costes» son también precios. «Explicar» el precio de un coche de 10.000 dólares refiriéndose a los precios de motor, neumáticos, cristales, etc. no explica realmente los precios del mercado por sí mismos. En el mejor de los casos, remonta un paso la explicación: ¿Por qué tiene el motor un precio de 5.000 dólares, etc.?1
Incluso en sus propios términos, la teoría del valor coste (al menos como la he resumido más arriba) reconoce que el precio de venta del día actual de un bien viene determinado por algo distinto de los costes de su producción. La teoría se ocupa explícitamente de casos en que el precio real del mercado es o bien superior o bien inferior al precio «anclado» a largo plazo establecido por la teoría del coste y trata de explicar las fuerzas que trasladarían esos precios «aberrantes» al precio «natural» a largo plazo.
Los economistas clásicos no eran tontos. Entendían que una urgencia repentina del público por comprar más de un bien concreto llevaría a un aumento inmediato en su precio. Pero la teoría del coste solo podría comentar esta situación diciendo que el mercado tendería hacia una restauración del mismo porcentaje de beneficio en la industria a través de un aumento en la producción para ajustarse al aumento de la demanda.
En otras palabras, la teoría del valor coste podía explicar el objetivo a largo plazo hacia el que tienden los precios de venta diarios. La teoría del coste no podía explicar qué era lo que realmente formaba esos precios de venta en un día concreto.
Como la teoría del coste no podía explicar cómo se formaron los precios reales del mercado «desde el principio», era inútil cuando se refería a bienes no reproducibles. Evidentemente, el precio de la Mona Lisa o de un manuscrito original de Shakespeare no tendría nada que ver con el coste de producir estas obras maestras.
La teoría del coste pone las cosas al revés
Aquí vemos el problema metodológico de la teoría del coste: Al explicar los precios finales de venta a través del coste de fabricar los productos, la teoría del coste implica que el valor económico es una propiedad objetiva de las cosas física que fluyen desde los recursos hacia los bienes que producen. Por el contrario, la teoría del valor subjetivo de Menger y otros empieza con la valoración de los bienes de consumo y se abre paso al revés a través de los precios del trabajo y otras entradas similares.
Cuando un consumidor está decidiendo una compra, el coste de producir la cosa normalmente es irrelevante. Por ejemplo, continuando con nuestro ejemplo anterior, si una nueva empresa decide utilizar el doble de recursos para hacer un coche similar, no podría cobrar 20.000 dólares simplemente porque «eso es lo que cuesta».
En un ejemplo diferente, si un granjero descubre un meteorito lleno de oro en su propiedad, cobrará lo que el mercado ofrezca por él. No lo venderá por menos que otros productores de oro a causa de sus costes prácticamente nulos de producción.
Conclusión
Aunque la teoría del valor coste ofrecía una explicación coherente de las relaciones a largo plazo entre precios y costes de bienes reproducibles, no era una teoría adecuada para la determinación del precio del mercado. La aproximación subjetivista marginal iniciada por Carl Menger y otros es muy superior, como demostraré en un próximo ensayo.
- 1La teoría del valor trabajo evita esta trampa en concreto, explicando que el precio definitivo de un bien por la cantidad total de trabajo dedicada a su producción, incluyendo el trabajo requerido en el pasado para producir los componentes del bien final. Sin embargo, la teoría del valor trabajo conlleva otros problemas además de los de una teoría genérica del coste, como explico en este artículo.