Tras la decisiva victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris el 5 de noviembre, millones de mujeres americanas —especialmente las de la Generación Z, nacidas entre 1997 y 2012, actualmente con edades comprendidas entre los 12 y los 27 años— están abatidas y consternadas porque el enfoque de la campaña demócrata en la política sobre el aborto no convenció a más votantes para elegir a Harris. Están convencidas de que la decisión de la Corte Suprema de 2022 en el caso Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization les ha robado la libertad de «mi cuerpo, mi elección», y de que ahora no podrán abortar a petición en todo el país.
La burda campaña de los demócratas, centrada en un único tema: el aborto, ignoró por completo la realidad de que la decisión Dobbs relegó la política sobre el aborto a los cincuenta estados —donde históricamente había residido— y que muchos estados ya están aprobando leyes bastante permisivas a favor del aborto. El aborto fue prácticamente el único tema bien articulado de la campaña presidencial de los demócratas para 2024, al menos hasta que la retórica de la campaña cambió en algún momento al meme «Trump es un nazi facista», que aparentemente pocos votantes creyeron que fuera cierto, revelador o incluso interesante porque ya lo habían oído todo durante su primer mandato. Y para calmar los temores de los votantes, Donald Trump afirmó que ni siquiera firmaría la legislación federal que prohíbe el aborto.
Que empiece el movimiento 4B
Sin embargo, ahora esta generación de mujeres jóvenes —que lloran la pérdida de su «libertad» de abortar (una palabra de moda en la campaña de Harris)— puede haber descubierto un modo de retribución contra otros segmentos de la población americana, en particular contra los hombres jóvenes de su propia generación, muchos de los cuales votaron a los republicanos en estas elecciones. Es como si las mujeres de la Generación Z dijeran: «Esta bien, quieren privarnos de nuestra ‘libertad’, esperad a que os enseñemos lo que tenemos bajo la manga para destruir vuestra libertad».
Su venganza contra los hombres toma como modelo el Movimiento 4B de Corea del Sur. «B» es la abreviatura de la palabra «no» en coreano, y «4» se refiere a sus cuatro principios. Este movimiento está ganando adeptas entre las feministas de EEUU, con atención en los principales medios de comunicación como CBS News y The Washington Post, después de haber despegado por primera vez en TikTok cuando Trump ganó un segundo mandato. El movimiento 4B consiste en cuatro directrices del «no» —no tener relaciones sexuales, no salir con hombres, no casarse con hombres y no tener hijos. Sus defensores afirman que es un castigo adecuado para los jóvenes que votaron a Trump en las recientes elecciones.
Las jóvenes que apoyaron a Harris no sólo están defendiendo las directrices del 4B, sino que también se están afeitando la cabeza y sugiriendo que las relaciones platónicas o lésbicas podrían convenirles durante los próximos cuatro años. Algunas incluso abogan por ir más allá y someterse colectivamente a histerectomías, mientras que otras están rompiendo con sus novios republicanos votantes de Trump.
Las mujeres que defienden el movimiento comentan que «los hombres jóvenes esperan sexo, pero también quieren que no podamos acceder al aborto. No pueden tener las dos cosas», y «las mujeres jóvenes no quieren intimar con hombres que no luchan por los derechos de la mujer; es demostrar que no nos respetan». No está claro por cuánto tiempo estas mujeres negarán sus favores a los hombres jóvenes, ya que en este momento parece ser una reacción inmediata a los resultados de las elecciones. Sin embargo, afirman que seguirán esta política al menos durante los próximos cuatro años.
Otros observan que, irónicamente, esta postura podría considerarse una vuelta a las relaciones tradicionales entre hombres y mujeres, con un menor énfasis en las relaciones de una noche con numerosas parejas sexuales y, simultáneamente, un nuevo énfasis en intimar sólo con hombres que respeten a las mujeres.
