El 10 de abril marcó el “Día de la igualdad salarial” de 2018, denunciando la diferencia de casi 20 por ciento entre los ingresos anuales medios para hombres y mujeres que trabajan a tiempo completo (35 horas o más por semana) para el año del informe más reciente (2016). Como se ha vuelto tradicional, los “celebrantes” reiteraron las afirmaciones de que los datos establecen una discriminación injustificable contra las mujeres “que hacen el mismo trabajo que los hombres”.
Sin embargo, como señala Mark J. Perry, esos datos no se ajustan a las diferencias en “horas trabajadas, estado civil, número de hijos, educación, ocupación, cantidad de años de experiencia laboral continua e ininterrumpida, condiciones de trabajo, seguridad en el trabajo, flexibilidad en el lugar de trabajo, familiaridad en el lugar de trabajo, seguridad en el trabajo y el tiempo de viaje al trabajo, “cada uno de los cuales llevaría a esperar que los hombres reciban un salario mayor”.
¿Cómo explican los activistas del Día de la igualdad la omisión de ser tenidas en cuenta esta docena (o incluso más) de variables claramente relevantes? Principalmente ignoran tales problemas, utilizando la repetición constante y la amenaza de tildar a los críticos como sexistas a fin de establecer su reclamo central como una premisa incontestable para la discusión pública.
No obstante, hay razones para pensar que incluso los activistas dudan de su mantra. En primer lugar, cumple con sus fines políticos, sea éste válido o no, y cuanto peor lo puedan mostrar, mejor será para esos fines.
En segundo lugar, esa discriminación ha sido ilegal durante años y, de ser probada, sería una mina de oro de litigios para los abogados, pero no vemos una avalancha de victorias de dinero fácil.
Otra anomalía lógica es igualmente reveladora. No puedo contar cuántas veces se ha acusado a los empleadores en general, y al “gran empresariado” en particular, de ser demasiado egoístas o codiciosos para pagar las “bienhechoras” causas de los acusadores.
Son demasiado codiciosos como para preocuparse por la contaminación / el calentamiento global / el cambio climático. Son demasiado codiciosos como para hacer lo suficiente para eliminar la pobreza. Son demasiado codiciosos para preocuparse por su fuerza de trabajo o la comunidad, cuando se oponen a las subas de impuestos o a las cargas regulatorias, imponen aumentos legales en la compensación salarial y / o no salarial, cierran instalaciones de producción no rentables, eliminan empleos cuando el equipo de capital es más barato, ad infinitum.
Sin embargo, a pesar de estas acusaciones universales de avaricia excesiva, los empleadores de alguna manera no son lo suficientemente codiciosos en lo que respecta al empleo femenino.
La lógica del “Día de la igualdad de salarial” implica que sería escandalosamente rentable contratar mujeres, ya que los costes laborales de producción serían como resultado un quinto más bajos. Es decir, los empleadores supuestamente no harán el suficiente “bien” toda vez que les cueste dinero, sin embargo, están decididos a discriminar a las mujeres a un costo fenomenal. Y los discriminadores incluirían empresas y firmas propiedad de mujeres con mujeres de CEO y de jefes de recursos humanos. ¿Todos, incluidas las mujeres, estarán dispuestos a pagar tanto para discriminar a las mujeres?
Las actividades del “Día de la igualdad salarial” incluyen estadísticas que nadie, aun permaneciendo despierto en un curso sobre el tema aceptaría, combinado con una lógica autocontradictoria. Lo que ignoran cuando conviene a sus reclamos de discriminación, lo rechazan cuando se aplica a ellos mismos. Además, rutinariamente acusan a sus “objetivos” de ser demasiado codiciosos en múltiples áreas, pero no lo suficientemente codiciosos cuando se trata de emplear mujeres. Dichos agujeros de queso suizo revelan al “Día de la Igualdad Salarial” como un intento de establecer una premisa insoportable, cuya tortuosa lógica puede dar lugar a conclusiones aún más insoportables. Además, rutinariamente acusan a sus “objetivos” de ser demasiado codiciosos en múltiples áreas, pero no lo suficientemente codiciosos cuando se trata de emplear mujeres. Dichos agujeros de queso suizo revelan al “Día de la Igualdad Salarial” como un intento de establecer una premisa insoportable, cuya tortuosa lógica puede dar lugar a conclusiones aún más insoportables.