La gran mayoría de los lectores de Mises Wire ya están familiarizados con la teoría austriaca del ciclo económico. Para los que no lo están, se trata de una perspectiva austriaca sobre las causas del repentino cúmulo de errores empresariales que da lugar a un ciclo de auge y caída, siendo las caídas las recesiones o depresiones que tanto tememos como sociedad. Murray Rothbard explica este proceso en su obra America’s Great Depression:
En resumen, los empresarios fueron inducidos a error por la inflación del crédito bancario para que invirtieran demasiado en bienes de capital de orden superior, que sólo podían sostenerse prósperamente a través de menores preferencias de tiempo y mayores ahorros e inversiones; tan pronto como la inflación permea a la masa del pueblo, se restablece la antigua proporción consumo-inversión, y se ve que las inversiones empresariales en los órdenes superiores han sido un despilfarro. Los empresarios fueron conducidos a este error por la expansión crediticia y su manipulación del tipo de interés del mercado libre.
En pocas palabras, como los tipos de interés son diferentes de lo que dictarían las condiciones reales del mercado, la gente invierte bajo falsas suposiciones. Con el tiempo, la banda elástica que mantiene unida la realidad y estas falsas suposiciones tiene que romperse y, al hacerlo, conduce a una depresión cuando este conjunto de malas inversiones se derrumba sobre sí mismo.
Es esta lógica la que llevó a Mark Thornton, miembro del Instituto Mises, a proponer la maldición del rascacielos. En un sencillo resumen de un minuto sobre la maldición del rascacielos, explica que esta maldición es «esa espeluznante correlación entre la construcción de las estructuras más altas del mundo y las crisis económicas». Continúa explicando que «[l]a razón de esta coincidencia es que los bancos y los bancos centrales están emitiendo demasiado crédito y fijando los tipos de interés artificialmente demasiado bajos, provocando auges crediticios especulativos». Esto es directamente un resultado de la teoría del ciclo económico que profesamos los austriacos. Los tipos de interés engañosos conducen a un exceso de inversión en proyectos a largo plazo —¿qué podría ser una mejor representación de tal cosa que los edificios más altos jamás construidos?— y poco después de su finalización vemos una y otra vez que «se restablece la antigua proporción consumo-inversión».
En varios discursos, el Dr. Thornton y su colega economista del Instituto Mises, el Dr. Lucas Engelhardt, han afirmado que no es probable que esto siga siendo un indicador perfecto para siempre. A medida que la cultura y la tecnología cambien, un día este patrón podría dejar de predecir estas relaciones de inversión. Sin embargo, la lógica de este argumento siempre se mantendrá. Quizá estemos asistiendo a un cambio. El nuevo indicador puede aparecer en un sentido más digital. Nuestros mayores rascacielos ya no existen físicamente, sino en un mundo de unos y ceros: los proyectos tecnológicos más rompedores pueden servir como un potencial rascacielos de récord en la era actual.
Por desgracia, es mucho más difícil medir lo que es exactamente una nueva tecnología que cambia el juego que la altura de un edificio. Sin embargo, a posteriori, hay un momento evidente que nos enseña la misma lección en dos formas: la recesión de 2008. El ejemplo de la maldición del rascacielos que pone el Dr. Thornton en este caso es la torre Burj Dubai, que se terminó de construir en 2007, justo antes de que estallara la burbuja inmobiliaria. La maldición del rascacielos obviamente se cumplió con este edificio; sin embargo, esto no es lo único que ocurrió en 2007. El 29 de junio de 2007 salió a la venta el iPhone. La misma lógica podría aplicarse a este proyecto. El iPhone fue uno de los desarrollos más ambiciosos y revolucionarios de la historia reciente, y es un gran símbolo de la parte de auge del ciclo, al igual que los rascacielos. Su momento es tan perfecto como el de la torre Burj Dubai en relación con la maldición del rascacielos.
A medida que avanzamos en este nuevo futuro digital, no está de más estar atentos a estos nuevos rascacielos digitales metafóricos. Recientemente hemos visto al gigante de la tecnología Elon Musk dispararse a niveles de riqueza sin precedentes, Facebook está experimentando un nuevo cambio de marca para convertirse en «Meta», diablos, mientras escribo esto estoy recibiendo anuncios de tecnologías previamente inimaginables. Uno tiene que preguntarse: ¿Son estas señales de que estamos atravesando el pico de un ciclo de auge y enfrentándonos a una nueva variante de la maldición del rascacielos?