No es la primera vez
La variante americana de este movimiento suena como si las mujeres «se declararan en huelga» contra los hombres, y de hecho no es la primera vez en la historia de la humanidad que a las mujeres se les ocurre esta idea. El antiguo dramaturgo griego Aristófanes, nacido en el 445 a.C., escribió la comedia satírica griega «Lisístrata», estrenada en el 411 a.C.. La obra presenta a mujeres que renuncian al sexo para protestar contra la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta. La protagonista de la obra —una mujer llamada Lisístrata— organizó a las mujeres para que no mantuvieran relaciones sexuales hasta que hombres y mujeres llegaran a un acuerdo de paz que pusiera fin a las guerras. En cierta medida, esta obra predijo el feminismo al dar poder a las mujeres y hacer que fueran ellas quienes tomaran las decisiones políticas. La obra —después de muchas payasadas y escenas cómicas a lo largo de varios actos con coros griegos— termina con negociaciones para poner fin a la guerra y reanudar las relaciones sexuales, con lo que el espectáculo llega a un final feliz.
Si avanzamos rápidamente hasta el mundo actual, es posible que la variante de «Lisístrata» de 2024 tenga un desenlace más funesto como consecuencia de las amenazas de huelga sexual de la Generación Z, aunque habrá que esperar algunos años o quizás décadas para evaluar los posibles efectos sobre las tasas de natalidad y fertilidad. Lo que sabemos en este momento es que hombres y mujeres están polarizados política, social y económicamente. Encuestas recientes indican que la brecha de género en América volvió a marcar las elecciones de 2024, en las que la mayoría de las jóvenes votantes, pero menos de la mitad de los jóvenes votantes, apoyaron a Kamala Harris. Las encuestas a pie de urna posteriores a las elecciones corroboran estos resultados.
Posibles resultados de la adhesión al movimiento 4B
A corto plazo, el movimiento 4B puede producir indicadores como un mayor número de divorcios entre parejas en las que los cónyuges están inscritos en partidos políticos opuestos. O un mayor número de mujeres jóvenes con la cabeza rapada. O que muchas más mujeres jóvenes que antes estén engordando (o no intenten adelgazar), no utilicen maquillaje o intenten ser más atractivas para los hombres en su forma de vestir o de comportarse.
En cuanto a los resultados a más largo plazo, si las mujeres de la Generación Z cumplen realmente sus amenazas de ejercer los cuatro mandatos del «no» del movimiento 4B durante los próximos cuatro años, y quizás incluso más allá de ese momento, una conjetura lógica podría ser una mayor reducción de las tasas de fertilidad y natalidad de EEUU. Esto podría tener importantes implicaciones para el crecimiento de la población, el crecimiento económico y el futuro de los programas federales de transferencia intergeneracional, como la Seguridad Social y Medicare. Estos programas de transferencia están actualmente en peligro para las generaciones futuras, ya que sus fondos fiduciarios se enfrentan a una insolvencia anticipada en unos diez años si el Congreso no toma medidas para evitar este resultado.
La población de EEUU de la Generación Z —tanto hombres como mujeres— asciende a casi 70 millones, más de una quinta parte de todo el país. Las reclamaciones y amenazas frívolas de las jóvenes de la Generación Z pueden presagiar importantes trastornos y efectos sociales de cara al futuro. La mayoría de nosotros supondría que los presidentes que crearon la Seguridad Social y Medicare —Franklin Delano Roosevelt y Lyndon Baines Johnson, respectivamente— no habrían previsto que este problema demográfico potencial podría condenar sus programas de transferencia favorecidos que tienen importancia a largo plazo para los americanos de las generaciones actuales y futuras.
El éxito financiero de estos dos programas de transferencias intergeneracionales depende de que el país mantenga el equilibrio demográfico de una generación a la siguiente. A menos que se reflexione detenidamente en un futuro próximo sobre la reforma de la Seguridad Social y Medicare, el viejo adagio de que «la demografía es el destino» puede llegar a atormentar el futuro a medida que los americanos pasen de sus años de trabajo a sus años de jubilación.