En abril de 1845, la suegra de Karl Marx envió a la familia Marx una niñera llamada Helene Demuth, conocida como «Lenchen». Jenny, la sufrida esposa de Marx, estaba encantada. Después de todo, ella había expresado durante mucho tiempo el deseo de que Karl «ganara algo de capital en lugar de limitarse a escribir sobre el capital».
Pero Karl se negaba a ganar dinero. Al igual que se negaba a tomar jabón y a bañarse, lo que le producía forúnculos por todo el cuerpo. Como señaló el difunto historiador (y amigo íntimo de The American Spectator) Paul Johnson, los forúnculos de Marx «aparecían en todas las partes de su cuerpo, incluido el pene..... Le provocaron un colapso nervioso marcado por temblores y enormes estallidos de ira».
Razón de más para que Karl se negara a trabajar. Por eso, cuando la madre de Jenny envió a Lenchen, la mujer de Marx respiró aliviada.
Por otra parte, no es del todo correcto decir que Lenchen trabajaba para la familia de Karl, dado que trabajaba sin cobrar. Un biógrafo de Marx describió a Lenchen como la «esclava a explotar» de Marx. Karl, campeón del proletariado, nunca le pagó un céntimo. La rechoncha, desaliñada y pobre muchacha lo dio todo a la casa de los Marx, incluido su cuerpo, a Karl.
Karl se acostó con Lenchen a espaldas de Jenny. Los historiadores no saben con qué frecuencia. «Se consolaba donde podía», escribió un biógrafo sobre la búsqueda de Marx de un receptáculo sexual en Lenchen. «El hecho de que fuera prácticamente su esclava le resultaba totalmente indiferente: ..... Probablemente nunca sabremos si violó o sedujo a la sirvienta». A su debido tiempo, nació un niño.
En junio de 1851, Lenchen dio a luz a un niño. Karl, que había tenido varios hijos con Jenny, se negó a reconocer que el pequeño era suyo y, naturalmente, rechazó incluso un céntimo de manutención. El hijo ilegítimo recibió el nombre de «Freddy», en honor al famoso coautor de Marx, Friedrich Engels.
Marx y su familia vivían en gran parte de Engels o, más concretamente, de la herencia que Engels recibió de su padre capitalista. Engels era el «sugar daddy» de Karl Marx. Y ahora, Engels lo rescató una vez más.
«Engels había aceptado la paternidad de Federico», escribió el biógrafo de Marx David McLellan. Aceptó decir que era el padre. Como dijo otro biógrafo de Marx, «a Engels no le importaba lo más mínimo su reputación, especialmente con respecto a las mujeres». Aunque, al igual que Marx el gorrón, Engels también se negó a darle un techo a Freddy. Freddy fue enviado con padres adoptivos.
La devota pero desesperada esposa de Marx seguramente no se sorprendió. ¿Qué otra cosa podía esperar del hombre al que se refería como su «jabalí negro salvaje» y su «malvado bribón»?
Vuelvo sobre esta sórdida historia aquí (detallada ampliamente en mi biografía de Marx) debido al sórdido acontecimiento que nuestra perversa cultura americana conmemora hoy: el Día Internacional de la Mujer.
