Power & Market

El enigma monetario de Milei

La ruta monetaria en Argentina parece estar entrando en una nueva fase, y alguna forma de competencia monetaria quedó implícita en las declaraciones de julio de 2024 del ministro de Economía Luis Caputo. La ruta se asemeja a un régimen en el que las transacciones son legales en múltiples monedas, pero sólo el peso tiene curso legal. Caputo anticipó a que los argentinos pronto tendrán que vender dólares para pagar impuestos, y señaló que, si tienen ahorros en pesos y los dolarizan, después tendrán que volver a vender dólares para pagar impuestos. Para Caputo, el peso será «la moneda fuerte». Asimismo, explicó que a medida que pase el tiempo, «habrá cada vez menos pesos, porque no se imprimirán más pesos por ningún motivo y los pesos serán absorbidos por el superávit.»

Exceso de errores

Dejando a un lado el hecho de que la competencia monetaria es un sistema de trueque parcial, que sólo puede ser el resultado de la coacción gubernamental en el camino de la conducta económica racional y es disfuncional del propósito del dinero, si las monedas pudieran competir de verdad, el gobierno no privilegiaría legalmente el estatus de ninguna moneda. Habría igualdad de condiciones, incluso para el pago de impuestos y deudas.

Los superávits se producen cuando se recauda más dinero en impuestos del que gasta el gobierno durante un periodo, y como son fondos extraídos del sector privado, forman parte de la carga fiscal. Pero ninguna unidad monetaria intercambiada en el mercado desaparece de la oferta monetaria, a menos que deje de existir o que desaparezcan los medios fiduciarios utilizados como dinero en un sistema de reservas fraccionarias. Los excedentes como tales permanecen en la masa monetaria. Los de Milei no se queman, lo que evita la deflación. Y si se utilizan para redimir deudas en manos de los bancos, el efecto deflacionista no será una contracción del crédito, sino que creará más dislocaciones y distorsiones. En resumen, los excedentes de Milei no absorben nada.

La CEPO y el dólar

La historia de décadas de inflación crónica de Argentina —incluidas hiperinflaciones y devaluaciones— ha hecho que los argentinos prefieran ahorrar y calcular en dólares. La economía ha funcionado esencialmente en dólares desde entonces. De hecho, los argentinos llevan décadas ahorrando en dólares, y Argentina es uno de los países con más dólares per cápita del mundo. Ya estén guardados en casas, bancos o cajas de seguridad, la desconfianza de los argentinos en su gobierno es enorme, y los dólares guardados fuera del sistema financiero nacional superan un tercio del PIB argentino. En cualquier caso, prevalecen las leyes de curso legal, y la gente debe utilizar pesos la mayor parte del tiempo.

Sin embargo, conseguir dólares en Argentina no es tan fácil como en la mayoría de los países, porque el Gobierno interviene severamente en el cambio dólar-peso. Si bien las restricciones como tal comenzaron en 2001, desde 2011 rige un control de precios —junto con numerosas regulaciones— conocido como CEPO (excepto entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019). El CEPO es un tipo de control de cambios por el cual el Gobierno fija un precio oficial del dólar en pesos siempre inferior a su precio libre. Este precio se eleva periódicamente a discreción del personal gubernamental, y también regula el acceso a dólares con diferentes tipos de cambio (favoreciendo a unos sobre otros). El CEPO genera un exceso de demanda y una escasez de dólares.

Control del comercio

La CEPO es también una política de control del comercio exterior, lo cual es bastante propio de una economía planificada. Aunque no puede cumplir con el propósito de determinar el tipo de cambio real dólar-peso, la CEPO cumple con la determinación de qué individuos son subsidiados para realizar comercio exterior y a cuáles se les limita o impide por completo realizarlo. Y mientras la CEPO esté vigente, los argentinos están a un paso de que su gobierno los obligue a depositar todos los dólares en sí mismo o en el banco central al tipo de cambio artificial, junto con más pesos nuevos forzados.

Como el peso está sobrevalorado con el CEPO, hay menos incentivos para invertir con el dólar. Y el gobierno también pone trabas a los inversores que quieren llevarse sus dólares al extranjero. En suma, el CEPO obstaculiza y desincentiva las exportaciones, las importaciones y las inversiones, pero se mantiene porque hay quienes se benefician de él.

Ahorrar e invertir

Caputo advirtió a los argentinos que compran dólares «pensando que puede ser una buena inversión», que eso «no va a pasar». Sin embargo, comprar dólares para ahorrar no es lo mismo que invertir: Por un lado, el ahorro es la oferta de bienes presentes ofrecidos a cambio de bienes futuros. Por otro, las inversiones son la demanda de bienes presentes capaces de producir rendimientos futuros. Y, por último, lo que equilibra el ahorro y la inversión social es el tipo de interés de mercado, que es la suma agregada de todos los tipos de preferencia temporal individuales que reflejan el tipo de preferencia temporal social. Esta tasa puede variar de una persona a otra y de un momento a otro, y determina la cantidad de ahorro y de inversión, así como el nivel de la prima que los bienes presentes exigen a los bienes futuros.

