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El keynesianismo, contestado por los hechos

[Artículo de Newsweek del 7 de mayo de 1956 y reimpreso en Business Tides: The Newsweek Era of Henry Hazlitt]

El keynesismo (la filosofía del gran gasto público, la financiación en déficit y la inflación continua) hoy domina la política de casi todos los gobiernos del mundo. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos años han destruido su soporte esencial.

Los discípulos de Keynes discrepan acerca de cuál fue realmente la contribución principal del maestro. Aun así, probablemente la mayoría estaría de acuerdo con su principal discípulo estadounidense, el profesor Alvin H. Hansen, en que “la contribución más notable de Keynes (…) fue su función del consumo”. En 1936, en su famosa Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes declaraba que hay una “ley psicológica esencial, de la que dependemos con gran seguridad (…) de que los hombres están dispuestos, en general y habitualmente, a aumentar su consumo al aumentar sus rentas, pero no en el mismo grado que el aumento de la renta”. Pasaba a llamar a esta “ley”, bastante pretenciosamente, la “función” del consumo. En resumen, el gran “descubrimiento” de Keynes era que si supiéramos cuál iba a ser la renta nacional, sabríamos a partir de una curva o fórmula matemática cuál iba a ser el consumo.

Por supuesto, desde tiempo inmemorial ha sido verdad que la mayoría de las familias gastan la mayoría de su renta. Por ejemplo, las estadísticas oficiales de los últimos ocho años muestran que, de media en ese periodo, los estadounidenses gastaron en torno al 93% de su renta anual en consumo personal y ahorraron solo un 7% de esta. Así que si se sabe qué renta disponible van a tener el año que viene, sería difícil tener un gran margen de error a la hora de predecir cuáles van a ser los gastos de consumo. Sin embargo, sería más sencillo incurrir en un gran margen de error al predecir cuál va a ser el ahorro, porque el ahorro es comparativamente una cifra mucho menor.

Añado una tabla al final de este artículo que muestra (en miles de millones de dólares) la renta (income) personal disponible de la nación de los últimos doce años, la cantidad de ahorro (savings) real y el ahorro en porcentaje de renta disponible. La gran “ley” de Keynes es que el consumo no aumenta en proporción a la renta y por tanto el ahorro aumenta proporcionalmente más que los aumentos de renta. Los eventos de 1955 son por sí mismo una aplastante contradicción de esta “ley”. La renta disponible aumentó en 14.600 millones de dólares, pero los ahorros cayeron en 1.200 millones. El porcentaje total de ahorro con respecto a la renta disponible cayó del 7,2% al 6,3%. Lo mismo ocurrió entre 1953 y 1954. La renta disponible aumentó en 4.400 millones de dólares, el ahorro bajó en 1.500 millones. En total, en los últimos once años, la “ley” de Keynes funcionó en cuatro y no se cumplió en siete.

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Se me puede acusar de no ser justo al incluir el enorme ahorro de 1944 y mostrar su disminución en 1945, 1946, y 1947 a pesar de los sustanciales aumentos en renta disponible cada año. Se diría que los ahorros fueron fuertes en 1944 y 1945 porque fueron años de guerra y no había disponibles bienes de consumo. Exactamente. Pero esto solo subraya el hecho de que la “ley” de Keynes no es una ley y de que la relación entre gasto y ahorro no depende únicamente de cambios en la renta total, sino de innumerables factores. El ahorro puede depender menos de lo que gana la gente hoy y más de lo que espera ganar mañana. Su gasto este año puede depender en buena medida de si esperan que los precios de las cosas que quieren comprar serán más altos o más bajos el año que viene. La gente puede comprar por impulso o contenerse por falta de confianza. En resumen, la experiencia y las estadísticas no apoyan la idea principal keynesiana y la lógica keynesiana es una cuerda de arena.

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