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China acusa a los EUA de instigar las famosas revoluciones de colores

A pesar de que la atención de  América en el extranjero se ha centrado últimamente en Rusia, el pez más gordo a los ojos de Washington es China. Incluso cuando los EEUU vierte un paquete de ayuda tras otro en el conflicto de Ucrania con una mano, se las arregla para levantar la otra y señalar con el dedo a su superpotencia rival al otro lado del Océano Pacífico. Pero, como cualquier otro país del mundo, China ha sido testigo de la arrogante política exterior y el intervencionismo de América en las últimas décadas. Ahora China le devuelve el gesto.

Hacer sonar la alarma

China concluyó recientemente la celebración de una cumbre de dos días entre China y Asia Central en la histórica ciudad de Xian, donde la antigua Ruta de la Seda conectaba la China imperial con las culturas de su oeste. Dirigiéndose a los líderes de los países de Asia Central, el presidente chino Xi Jinping hizo declaraciones sobre el futuro del compromiso de Beijing con la región vecina a través de planes de inversión, condiciones comerciales más libres, intercambio de ciencia y tecnología, impulso del turismo y la agricultura, y cooperación en materia de seguridad.

En este último punto, Xi dirigió su atención a los Estados Unidos. No se anduvo con rodeos: «Debemos actuar de acuerdo con la Iniciativa de Seguridad Global y mantenernos firmes frente a los intentos externos de interferir en los asuntos internos de los países de la región o de instigar revoluciones de colores». Con esta declaración, Xi llamó la atención a los EEUU y advirtió contra el tipo de intromisión que Washington ha llevado a cabo discretamente en las últimas décadas.

Bases de las revoluciones de colores

Las revoluciones de colores se vienen observando sistemáticamente desde principios de los 1990, tras la caída de la Unión Soviética y su esfera de influencia. Se caracterizan por movimientos populares aparentemente de base en nombre de la consecución de la libertad en países nominalmente menos democráticos. Estos movimientos suelen implicar protestas masivas, manifestaciones y movimientos de resistencia civil destinados a derrocar o cambiar el régimen gubernamental existente. A menudo poco comprendidas o descartadas como teorías conspirativas o desinformación, el gobierno de EEUU ha financiado y guiado las llamadas revoluciones de colores en docenas de países, especialmente en aquellos que se han inclinado a favor de Rusia o China en lugares geográficos clave de su periferia y más allá.

El mecanismo para provocar revoluciones de colores son las organizaciones no gubernamentales (ONG). Aunque en apariencia las ONG pretenden promover las instituciones democráticas, la sociedad civil y el buen gobierno, grupos como la National Endowment for Democracy (NED) y la Open Society Foundations han desempeñado un papel decisivo a la hora de avivar el malestar político, perturbar las instituciones internas y las elecciones, y llevar al poder a líderes proamericanos. Así, bajo la apariencia de proteger la democracia y la libertad, las revoluciones de colores socavan las elecciones y la soberanía en nombre del imperio americano.

Política exterior china

Dejando a un lado la orientación autoritaria de China, la política exterior de Beijing ofrece una alternativa al enfoque americano de las relaciones internacionales del «a mi manera o a la autopista» (o peor). A diferencia del intervencionismo americano, la política exterior china gira en torno a sus llamados Cinco Principios de Coexistencia Pacífica: respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no injerencia en los asuntos internos de la otra parte, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica. Estos principios surgieron a mediados de la década de 1950, cuando el nuevo gobierno comunista de la República Popular China quiso entablar amistad con países extranjeros.

La promesa de que China no interferiría en los asuntos internos de otros países y el respeto a la soberanía nacional han sido diferencias clave en el enfoque chino de la cooperación internacional y el desarrollo en comparación con los países occidentales y sus organizaciones. Ahora parece que Beijing podría dar un paso más y colaborar con sus aliados para salvaguardar colectivamente los asuntos internos de influencias extranjeras como las de las ONG financiadas por el gobierno de EEUU.

Aviso previo

No sería la primera vez que el líder chino se pronuncia explícitamente contra las revoluciones de colores. En la última cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, celebrada en Samarcanda (Uzbekistán) —casualmente, otro nudo clave de la Ruta de la Seda— Xi advirtió a los líderes de Asia Central, Rusia, India, Pakistán e Irán de que «es importante no permitir que fuerzas externas intenten provocar una revolución de colores» y que los Estados miembros deben «oponerse conjuntamente a la injerencia en los asuntos de otros países bajo cualquier pretexto».

Una vez más, ninguno de estos países está dirigido por gobiernos que aquí en Occidente quisiéramos emular, pero intentar convertirlos encubiertamente en repúblicas jeffersonianas es poco limpio y empuja a esos países a desconfiar totalmente de los EEUU y de sus valores. Después de todo, las dos revoluciones de colores en una década que desgarraron Ucrania fueron factores que contribuyeron en gran medida al actual conflicto con Rusia.

Irónicamente, China se ha convertido en el país que ofrece cooperación económica bajo los términos de la soberanía nacional y el fomento de la paz, mientras que EEUU afirma defender el «orden basado en normas» internacional que ha derrocado gobiernos, provocado el caos económico y librado guerras despreciables y militarismo en todo el mundo. A medida que las tensiones y la rivalidad entre los EEUU y China continúen aumentando en un futuro previsible, es posible que más países empiecen a favorecer el enfoque chino para hacer negocios y a confiar más en sí mismos para hacer frente a la ya tambaleante influencia de América en la escena mundial. A Washington podría resultarle cada vez más arriesgado seguir utilizando el libro de jugadas de la revolución de colores.

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