Dado que el cambio de pesos por dólares es más difícil debido a la CEPO, la rápida pérdida de poder adquisitivo del peso aumenta la preferencia temporal de la gente como tenedores de pesos y hace que cambien sus pesos por bienes antes y más de lo que lo harían sin la CEPO, disminuyendo sus posibilidades de ahorrar o invertir, ya que estos bienes no son los más fácilmente revendibles y aceptados (dinero), reduciendo así el ahorro y la inversión en general. Y como la amenaza de las devaluaciones sigue acechando, se desalienta el cambio de dólares a pesos, razón de más para que el gobierno se preocupe de que la gente conserve sus pesos el mayor tiempo posible, porque una vez cambiados, la gente difícilmente querrá volver a cambiar sus dólares por pesos.

El ahorro y la inversión allanan el camino hacia una economía más próspera y avanzada. Así pues, todo lo que debilite ambos debilita también la producción productiva, que es el fondo del que el gobierno extrae recursos. A pesar de ello, más allá de las desregulaciones y de algunos recortes fiscales selectivos, en lugar de no debilitar aún más este fondo, la administración Milei ha mantenido el CEPO y ha aumentado impuestos mucho más amplios, introduciendo incluso un impuesto sobre la renta a cientos de miles de trabajadores asalariados.

Cuota de mercado e inflación

Aunque las expectativas inflacionistas se han reducido y las cifras de inflación de precios indican porcentajes más bajos casi todos los meses, la administración Milei ha impreso pesos en realidad a un ritmo mucho más mayor que la anterior. Una diferencia con esta última es que la financiación del Tesoro cesó casi inmediatamente bajo Milei, pero la impresión para otras actividades del banco central continuó. Sin embargo, esto sólo puede retrasar la entrada de nuevos pesos en el mercado. De todos modos, la estrategia ahora apunta a congelar la emisión de pesos.

Milei argumenta que cualquier aumento de la demanda de dinero tendrá que satisfacerse con dólares, reduciendo gradualmente la cuota del peso en el mercado. Pero esto no tiene por qué ser así: Cualquier cantidad de pesos en el mercado debería ser siempre suficiente para asegurar todo lo que el dinero puede hacer por la gente. Y si el peso sigue perdiendo cada vez menos poder adquisitivo, mucho menos cualquier aumento de la demanda de dinero tendrá que satisfacerse con dólares, —porque la gente no quiere un número determinado de piezas de dinero, sino una cantidad de poder adquisitivo. Es decir, cualquier aumento en la demanda de dinero también puede satisfacerse con la participación del peso en el mercado, a menos que cualquier participación del dólar ya sea, y seguirá siendo, forzada por el gobierno para aumentar artificialmente la demanda y el valor del peso— que es precisamente el caso.

A grandes rasgos, como el dinero de la gente productiva es el dólar, y el de la gente no productiva es el peso y su revaluación artificial a costa de la gente productiva es antieconómica y forzada, el desempeño monetario de Milei es notablemente estatista. Entonces, cualquier aumento en la capacidad de la economía para proporcionar bienestar y satisfacer los objetivos de la gente es a pesar de la política monetaria redistribucionista de Milei, que beneficia comparativamente más a los improductivos con la revaluación del peso. Además, los incentivos para seguir siendo improductivo se ampliaron con la expansión de los programas asistenciales. E incluso si el peso se estabiliza en algún momento, esto será a costa de revictimizar a las personas productivas que se vieron obligadas a pagar y sufrir para llegar a la pésima situación del peso en primer lugar.

La postura actual

Las palabras de Caputo implican una situación lamentable para los hogares y las empresas que no pertenecen a las clases privilegiadas e improductivas. Dado que han ahorrado dólares durante años, tener que venderlos no es una buena señal. Y de hecho, para hacer frente al aumento del costo de vida bajo Milei, muchos han recurrido a sus ahorros: la clase media y los jubilados son los más afectados.

Al no eliminar la CEPO, Milei podría estar evitando corridas cambiarias que harían que el poder adquisitivo del peso se desplomara a un ritmo acelerado y se materializara la insolvencia del banco central y del sistema bancario en la materia. De ahí que la postura actual de Milei tenga mucho que ver con la conveniencia política y los intereses de banqueros, grupos especiales y agentes del Estado. Sin embargo, por sus implicaciones, la eliminación de la CEPO era crucial desde el principio. Habiendo fracasado en esto, y continuando por este camino, Milei no se diferencia de sus predecesores peronistas.

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