Este octubre-noviembre de 2017 se produce el 100º aniversario del inicio de la Revolución Bolchevique en Rusia: el sangriento estado comunista que produciría una ola de asesinatos político-ideológicos sin parangón con nada que hubiera visto nunca el mundo.
Y aun así, el comunismo sigue encontrando seguidores. He aquí tres anécdotas personales:
La pasada semana di una conferencia sobre el legado del comunismo. Un profesor progresista se quejó de que estuvieran incluidas personas no procomunistas. No me sorprendió.
Otro caso: un antiguo alumno me contó esta semana que su profesor (en una universidad local de Pittsburgh) estaba alabando a Carlos Marx por su “brillantez”. Tampoco fue una sorpresa.
Uno más: un estudiante de la Universidad de Wisconsin llamó a una tertulia en la que estaba la semana pasada insistiendo en que el capitalismo era igual de letal que el comunismo.
Todo esto ocurrió la semana pasada y no es inusual mi mundo.
Anécdotas aparte, una encuesta de octubre de 2016 de la Victims of Communism Memorial Foundation género un descubrimiento sorprendente: casi un tercio de los millenials “creen que George W. Bush mató a más gente que Joseph Stalin”. No sólo fueron esos estúpidos millenials. Más de uno de cada cuatro estadounidenses creen generalmente que Bush fue el mayor asesino.
Ese mismo informe descubría que la enorme mayoría de estadounidenses (75%) infravaloraba el número de personas asesinadas por los regímenes comunistas y una gran mayoría (el 68%) creía que Hitler mató a más personas que Stalin.
Esto plantea la pregunta: ¿cuántas personas mataron estos gángsters ideológicos?
Bueno, en el centenario del comunismo, el número “100” es apropiado, dado que 100 millones es un buen indicador del número de personas aniquiladas por la patología marxista-leninista que los bolcheviques pretendían extender por todo el mundo.
El clásico El libro negro del comunismo trataba de calcular el peaje mortal comunista en el siglo XX. Llegaba a una cifra de 100 millones. La Victims of Communism Memorial Foundation también llega esa cifra. El Profesor de Cal-Berkeley, Martin Malia, señalaba correctamente que el historial comunista ofrece “el caso más colosal de carnicería política de la historia”.
Y aun así, esta cifra terrible (100 millones de muertos) es en realidad bastante conservadora.
Tomemos como ejemplo la cifra relativa a la Unión Soviética, en la que el Libro negro registraba solamente 20 millones de muertos. Alexander Yakovlev, un alto cargo soviético que se convirtió en uno de los principales reformadores de Mijail Gorbachov y a quien después de la Guerra Fría se le confirió la tarea de tratar de contabilizar las víctimas, estima que solo Stalin “aniquiló (…) de sesenta a setenta millones de personas”.
Baños de sangre de nivel similar pueden atribuirse a la china de Mao Tse Tung, que fue responsable de las muertes de al menos 60 millones (según el Libro negro), pero más probablemente de más de 70 millones, de acuerdo con las últimas investigaciones. Y además estuvieron los campos de la muerte de Corea del norte, Camboya, Cuba, Etiopía, Europa Oriental, África y más.
Entre estos, la cifra carnicera de Corea del Norte se acercaba a los 5-6 millones. Y podemos esperar y rezar porque la pesadilla norcoreana no tome una terrible dimensión nuclear con Kim. ¿Quién sabe cómo podría terminar eso?
Realmente, la muerte generada por gobiernos comunistas en el siglo XX se acerca más a los 140 millones.
En comparación, el genocidio de Hitler contra judíos, gitanos, incapacitados mentales y otros a los que consideraba “inadaptados” fue de aproximadamente 10 millones.
Para acabar, otra cifra estremecedora para comparar: las muertes combinadas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial (los conflictos más destructivos de la historia de la humanidad) fueron de aproximadamente 50-60 millones. Hay que sumarlas y después doblar los resultados de las dos guerras mundiales para empezar a aproximarse a las matanzas masivas del comunismo.
Ronald Reagan calificó al comunismo como una “enfermedad”. En realidad, es difícil encontrar una enfermedad del siglo XX que matara a tanta gente como esta patología ideológica. Reagan tuvo más razón cuando describió al comunismo como “malvado” y “una forma de locura”.
Aun así, mucha de esta locura malvada no se conoce ni se enseña, especialmente nuestras universidades.
Un frustrado James Kirchick preguntaba recientemente a sus lectores en la progresista Daily Beast: “¿Cuántas veces habéis oído que se formule este punto de vista?: ‘El comunismo es una idea excelente en la teoría, pero sencillamente no ha funcionado en la práctica’. Me gustaría que este fuera el tipo de opinión que solo recordara de las largas sesiones de conversaciones de dormitorio en la universidad”.
Kirchick respondía: “OK, ¿cuántos más millones de personas más tienen que morir antes de que lo entendamos?”
Buena pregunta.
Así que, al llegar el comunismo a su centenario, deberíamos recordar lo por lo que mejor hacia: matar.