[The Road to Freedom and the Demise of Nation States · Peter B. Bos · Free Trade Press, 2015 · Xxv + 620 páginas]
Este libro notable refleja el entusiasmo del autor por la libertad y su enorme curiosidad intelectual. Me propongo explicar solo unas pocas de las ideas centrales del libro, pero solo leyéndolo se puede apreciar el valor intelectual de Peter Bos.
Como Mises, Bos destaca que la economía libre de mercado, al aprovechar completamente la división del trabajo, aumenta la prosperidad. “En aquellos países en los que el intercambio de bienes y servicios ha estado relativamente poco intervenido, el capitalismo, mediante la inversión y la división del trabajo y las habilidades, ha producido un nivel de vida inimaginable hace unas pocas décadas” (p. 162).
Los socialistas y otros críticos del mercado libre no están contentos con esta abundancia. Incluso aunque el capitalismo sea, como decía Mises a menudo, un sistema de “producción en masa para las masas”, ¿no es injusto que algunas personas ganen mucho más que otras? Abundan las lamentaciones acerca de la desigualdad en el reparto.
Bos para expertamente este ataque contra el capitalismo. Los salarios dependen de la productividad marginal del trabajo y estos aumentan al aumentar la acumulación de capital. Con mejores herramientas y equipos, el trabajo se hace más valioso para el capitalista y esto hace que pague más. “En los países capitalistas, el aumento en la acumulación de capital es exponencial y supera al aumento en la población. En la medida en que ocurre esto, la productividad marginal del trabajo aumenta exponencialmente con respecto a la productividad marginal de los factores materiales de producción, lo que hace posibles salarios cada vez mayores” (p. 163).
El liberalismo clásico apreciaba la productividad superior del capitalismo, así como sus beneficios manifiestos para la libertad, pero tenía un defecto esencial. Aunque los liberales clásicos estaban a favor del mercado, hacían una excepción para protección, justicia y defensa. Aquí el estado era necesario. “La mayor falacia de los liberales clásicos era su suposición de que un gobierno estatal constitucionalmente limitado era necesario y de que había que cederle el monopolio de la coacción sobre todas las funciones supuestamente estatales. Al ceder al estado estos servicios tradicionales, los liberales clásicos nunca consideraron que estos supuestos servicios del estado no eran distintos de otros servicios de consumo y por tanto podían y debían ser provistos por organizaciones propietarias, sometidas a las fuerzas competitivas del mercado y a los incentivos del mercado libre” (p. 184).
Un escéptico podría decir a Bos: “es fácil postular que las instituciones de libre mercado pueden remplazar al estado, ¿pero cómo sabes que es posible?” Bos ha desarrollado cuidadosamente su respuesta. Protección y defensa podrían ejercerse mediante empresas de seguros. Estas empresas tendrían fuertes incentivos para ofrecer eficientemente servicios de protección. “En una economía voluntaria de mercado, el éxito de una empresa de seguros estaría directamente ligado al bienestar de sus clientes, porque sería rentable mejorar ese bienestar” (p. 272).
Muchos lectores libertarios estarán familiarizados con esta idea, pero Bos nos dice algo nuevo acerca de ella. Afirma que él originó la idea. Después de una presentación sobre gobierno constitucional en otoño de 1961, “Expresé privadamente mi concepto de seguro del gobierno natural al presentador, Alvin Lowi (…) El concepto a partir de entonces se convirtió en una parte importante de los cursos del FEI [Free Enterprise Institute] de Andrew Galambos. Lamentablemente, Galambos nunca reconoció mis contribuciones” (p. 253).
De nuevo, un crítico podría responder: “Esta es una idea interesante, pero no es más que una quimera. Nunca nos libraremos del estado”. Aquí Bos desafía las convenciones. Argumenta que el estado pronto colapsará y además que las comunidades propietarias que defiende tienen una excelente posibilidad de ser una realidad.
Al predecir la defunción del estado, Bos se ha visto influido por el presciente artículo de Joseph Schumpeter “El estado fiscal”, hacia el que dirige nuestra atracción. “En un breve ensayo reflexionando sobre la experiencia de la Primera Guerra Mundial, predecía una nueva era en las finanzas y políticas públicas estatales. Señalaba que antes de la guerra no había gobiernos absolutos. Con eso quería decir que los estados-nación antes de la Primera Guerra Mundial no podían recaudar mucho más que tal vez el 5% de la renta nacional de un país mediante impuestos o préstamos. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial, todo estado-nación beligerante recaudaba sumas mucho mayores año tras año (…) Schumpeter predecía que este precedente crearía una economía diferente, en la que las presiones inflacionistas serían endémicas, lo que a su vez socavaría el sistema político” (p. 220).
Bos encuentra en este lúgubre pronóstico base para el optimismo. “Como el estado es una organización inherentemente inestable e ilegítima, basada en premisas inviables e inmorales, su defunción es inevitable” (p. 247). Esto nos da la oportunidad de crear una sociedad libre.
Como debería resultar ya evidente, Bos tiene ideas firmes sobre cómo se organizaría una sociedad así. Su propuesta acerca de las compañías de seguros funcionando como agencias de protección ya se ha sondeado, pero también tiene opiniones acerca del sistema monetario y lo que llama las “comunidades propietarias”.
Apoya la “emisión individual de moneda soberana” (pp. 286 y ss.). Los interesados en los detalles de esta propuesta deben consultar el libro, pero en un punto difiere de Mises y Rothbard. Escribe: “Sin embargo, una mercancía no puede actuar nunca como dinero, pues el propósito del dinero es obviar la necesidad de una transferencia física de valor del comprador al vendedor (…) El defecto del dinero basado en metal es que sigue representando un sistema de trueque de mercancías, aunque se base en metales preciosos” (p. 295). Bos se ha visto muy influido en sus ideas acerca de la emisión de dinero privado por el escritor libertario E.C. Riegel. Confieso que me habría gustado haber visto una mayor consideración por los argumentos de los economistas austriacos.
Bos, siguiendo a Spencer Heath, está a favor de las comunidades propietarias. En este sistema, una empresa privada posee una tierra de una comunidad y “alquila partes independientes de la tierra bajo condiciones o pactos concretos a inquilinos seleccionados” (p. 389). Bos argumenta firmemente que esas comunidades podrían manejar de una manera pacífica y rentable todos los problemas tan malamente gestionados por los estados en el mundo contemporáneo.
Bos nos ofrece una visión de un mundo mejor y los lectores de The Road to Freedom and the Demise of Nation States deberían aprender y enfrentarse a lo que tiene que decir.