Los críticos del libre mercado suelen apuntar a la diana equivocada. Atacan al mercado por «fallos» que en realidad son el resultado de la intervención del gobierno en la economía. En la columna de esta semana, me gustaría comentar un ejemplo de este error en Economics in America, de Angus Deaton (Princeton, 2023).
Deaton fue el ganador del Premio Nobel de Economía 2015, del que dice:
Como han relatado muchos receptores anteriores, la experiencia es a la vez estimulante y abrumadora. A menudo pienso en la historia del perro al que le gustaba perseguir autobuses, pero no tenía ni idea de lo que sería atrapar uno. El Nobel no es sólo coger el autobús, sino ser atropellado por él. Una y otra vez.
Como habrán deducido, Deaton es muy divertido. En una sección del libro titulada «Intentando ser un buen consumidor de prótesis de cadera», habla de su primera operación de prótesis de cadera:
Por eso, cuando en junio de 2006 me comunicaron que necesitaba una prótesis de cadera, una intervención rutinaria pero clasificada como de riesgo medio, sentí aprensión tanto por motivos económicos como médicos. La tasa de mortalidad es de aproximadamente el 1% en los noventa días siguientes a la intervención, de los cuales aproximadamente una quinta parte está asociada a una trombosis venosa profunda impredecible, conocida por los pasajeros de aviones de largo recorrido como «síndrome de la clase turista».
Aunque es humorístico y a menudo perspicaz, su animadversión contra el libre mercado le lleva por mal camino, y este defecto no queda más patente que en lo que dice sobre el sistema sanitario americano. En su opinión, combina las peores características de los sistemas privados y públicos y, como resultado, es mucho más costoso que los sistemas sanitarios de otros países avanzados. El principal defecto del sistema americano reside en los seguros. Como las operaciones y las estancias hospitalarias, especialmente en caso de catástrofe, pueden ser extremadamente costosas, casi todo el mundo necesita un seguro. Pero, como afirma Kenneth Arrow, el más grande de los economistas de la sanidad, el mercado libre no puede proporcionar un seguro médico adecuado. Los jóvenes y las personas sanas evitarán contratar un seguro porque, a su juicio, el coste de las primas supera los beneficios que esperan obtener de las pólizas. Como resultado, los que compren seguros tenderán a ser mayores y menos sanos, y las compañías de seguros responderán subiendo las primas. Lo harán porque, a medida que aumenta la vulnerabilidad de sus clientes, hay más posibilidades de que tengan que hacer frente a los pagos.
Así, un ciclo de primas cada vez más elevadas amenaza con continuar hasta que el sistema se colapse. Este problema se denomina «selección adversa» y debe resolverse exigiendo la cobertura universal o mediante la asunción de la asistencia sanitaria por parte del Estado.
El argumento de Deaton se basa en un supuesto cuestionable. ¿Por qué deberíamos dar por sentado que en un mercado libre sin intervención gubernamental los seguros médicos desempeñarían el papel dominante que tienen en la actualidad? La respuesta de Deaton es obvia: sin seguro, las personas que sufren urgencias médicas se enfrentarían a facturas enormes que no podrían pagar. afirma:
Al casi 10% de la población americana que no tiene seguro se le cobra el precio mucho más alto o «charge-master». [Uwe] Reinhardt pone el ejemplo de alguien que pasa muchos años pagando una deuda de 30.000 dólares por un procedimiento que a Medicare le habría costado 6.000 dólares. Los procedimientos de deuda hospitalaria implican una persecución implacable por parte de las agencias de cobro.
Pero el sistema actual es un sistema con una amplia regulación y control gubernamental, no un auténtico mercado libre. ¿Por qué deberíamos pensar que las cosas irían tan mal como ahora en el mercado libre? Deaton reconoce que el argumento del libre mercado tiene cierta fuerza. Dice:
Hay argumentos a favor del libre mercado. Si no hubiera subsidios ni programas gubernamentales, nos beneficiaríamos del feroz y eficaz control de costes que ofrecen los mercados competitivos para otros productos tecnológicamente complicados, como televisores o teléfonos. La ausencia de gobierno también podría ayudar a eliminar las industrias gigantescamente caras que viven de los favores y programas gubernamentales y presionan para conseguirlos.
Pero Deaton cree que estos argumentos no sirven para defender la sanidad de libre mercado. No pueden superar el problema de la selección adversa en el mercado de seguros. Esta respuesta, sin embargo, asume justo lo que está en cuestión en el argumento sobre la medicina de libre mercado, que un mercado libre en la asistencia sanitaria fracasará porque no puede superar el problema de la selección adversa en el seguro médico para catástrofes. Pero, ¿es así? Por un lado, si los costes médicos fueran más bajos, las primas de los seguros también tenderían a serlo. Incluso los jóvenes y sanos podrían encontrar ventajoso contratar este tipo de pólizas. En ese caso, no se produciría la espiral de selección adversa que teme Deaton. Por otra parte, los costes médicos podrían bajar hasta tal punto que la mayoría de la gente no se molestaría en contratar pólizas de seguros. De ser así, la selección adversa podría seguir existiendo, pero esto sólo sería una razón para pensar que el mercado de seguros médicos sería limitado, difícilmente un problema social importante.
Hay que reconocer un límite a mi argumento. No he demostrado que ninguno de mis escenarios optimistas se daría en un mercado libre, sino que me he limitado a sugerir razones por las que podrían darse. Pero incluso teniendo esto en cuenta, el argumento de Deaton contra la medicina de libre mercado sigue fallando porque ha asumido que las condiciones en un mercado libre serían parecidas a las actuales. Lo máximo que tiene derecho a suponer es que podrían serlo, no que lo serían.
Deaton podría responder que, incluso en mis optimistas supuestos, los argumentos a favor del libre mercado son erróneos. En un mercado libre, ¿no seguirían algunas personas teniendo que hacer frente a facturas médicas elevadas que no pueden pagar? Es muy probable, pero en ese caso sería la caridad privada la que tendría que ayudarles. En una sociedad libertaria no existe el derecho, en el sentido de deber exigible, de prestar asistencia médica a las personas. Decir esto no compromete en absoluto a una visión «darwinista social» según la cual es mejor que los débiles y vulnerables perezcan. Por el contrario, en mi opinión existen fuertes deberes morales de ayudar a los desafortunados. Pero no se puede utilizar la fuerza para exigir a la gente que cumpla con estos deberes.